martes, 29 de septiembre de 2020

Tras el cristal: tan lejos, tan cerca

La escena se repite en muchas residencias de ancianos. Yo he podido contemplarla en Cánovas, frente al hogar de las Hermanitas de los Pobres. Unos familiares se tratan de comunicar con sus mayores, que gesticulan tras los cristales, en medio de grandes aspavientos. Al final, optan por llamarse por teléfono y la escena me recuerda al Expreso de Medianoche de Alan Parker. Es el ‘sindios’ al que nos tiene acostumbrado la pandemia. Tras el ventanal está la generación generosa que puso fin al conflicto entre españoles, la que hizo posible transición y democracia, la que luchó por esos derechos sociales que ahora se caen como un castillo de naipes.

La situación del país es la de la tormenta perfecta: crisis sanitaria, crisis económica y crisis política. ¿Cómo le explicamos a ese abuelo o abuela que gran parte de lo que sucede es porque no se ponen de acuerdo sus representantes? Me da mucha pena lo que veo en los parlamentos de nuestro país: políticos enzarzados en grandes broncas solo para conseguir gestos de cara a su parroquia o a la galería, profesionales del acuerdo, incapaces de llegar a ninguno enfrascados en el «y tú más». Y lo peor: nuestras instituciones vapuleadas y arrastradas por los lodos más ignominiosos, con eméritos a la fuga. Nuestros mayores no se merecen esto, después de una posguerra cruel y una lucha social interminable.

Ahora están tras el cristal, incomunicados, abocados a una muerte en soledad, dentro de esas residencias que se han convertido en focos de infección. Mientras tanto, los políticos solo buscan un pobre rédito electoral para seguir manteniéndose en poltronas y comisiones. Este país va a la deriva, en medio de la tormenta perfecta. Como a Miguel de Unamuno, «me duele España», pero como esto siga así nos va a doler algo más que el alma. Desconfía del tigre más que del león, y de un burro tonto más que del tigre. (Proverbio Chino).


martes, 22 de septiembre de 2020

25 años de Premios Empresario

Pasado mañana se entregarán los Premios Empresario Extremeño del Año en su vigésimo quinta edición. Los periodistas tenemos mucha manía con las fechas y nos gusta todo lo que sea una efeméride. En este caso, se trata de una alegría doble, pues que el galardón económico más antiguo de la región celebre sus bodas de plata es todo un acontecimiento, y que sea El Periódico Extremadura el que lo convoque nos llena de satisfacción a todos los que lo hacemos posible cada día. Todavía recuerdo cómo se gestó aquella primera edición en la sede de Camino Llano y las ilusiones que despertó en los trabajadores de la casa. Fuimos los primeros en crear premios de este tipo y quien da primero golpea dos veces. Después han venido imitadores, sucedáneos y otras zarandajas. Pero los fetén son los nuestros, de eso no hay duda.

Al margen de cómo soplaran los vientos económicos, El Periódico Extremadura y sus galardones han estado ahí, impulsando la creación de riqueza, animando a quienes crean empleo. Este año no podía ser menos. Incluso creo que se hacen más necesarios que nunca. El empresariado, ya machacado por crisis y burocracias, se ve ahora zarandeado por la zozobra de la ‘pandemia económica’. Los amargores de los hombres y mujeres de negocios son enormes estos días. Si les reconocemos el trabajo sin duda redundará en renovar ilusiones y ganas de superar una situación que nos desborda a todos.

Me parece mentira que ya hayan pasado 25 años de aquella primera velada. Anécdotas ha habido muchas en esa gala de las empresas. Este jueves El Periódico Extremadura vuelve a sacar músculo y a mostrar su poder de convocatoria con el mundo empresarial. Lo seguiremos haciendo, palabra. Refrán: Perseverancia todo lo alcanza. 

martes, 15 de septiembre de 2020

Diego, el guerrero del charolés

La próxima Feria de Zafra será muy distinta, y no solo porque se celebrará de forma virtual, sino porque un bastión de la ganadería regional se jubila, tras más de cuarenta años al frente de la secretaría ejecutiva de la Asociación Nacional de Ganado Vacuno Charolés de España. Diego Guerrero ha trabajado como un campeón para mejorar esta raza vacuna y merece también que se le galardone con una gran escarapela multicolor por toda su vida. Comenzó hace 40 años cuando el charolés tenía el sambenito de dar problemas en el parto. Desde entonces se ha mejorado mucho, tanto en morfología del animal como en sus aptitudes cárnicas.

Un secretario técnico tiene que lidiar con un montón de problemas en un escenario complejo como es el de una feria ganadera: problemas de traslado de animales, medidas sanitarias, subastas y concursos morfológicos. Guerrero sentía los colores de la raza charolesa y lo transmitía como speaker con los animales en pista ante el jurado. Su vozarrón era inconfundible también cuando ejercía de subastero y procuraba sacar el máximo rendimiento económico de cada ejemplar. Siempre luchó por su asociación y tuvo que vivir una escisión muy traumática que casi todos los ganaderos desean que acabe lo más pronto posible.

Este ganadero de Moraleja ha visto también cómo ha cambiado el mundo de las ferias, que en la actualidad se ha quedado para unos pocos ganaderos nostálgicos que compiten entre ellos, a pesar de que acudir a una de ellas da más quebraderos de cabeza que otra cosa. Guerrero lo sabía y por eso los mimó siempre. Con su jubilación las ferias ganaderas extremeñas no serán las mismas. Ahora empiezan una etapa virtual, esperemos que sea para bien y no pierdan su esencia. Refrán: El que está cerca de la vaca, algo mama. 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Los ‘influencers’ son los padres

En medio de este crecimiento exponencial de los contagios por covid-19, el epidemiólogo Fernando Simón pide ayuda a los influencers. La ocurrencia es un acto de desesperación ante una situación incontrolable, pero encierra un mensaje que se me antoja muy peligroso: la educación de los jóvenes ya ha dejado de ser definitivamente territorio de los progenitores para convertirse en un espacio propio de adictos al like sin más garantías que el cuestionado algoritmo de YouTube.

Quizá el hecho de que mi madre fuera maestra nacional hace que recuerde claramente la educación que me dio y las explicaciones de asuntos clave en eso que se llamaba urbanidad. Mis padres me educaron. La formación y los conocimientos vinieron después por la escuela, el instituto y la universidad, pero el saber desenvolverme en el mundo con corrección y respeto a los demás correspondió a ellos. Y recuerdo perfectamente cuando mi madre me habló de la importancia de lavarse las manos o de ser educado en la mesa. Mis padres fueron los mejores influencers que pude tener, pues me explicaron estas cosas sin más interés que el cariño y mi porvenir. En cambio, un influencer de internet está ahí porque quiere venderte algo en la mayoría de los casos o necesita del respaldo de un público muy numeroso para monetizar sus intervenciones. Detrás de ellos hay grandes operaciones de marketing y sospecho que sus mensajes, lejos de ser inocentes, tienen siempre una vertiente crematística más o menos oculta. Y eso no quita para que haya excelentes prescriptores, muy bien documentados, pero que no pueden equipararse nunca a la formación universitaria, ni a los consejos independientes que pueden dar los padres.

Sí, los verdaderos influencers son los padres, pero nos hemos olvidado del papel que juegan en la sociedad. Si Fernando Simón hubiera pedido ayuda a todos los padres de España seguro que hubiera tenido más éxito. Desgraciadamente hemos abandonado la educación, los cimientos de la existencia, a un puñado adolescentes con las hormonas revolucionadas que no hilvanan más de tres frases incoherentes en el mejor de los casos, o quieren venderte ropa o cremas faciales. La frase: Quien poco piensa mucho yerra. (Leonardo Da Vinci).