martes, 24 de noviembre de 2020

Heraclio, el 'virrey' de la dehesa

Conocí a Heraclio Narváez prácticamente recién llegado a El Periódico Extremadura. La Denominación de Origen del jamón ibérico daba sus primeros pasos hace treinta años y como presidente del marchamo de calidad tenía por delante un gigantesco trabajo: convertir al entonces desconocido jamón extremeño en el ‘buque insignia’ de nuestros productos. Cuando el covid-19 nos lo arranca prematuramente su labor se pone negro sobre blanco.

Ahora ya todo el mundo conoce las excelencias del jamón ibérico extremeño con DOP y las distingue de productos como el serrano. Bueno, todos menos el presidente del gobierno, según quedó patente en la última Feria de Zafra. Y este mérito, en una gran parte, se debe a Heraclio Narváez. La dehesa, de la que fue virrey, era el paraíso de este industrial de Jerez de los Caballeros y emprendedor nato.

Últimamente estaba más volcado en sus proyectos locales de restauración. Desde hacía unos años mantenía un perfil bajo en sus apariciones públicas. Sabía delegar. Siempre defendió con pasión ‘lo suyo’, que por ende era lo nuestro. Quienes lo conocieron más a fondo hablan de una capacidad innata y natural para encontrar soluciones a los problemas más complejos. A lo largo de tantos años de entrevistas descubrí que tras el ademán repeinado -y cierto aire de señorito en una primera instancia- había un hombre afable que tendió miles de puentes desde la dehesa extremeña al mundo.

Con Heraclio se dignificó la producción porcina, pues desde muy joven estuvo vinculado a ella. Recuerdo con una sonrisa su eterna desconfianza de la prensa, que siempre lo trató con cariño y lo puso en palmitas. Es una pena que la buena labor de alguien aflore cuando éste desaparece. No sabemos valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos. Refrán: Tinto con jamón es buena inyección.

martes, 17 de noviembre de 2020

Tragaderas

Para los tiempos que corren es importante tener unas buenas tragaderas. Nos la están colando, nos la colaron y nos la colarán sin duda en el futuro con leyes mordaza. En la era de las fake news, donde un tuit falso se hace viral en segundos, es cuando más pensamiento crítico se necesita. Los españoles tenemos tendencia a callar ante atropellos e ignominias contra nuestra propia esencia. Parece que en la segunda ola covid en breve muchos niños no se formarán con el español como lengua vehicular gracias a otra ley educativa metida de rondón. España sin español. ¿Cómo se come eso? ¿Cómo le explicamos a un argentino que en España no se estudia la lengua que ellos tan bien usan y conservan? Qué locura.

Hay que tener muchas tragaderas para que no nos rebelemos contra los cambios de criterios constantes en materia de mascarillas: que si no son útiles, que si ahora sí valen, que si no se les puede eliminar el IVA, que ahora sí… La sensación que tengo es que estamos en una Tercera Guerra Mundial en la que luchamos contra un enemigo invisible, sin infraestructuras destruidas, pero sí con la economía derruida a la par que nuestro ánimo, ya por los suelos. Porque en las futuras fiestas vamos a tragar mucha saliva ante nuestras mesas de Navidad, sin seres queridos porque se los ha llevado el virus o porque el confinamiento no lo ha permitido.

Pero no solo hay tragaderas patrias. También allende los mares. En EEUU Trump ha hecho durante su delirante mandato lo que ha querido. Nos obligó a comulgar con ruedas de molino, con aranceles a nuestros productos. Y en esta desesperanza ya no sé a qué santo rogarle. He ido a rezarle a la Virgen de la Montaña y también le pediré el fin de la pandemia a la estatua del Buda Mahar Karuna, esculpida en jade blanco birmano. Pasaba todos los días ante ella en el Auditorio. Ahora tengo pendiente visitarla en el Museo Guayasamín.

martes, 10 de noviembre de 2020

Estado de Cabreo

Ni de alarma, ni de excepción, ni de alerta. Lo que sentimos muchos ciudadanos es un Estado de Cabreo que comenzó en marzo y que todavía no se nos ha quitado de la cabeza, como un mal dolor. Creo que no soy el único que, desde que vio la primera ola, ya avisó de que la segunda se nos venía encima irremediablemente en medio de este ‘sindios’ que se ha convertido nuestra realidad cotidiana. Y lo peor es que esta sensación de ingobernabilidad se extiende por toda la geografía española con la patata caliente de la gestión de la pandemia en manos de 17 directores de orquesta que no saben por dónde meter mano a la cuestión.

Sí, cabreo. Esa es la palabra. Indignación adobada por el dolor de las pérdidas de seres queridos o de amigos o conocidos. Desengáñense: no habrá nadie cuando todo esto acabe que no haya sufrido la mordida del virus en algún miembro de su familia más o menos cercano. Y lo peor es que el Estado de Cabreo se agiganta ante los palos de ciego y las incalificables actitudes de pillaje que se han producido a raíz del descontento general. Nada justifica ponerse un pasamontañas e ir a asaltar el Decathlón de Logroño. Porque están robando no a los capitalistas, sino a otros pobres de solemnidad. Algunos lectores me argumentan que no sólo España está mal y que la anomia se extiende por Europa y el mundo entero. No es consuelo. La sólida democracia norteamericana se ha convertido estos días en una payasada propia de la Italia berlusconiana. Perderle el respeto a la ‘sacra’ urna es una osadía solo propia de locos o visionarios. Vienen malos tiempos, no digo para la lírica, que nunca lo fueron, sino para la cordura más elemental. O llega pronto un remedio para el covid-19 o me temo que del Estado de Cabreo vamos a evolucionar hacia estados alterados en los que el comportamiento irracional de las masas abrirá la puerta a territorio ignoto. Peligro.

martes, 3 de noviembre de 2020

Un siglo de Miguel Delibes


Delibes extrajo del periodismo la urdimbre con la que se forjó como un escritor universal

 A pesar de la que tenemos encima, siempre es buen momento para recordar a nuestros grandes literatos y periodistas. Este año el covid-19 ha arramplado con muchas cosas, pero no ha podido con la conmemoración del siglo del nacimiento de Miguel Delibes (17 de octubre, 1920), escritor y periodista, o ambas cosas en una simbiosis única. Los actos han sido de relumbrón (como la exposición en la Biblioteca Nacional) y humildes, en pequeñas librerías, pero no se han detenido a lo largo de este convulso 2020. Además, como Acontecimiento de Excepcional Interés Público podrán extenderse durante el incierto 2021 que ya otea en el horizonte.

No se sabe qué era antes el autor vallisoletano, si novelista o periodista. Lo cierto es que extrajo del periodista la urdimbre con la que se forjó el escritor. Gracias a ella valoró en su justa medida acontecimientos humanos y aprendió a sintetizarlos en sus obras literarias. Miguel Delibes es un novelista que se apoya en su condición de reportero para contar la realidad, especialmente la rural, con una maestría inusitada.

Muchas reminiscencias del periodismo hay en su obra. Cinco horas con Mario arranca con una esquela de un diario. Aprovechó materiales de sus crónicas viajeras para muchos de sus libros. Además, su experiencia no se limitó a escribir, pues ocupó cargos directivos y tuvo que enfrentarse a las complejas decisiones editoriales que conllevan ese puesto. No fue un mero escritor de oficio que escribía en periódicos. Comenzó a los 20 años en un periódico y lo hizo como dibujante. Otra faceta a destacar es que puso blanco sobre negro las miserias del régimen franquista sin ataques furibundos, con elegancia y humor. Era respetuoso con todas las opiniones y empático en sus análisis. Necesitamos más españoles como él. Y ahora más que nunca. La frase: Contar y andar es la función del periodista (Manuel Chaves Nogales).