miércoles, 17 de septiembre de 2008

Las tristes historias de Ciconia-Cáceres

Desde que llegué a Cáceres hace ya 18 años siempre eché en falta una gran novela sobre la ciudad. Este es uno de los grandes aciertos de Francisco Rodríguez Criado , habitante y superviviente desde sus orígenes de esta columna de papel. Historias de Ciconia es su último trabajo, una novela coral, en la que la vida de cientos de personajes van tejiendo la realidad de la ciudad de Cáceres. Están todos. No falta ni Leopoldo el de la bicicleta. El mismo Francisco Rodríguez Criado es uno de los personajes. Tan solo una semana de vidas entremezcladas sirve para plasmar este óleo impresionista de una ciudad de provincias en el año 2006. Un cuadro con muchos tonos grises y cierta tristeza. Pero es que esta ciudad es así. El libro tiene el morbo de que sientes que a cada página el siguiente personaje eres tú. Máxime en mi caso, porque las referencias al periódico local y sus trabajadores son constantes. La verdad, lamento no haber sido incluido con un papelito.
Una torre de Babel llena de pequeñas miserias, anhelos, vecinos latosos, ´progres´ que no pueden serlo, jándalos inofensivos, honrados padres de familia que no lo son tanto... Las Historias de Ciconia son plenamente recomendables y en ellas Criado demuestra que domina todos los registros de la creación literaria.
Lo cierto es que siento cierta envidia del autor: Historias de Ciconia es la novela que quisiera escribir antes de morirme. El ya se me ha adelantado. Qué rabia. Tendré que conformarme con mis cuentos esperpénticos y disparatados. Refrán: Por fin esta ciudad es literaria veleidad .

Vida y muerte de tío Fausto, el de los toros

Tío Fausto había perdido la virginidad en Talaván, la vergüenza en Coria y media pierna en los toros de Serradilla hace ya tres veranos. Renegrido y más seco que la mojama, a tío Fausto no se le podía encasillar en una edad concreta. Demasiado viejo para tirarse al ruedo, pero muy joven como para pedirle que se retirase de su afición. Cuando nació ya tenía barba y el médico le dijo a su madre que había tenido un soltero para toda la vida. Ahora arrastraba su pierna ortopédica por todas las fiestas taurinas de la región. Aquello le daba la vida, y mucho más ahora que como último esquilador de burros de la provincia apenas tenía trabajo.
--"Pocos burros en el campo y muchos en Mérida", decía el sabio tío Fausto mientras enseñaba una boca llena de mellas, muelas picadas y zonas oscuras de claro origen infeccioso.
Tío Fausto se fajaba un pantalón atado con una guita o con un cuero de talabartero y se lanzaba a la lidia tradicional entre los vítores de la gente. Por la noche, en las fiestas de san Roque, se dice que era frecuente verle en bares de alterne en las carreteras, donde llegó a tener cuenta abierta. Desayunaba tostadas con aguardiente y por la tarde, tomaba un buen solysombra , mientras echaba la partida con los amigos. Usaba una gorra de mayoral tan raída y sucia por los revolcones que parecía un mendigo. Hablaba poco. No le hacía falta. Un día de borrachera se despertó en el campo rodeado de toros que le lamían las llagas. Entonces supo que había muerto y que estaba en el cielo. Refrán: Dame un capote de oro para que no me pille el toro .

Casi víctima de los nuevos ´tocomochos´

Me pasó hace poco tiempo, mientras transitaba por la avenida Isabel de Moctezuma. Una chica se me acercó y golpeó su bolígrafo un cartapacio con unos papeles. No dijo nada y como ponía algo de una fundación de sordomudos todo parecía indicar que se trataba de una cuestación con recogida de firmas. Sin embargo y a pesar de mi candidez, reparé sobre el sello que figuraba en los papeles a firmar.
--Oye ¿Y este sello no es una fotocopia mala y borrosa? ¿Existe realmente esta fundación?
La verdad es que para ser sorda la chica debió leerme los labios porque me puso mala cara y salió corriendo al instante.
Otro día puse la televisión a horas intempestivas y en una cadena supuestamente progresista había un concurso de esos de llamar por teléfono si ves las dos diferencias de unas fotografías.
--¡Venga! ¡Llamad! ¿Por qué no lo hacéis? ¡Hay 500 euros de premio! ¡Pero llamad, hombre!
Yo llamé y te sale un contestador diciendo que tienes que llamar dos veces para que te cojan línea. Lo hice y después otro contestador te dice que vuelvas a intentarlo porque "estás de suerte". En fin, un timo del copón bendito que les reportó a sus arcas más de tres eurakos.
Todavía recuerdo a un señor mayor de mi barrio en Sevilla que me dio una lección sobre las "ganzúas de nuevo cuño". Ingenuo. Ahora me doy cuenta de que los sistemas se han sofisticado muchísimo y que almas cándidas como la mía son candidatas al ´cibertocomocho´. Refrán: Si eres propenso al timo es que tienes cara de primo .

Un corazón ´partío´ por la fiesta nacional

Confieso que tengo el corazón dividido con el asunto de los toros, mucho más en verano, cuando en cada pueblo lidias tradicionales y corridas se suceden para divertir al personal. De un lado, el dolor me repugna, y el dolor animal mucho más. A mí eso de que el toro no sufre, según un último estudio veterinario, me suena a mentira piadosa. A esto hay que sumar las salvajadas que al animal se propinan en celebraciones populares bajo el eufemismo de lidia tradicional y que programas como CQC han puesto en evidencia. También me molesta que en los sanfermines el público esté más ocupado de emborracharse que de prestar atención a quien se juega la vida.
En el otro lado de la balanza se encuentra la belleza del toreo, la tradición que rezuma esta liturgia del enfrentamiento hombre-animal, la estética de un envite en el que no siempre sale victorioso el torero. Porque no olvidemos que puede salir con los pies por delante. Ultimamente, la vuelta a los ruedos de José Tomás ha suscitado el interés por la fiesta nacional. Al parecer este toreo se arrima al animal hasta límites que rozan la autoinmolación. Además, me cae bien porque no permite que se televisen las corridas y porque no entra al trapo de la prensa del corazón, a la que parece que ahora tienen querencia los maestros de la espada. Y por último, José Tomás es republicano y cuando el Rey va a la plaza no le brinda la muerte del toro. La verdad que solo por eso demuestra un valor fuera de lo común y tenerlos muy bien puestos. ¡Olé! Refrán: La fiesta nacional es como nuestro carácter: animal.

Devorado por los tiburones y tiburonas

Un amigo mío me dijo hace tiempo que en la vida hay fundamentalmente dos tipos de personas: los tiburones y los borregos. Estos días de relajo de las costumbres y petardeo de terraza le doy la razón. Vivo rodeado de escualos. Los tiburones son los auténticos depredadores de la noche. Tienen el pelo engomado, camisa de rayitas ajustada, pantalón paquetero, rostro anguloso, facciones perfectas, perpetua sonrisa, cuerpo de gimnasio y un extraño aire de haberlo visto todo en la vida que te tira para atrás. Borregos somos todos los demás, que seguimos ciegamente a los tiburones a los garitos de moda.
--"Lo que no te comes a las 3, no te lo comes a las 6", me dijo un tiburón nocturno hace unos días en una conocida terraza cacereña.
El tiburón mira a su alrededor con los ojos inyectados en sangre, escanea al personal, disecciona a sus víctimas antes de hincar sus dientes y no se desmoraliza ante el desplante de alguna presa. Los tiburones son como los antiguos horteras de discoteca, pero con más formación y buena forma física. La especie mejora. Los tiburones solo comen productos dietéticos y tienen en las discotecas su hábitat natural. Se acuestan tarde y suelen abandonar a sus presas antes del amanecer sin dejar siquiera el número de teléfono. Son depredadores natos y solitarios. Unos ´cracks´, vaya.
Los borregos looser apuramos nuestro triste cubata mientras somos testigos del espectáculo del apareamiento. Nos agitamos salvajemente al son de la música, pero nada, seguimos esperando a una tiburona que nos devore con ganas. Refrán: Por la noche los tiburones andan por los rincones.