martes, 31 de agosto de 2021

Perseidas en Malpartida

Cada año el ritual de las estrellas fugaces me lleva a un punto de la geografía extremeña para verlas y fotografiarlas. Este año hace breves fechas decidí ir al Monumento Natural de los Barruecos. Así, si no disfrutaba de la visión azarosa de las Lágrimas de San Lorenzo, al menos tendría ante mis ojos uno de los paisajes nocturnos más sorprendentes de cuantos conozco. Los rastros que dejan en el cielo el polvo y las rocas del cometa Swift-Tuttle al ser alcanzados por la atmosfera terrestre no tardaron en aparecer. Y el espectáculo no defraudó a nadie.

Por la carretera que conduce a Los Barruecos había una especie de romería nocturna de caminantes. Algunos llevaban sacos de dormir y otros que viajaban en coche hasta el colchón. Todo valía con tal de encontrar una posición cómoda para mirar los límpidos cielos extremeños. 

Alrededor de la charca, con el Museo Vostell-Malpartida al fondo, el paisaje es muy sugerente, con linternas que se agitan como luciérnagas en medio de la oscuridad. Había un gran silencio, solo roto por el canto de los grillos, las ranas y los aplausos cuando uno de estos ‘minibólidos’ surcaba el firmamento. Frente a ellos todo es cuestión de perspectiva, las estrellas fugaces están muy cerca, se encienden en contacto con nuestra atmósfera. En el cielo percibimos luces de estrellas a millones de años luz. Es un viaje en el tiempo. Preside la bóveda celeste la Vía Láctea, como un espinazo gigantesco de la noche.

 A veces me pregunto por qué muchos buscan excitar sus sentidos con viajes, sustancias y emociones artificiales. En Extremadura solo tienes que mirar al cielo para disfrutar de un espectáculo gratuito y especial. Mi deseo fue, claro está, que esta pesadilla en la que estamos inmersos pase pronto de una maldita vez.