martes, 6 de noviembre de 2018

La agonía de la ‘ciudad feliz’

Cáceres, la ‘ciudad feliz’, agoniza. Es un tema ya manido en las conversaciones de sus habitantes, pero aquello de que cuando el río suena agua lleva parece que tiene muchos visos de ser realidad aplastante. ¿Cómo puede ‘agonizar’ una ciudad otrora estandarte de la bonanza y la tranquilidad? ¿Y cuáles son sus síntomas?
Muchas son las señales que se hacen perceptibles a los ojos de todos y que apuntan a la ‘muerte’ de Cáceres. Una de ellas es el cierre de Eroski. Acabo de ver este fin de semana las estanterías de medias y ropa interior completamente tirada por los suelos, que no es más que un trasunto de lo que ha sucedido con la economía local. Recuerdo cuando ir al Eroski (el horroski lo llamábamos entonces) era sinónimo de hacer una buena compra o de evitar el tedio de una tarde lluviosa. Poco a poco, el establecimiento se fue apagando, mermando la calidad de sus productos y la atención al público. Y subiendo sus precios… En Cáceres se ha pasado de tener a Eroski como locomotora comercial a abandonarlo a su suerte. Y han sido los propios cacereños los que lo han propiciado.
Otro síntoma. ¿Cómo en una ciudad en la que cierran las microempresas constantemente pueden crecer las casas de apuestas como hongos? Si no hay dinero en los bolsillos me parece rarísimo que esos negocios puedan prosperar, pero así sucede. La superfarmacia de Isabel de Moctuzuma me encantaba y ahora hay en su lugar un mamotreto negro, que me da mal rollo.
Cáceres ha perdido la alegría. Salvo los grandes templos gastronómicos de los que podemos estar orgullosos, no hay ya ‘vidilla nocturna’, con locales casi vacíos y una escasa programación de conciertos que mantienen con estoicidad algunos nostálgicos. No voy a apuntar responsables políticos --que los hay-- porque creo que todos tenemos parte de culpa de la instalación de Cáceres en la absoluta molicie y la desgana. Y parece que ya es muy tarde. No va a querer instalar su negocio aquí ni Rita la Cantaora. Refrán: Gallo que no canta algo tiene en la garganta