martes, 9 de febrero de 2010

Cordón de san Blas

San Blas, patrón de los laringólogos y protector ante las enfermedades de la garganta, es un santo que me gusta especialmente. En realidad, me agradan todos aquellos que ofrecen alivio para un mal en concreto. Así no se reza ´al buen tuntún´. Este fin de semana me han anudado al cuello otra vez el colorido cordón de san Blas dado el éxito obtenido el año pasado. Y yo lo recibo con agrado. Mi tía-abuela Carmela cuando me veía toser decía: "¡San Blas, san Blas!". Por cierto, que este santo era médico y que su fama viene porque salvó a un niño que se clavó una espina de pescado en la garganta. Ahí es nada.
El sábado asistí a la procesión de san Blas en Garrovillas de Alconétar, con su imagen llena de cordones bendecidos, la multitud de serranas acompañándole y la famosa salida de la vaca-romera al final, dispersando la concentración. Esta vaca no es más que un preámbulo carnavalero, parecido al de la vaca-tora de Acehúche en las Carantoñas. Pero bueno, cualquier antropólogo podría hacer un análisis más profundo que el mío. En Extremadura hay fiestas para aburrirse dignas de tesis o al menos de un estudio a fondo.
Ahora luzco el cordón al cuello con la esperanza de ahuyentar la faringitis todo el invierno. Aunque como fin de fiesta de la jornada me fumé un purito de esos pequeños y me levanté con la garganta fatal. Parece que san Blas a los fumadores ocasionales no les protege, así que seguiré compatibilizando el cordón con la bufanda y la moderación, algo más científico. Por cierto, que la tradición dice que hay que esperar a que se caiga solo para que surta efecto. Me veo dando tironcitos al cordón los próximos meses. Refrán: Por san Blas la higuera plantarás e higos comerás.