martes, 18 de abril de 2023

Carlos Tena, adiós a un heterodoxo

 Carlos Tena, adiós a un heterodoxo

El periodista musical sostenía que si Luis Pastor o Pablo Guerrero hubieran nacido en EEUU, ahora serían más valorados, tanto como Leonard Cohen

La semana pasada nos dejó Carlos Tena, un periodista y presentador que marcó mi infancia y que, de alguna manera, es responsable de mi vocación por comunicar. Sus programas musicales en una Televisión Española que daba sus primeros pasos y que suplía la ausencia de medios con talentazos como el suyo, fueron formidables. Mis primeras experiencias como televidente vinieron en blanco y negro, de la mano de su Popgrama (1977-1980), que despertó mi interés por la música y la necesidad de aprender a tocar un instrumento.

Tena fue militante del Partido Comunista, pero lo suyo no era una pose. Su adscripción política la vivió hasta las últimas consecuencias, que fueron muchas en su vida profesional. Es preciso recordar que en 2003 se fue de España para vivir en La Habana (Cuba), en plena coherencia con su ideario vital. Gracias a Tena, con su característico pelo lacio y gafas de pasta, tomé contacto temprano con creadores como Mike Oldfield, Queen, AC/DC, Patti Smith o Bob Marley. Sumido en esta labor vivió uno de los episodios más duros de su vida, cuando en el programa La caja de ritmos (1983) incluyó un videoclip de un grupo de rock radical vasco denominado Las Vulpes (Las zorras). La letra de una de sus canciones, claramente inadecuada para el horario y el bloque de programas infantil-juvenil en el que se emitió, provocó todo un terremoto político. Él quedó tocado por ese episodio, aún así continuó haciendo programazos como A uan ba buluba balam bambú (1985-1986) que lo convirtieron de facto en uno de los estandartes de la llamada Movida.

Una vez leí un artículo de Tena que decía que si Pablo Guerrero o Luis Pastor hubieran nació en EEUU en vez de Extremadura ahora serían considerados como los Leonard Cohen españoles. El periodista recibió en 2016 uno de los Pop Eye, que se entregaron en el Festival Pop Art, en Cáceres. Descanse en paz.

martes, 4 de abril de 2023

El duro oficio de cantar

El concierto el pasado Sábado de Pasión en la Sala Boogaloo de Cáceres me recordó una vez más lo inmensamente duro del oficio de cantar. La cacereña Paula Rubio y el gaditano Luis G. Lucas hicieron gala de un derroche de talento y belleza musical, con buen sonido, muchas ganas y la ilusión desmedida que caracteriza esas edades. Aunque el espectáculo se redujo a un consumo casi familiar, fue de esas joyas que a veces puede uno encontrarse en una ciudad (y un país) donde el tiempo de los cantautores pasó y solo se presta atención a lo desmesurado y a los macroconciertos. A veces lo pequeño y lo sencillo llega más dentro y tiene más valor. Éste fue el caso.


Paula Rubio es una cantautora local con ideas y hambre de escenario. La vimos en la plaza Mayor el pasado verano y demostró que el gran formato no le queda grande. Tiene la pureza de quien no está aún contaminado por los riesgos laborales del oficio: managers, representantes, industria discográfica, organismos oficiales, gestores culturales… Y en esa candidez reside el inmenso valor de su trabajo. Canciones trabajadas y hechas con las tripas, que llegan al espectador.


 La otra parte del binomio, Luis G. Lucas atesora mucho oficio y experiencia. Gran parte de sus temas hablan de perseguir sueños en el mundo de la música por encima de prejuicios sociales e imposiciones comerciales. Tiene dentro ese duendecillo del genio gaditano y sobre todo mucha gracia y saber estar en el escenario. Ojalá esta unión musical y vivencial con Paula tenga más recorrido y muy pronto tengamos nuevos trabajos de ambos dos. Eso no está en sus manos. A veces para que el talento se revele al gran público tienen que suceder extrañas serendipias y casualidades ajenas a los creadores. Ellos tienen posibilidades, que los vientos los lleven pronto a Ítaca.