martes, 19 de enero de 2021

Sensación de bochorno frío

Voy de casa al trabajo y del trabajo a casa. No he querido ir a visitar a mis familiares en Sevilla durante las navidades. El círculo de personas con el que me relaciono puede contarse con los dedos de una mano y siempre bajo litros de gel hidroalcohólico, mascarillas y distancia social. Los pésimos resultados de la pandemia me hacen sentir abochornado y agotado. Mientras unos ciudadanos hemos seguido a rajatabla los consejos sanitarios, otros se han dedicado a transgredirlos sin miramientos so pretexto de que es algo que solo compete a ellos. Como he dicho en otra ocasión se trata de un cierre perimetral del corazón, de una falta de empatía brutal. Decía Sartre que el «infierno son los otros», pero en este caso no puede aplicarse. Estamos todos subidos a esta bola redonda que surca los espacios siderales y lo que hagamos en ella nos afecta a todos por igual. No me extraña que esta pandemia sea una forma en la que Gaia, la Tierra, nos avisa del poco cuidado que tenemos con este gran regalo que es el planeta donde vivimos.

El mundo está inmerso en la anomia, una falta de referencias alimentada por nuestros propios mandatarios. No nos pueden decir que hay que ser responsables y autoconfinarse, para seguidamente animar a reactivar la economía yendo a los bares y tiendas, para después cerrarlos. Esto es un ‘sindios’. Espero que todos los patinazos que los políticos están dando pasen la factura debida ante las urnas. Esta pandemia se va a llevar a miles de personas, la generación que trajo la democracia, y a gran parte de la clase política. Espero que para bien y los que vengan tras ellos sean más empáticos con los ciudadanos, más diligentes en sus actuaciones y más sinceros en sus planteamientos. Desgraciadamente este virus está sacando lo peor de nosotros: el egoísmo y la ineptitud más recalcitrantes. Refrán: Bochorno frío, aumenta el río.