martes, 6 de septiembre de 2022

Lágrimas de sabio

 Lágrimas de sabio

Los seres humanos verdaderamente grandes no piensan en laureles en los grandes momentos, sino en sus seres queridos


Este jueves es el Día de Extremadura, la jornada de afirmación identitaria de los extremeños. Repasando las trayectorias de las Medallas de Extremadura que se entregarán mañana uno se da cuenta del gran salto que ha dado la región en los últimos años. He hablado con los receptores de este alto reconocimiento regional y el resultado de estas entrevistas se publicará el 8 de septiembre en un completo suplemento de el Periódico Extremadura. Pienso en Guadalupe Sabio, una pacense que se encuentra en el top ten de la investigación internacional, y rememoro su emoción cuando recordó a su madre durante la conversación. Solo los verdaderamente grandes son así. No pensaba en su gran responsabilidad, ni en las publicaciones científicas, ni en laureles investigadores, sólo en que ese gran día sus ojos buscarían entre las gradas del Teatro Romano a un ser querido que no estará.


En el suplemento también hay espacio para Eva González, que siendo niña emigró a Holanda, y se convirtió en una abogada de prestigio internacional. Me confiesa que habla la fala de San Martín de Trevejo en su círculo más íntimo. Eso es preservar las raíces. En un mundo globalizado ella ha podido tumbar, con paciencia infinita, una situación injusta que sufría un colectivo vulnerable, el de los emigrantes . También es para quitarse el sombrero es la trayectoria de Marco Antonio Sánchez Becerra que, lejos de arredrarse ante una enfermedad mortal, hizo de su testimonio un estandarte vital. Ya en el plano institucional están los reconocimientos a la ciudadanía de Don Benito-Villanueva por su impulso al proyecto de una nueva ciudad en común o el de la Federación Extremeña de Caza, que ha dado un vuelco total a la imagen del cazador. En conjunto estas medallas son para sentirnos orgullosos del rumbo por el que camina la región. Eso sí, sin olvidar las enormes carencias que persisten, pero la jornada del 8-S no es para lamentos. Para reivindicar está el resto del año.