martes, 14 de julio de 2020

Un año sin Feria de Zafra

Solo he faltado una vez en los últimos 30 años a la Feria de Zafra: cuando me casé. Por eso que la pandemia haya obligado a suspenderla me llena de una desolación inusitada. Siempre se ha dicho –erróneamente- que Zafra era el ‘termómetro’ del agro regional. Ahora no celebrar la feria es como si el enfermo ya estuviera muerto.

De hecho, mi vida la divido en dos partes: el tiempo que desconocía lo que era la Feria de Zafra y desde que la descubrí. Allí he vivido momentos periodísticos inolvidables, visitas reales, los grandes fastos del 92, exclusivas informativas, y hasta hice información rosa, más propia del couché que del papel prensa. Los días en la Feria de Zafra están siempre repletos de emoción. Es como si la ciudad tuviera dentro de ella otra, bulliciosa y cosmopolita, más activa y luminosa.

En Zafra vi por vez primera un billete de quinientos euros en la compraventa de una cochina. He conocido ganaderos muy singulares. Sí, esos de sombrero de ala ancha, gafas de sol, diemte de oro y una cadena al cuello que les pesa más que todo el cuerpo. Los he visto pujar en la nave de subastas con un fajo de billetes abultándoles el bolsillo.

He vivido tardes de emoción en el coso taurino y el triunfo de los matadores en el Hotel Huerta Honda. Allí, con Noni de anfitrión, se cocía la intrahistoria de la FIG y se hacían negocios de sumas millonarias. De noche, en el ferial, las casetas son un hervidero de cuerpos que se amalgaman bailando, de deseo carnal en estado puro. Y al día siguiente vuelve a girar la rueda.

Un año sin Zafra es como si se cercenara parte de mi vida. Y no solo de la mía, sino la de miles de profesionales cuyo año depende en buena parte de cómo les vaya en la feria. Este virus nos está quitando mucho más de lo que parece: no solo vidas humanas, sino una forma de vivir. Me temo, en el futuro, una Feria de Zafra virtual con animales apareciendo en pantallas digitales y ganaderos tecleando en ordenadores portátiles. Ya no será la Feria de Zafra, sino otra cosa. Refrán: En esta feria has de ser o mercancía o mercader.

martes, 7 de julio de 2020

Reencuentros

Son días de reencuentros. La diáspora a la que nos había obligado el confinamiento ha terminado para muchos. Amigos, familiares y conocidos se vuelven a ver las caras en un ejercicio que combina la emoción y la desolación a partes iguales. Los encuentros –que antes eran algo natural- son ahora una representación bizarra de la amistad, llena de abrazos inconclusos, de ademanes de caricias. Todo ello en un escenario dominado por las mascarillas y el gel hidroalcohólico. ¿Es ese el futuro aséptico que nos espera?

Estos días me he reencontrado con familiares y amigos, que verbalizaban su dolor. Porque en todos los lados ha habido alguna cicatriz, directa o indirectamente relacionada con el virus. ¿Ha existido alguna vez una época con tanto fallecimiento de gente mayor? El reguero de muertos es apabullante. No nos vendan otra realidad maquillada o edulcorada, por favor.

En esa reunión contabilizábamos los fallecimientos que habíamos sufrido en el grupo. Todo era una balsa de dolor acendrado que se extendía en una primera conversación tras tres meses de separación. Los profesionales de la sanidad relataban cómo se habían hecho mascarillas con calzas para los pies en los primeros estadios de la ‘guerra’, pues consideraban que la medicina que habían aplicado era la propia de esa situación límite. Otros mostraban su sorpresa por haber visto la M-30 sin coches en un escenario apocalíptico. Incluso hubo quien refirió la impresión que les había causado escuchar rezar a varios vecinos desde los balcones, en una letanía forzada por el miedo y la desesperación.

Así que ahora, en estos momentos en los que hay que aplicar más que nunca distancia social y mascarillas quiero pedirles a todos aparcar un tiempo los achuchones y restregones tan propios de nuestra cultura. Hay miles de personas que han fallecido, les debemos un homenaje. Volver a los contagios sería como faltarles el respeto a ellos y a todos los sanitarios que se han dejado la piel. Asumámoslo: nada va a ser como antes. De nosotros depende poder volver a la vida antes del 13 de marzo.