El 8-S me acordé de los muchísimos trabajadores que a lo largo de un siglo han pasado por El Periódico Extremadura, muchos de ellos con una labor discreta, prudente y callada
He asistido a lo largo de estos 32 años de ejercicio profesional a
muchos Días de Extremadura. Claro está, nunca con tanta emoción ni
orgullo como en este último. Quisiera resaltar que no había escuchado
tantos aplausos improvisados a los reconocidos con los galardones del
8-S. En las gradas del Teatro Romano de Mérida se aplaudió a rabiar y se
hizo de corazón, especialmente cuando salía en la pantalla alguna
imagen de El Periódico Extremadura o se le citaba. No era una clap
orquestada artificialmente la que daba palmas. Ni siquiera los aplausos
correspondían solo a los trabajadores que nos habíamos desplazado allí.
El hemiciclo lo hacía por completo, con fuerza, agradecimiento,
sinceridad y orientaba sus manos hacia donde estábamos los curritos,
algunos por cierto, trabajando in situ. En esos momentos me acordé de
los muchísimos trabajadores que a lo largo de un siglo han pasado por la
casa, aportando, cada uno en su momento, el esfuerzo para llegar a
estos cien años que no son meta, sino solo un hito en una carrera que
apunta más lejos. Ojalá esos aplausos se hayan oído en el cielo donde
ahora tantos profesionales de la casa descansan del trajín informativo.
Eso sí, si hubiera habido un ‘aplausómetro’, la palma se la hubiera
llevado la Unidad de Oncohematología del Materno de Badajoz. Entre el
público no solo había padres de niños que han superado la enfermedad,
sino también aquellos que no pudieron hacerlo. Fíjense qué nivel de
agradecimiento. El pasado viernes sentimos el calor de toda una región.
Después vendrá el día a día. Los medios de comunicación debemos ser
«incómodos», como dijo la presidenta María Guardiola y seguiremos siendo
molestos para el poder como el tábano de Sócrates y criticados como él.
Aún así, ahora sabemos que el esfuerzo merece la pena con creces.