martes, 7 de julio de 2009

Los intocables de Vicente Ferrer

Los absurdos criterios de los medios de comunicación son responsables de que la muerte de Vicente Ferrer no haya ocupado las páginas de periódico que merecía este cooperante español. Parece que es más importante saber qué drogas tomó Michael Jackson antes de morir o cuánto costó Kaká que el ejemplo que dio en vida este exjesuita español por su entrega a los auténticos parias de la tierra. La vida de Vicente Ferrer es ya leyenda, a pesar de lo patente de su obra con los intocables de la India, esos que el sistema de castas machaca sin piedad. Luchó en el bando republicano en el Partido Obrero Unificado Marxista y no disparó ni un tiro. Fue depurado en campos de concentración en Francia y España. Llegó a la India como misionero jesuita y cuando sus jefes le criticaron por preocuparse más por los pobres que de hacer proselitismo abandonó la orden. Fue expulsado del país y recuperado por la propia Indira Gandhi ante la incontestable labor social que había realizado. Este revolucionario silencioso fue siempre incómodo para los ricos y las clases dirigentes indias. La muerte de este hombre que habría merecido el Nobel de la Paz y un reconocimiento universal --ya se habla de hacerle santo-- ha pasado de puntillas por los medios de comunicación. Su historia no tiene ´tirón´. Y es que hay distintos tipos de muertos. Igual que cuando se estrella un avión del tercer mundo parece que los fallecidos son merecedores de menos minutos en la televisión que los del selecto vuelo de Air France hacia Brasil. ¡Qué mundo más injusto! Refrán: ¡Ferrer, santo subito!