martes, 13 de octubre de 2015

Marino y su estanque de carpas amarillas

El último libro de Marino González Montero , editor y poeta, me ha cautivado porque reúne dos de mis pasiones: los peces y la poesía. Conocí a este auténtico quijote de la literatura hace ya casi quince años en un curso de verano del Escorial en el que Benjamín Prado y Luis García Montero explicaban al alimón 'Cómo se escribe, una novela, un poema, una canción...'. El ya no se acordará de mí. Entonces teníamos el pelo oscuro los dos. Parece mentira que en este mundo de redes sociales todavía haya un loco como Marino que cultive la poesía con la editorial De la Luna Libros , arma cargada de futuro en un mundo donde escribir es llorar y escribir poesía le cuesta hasta dinero a los poetas. Su texto --de cuya ejecución hemos sido espectadores sus contactos de Facebook-- está lleno de guiños lingüísticos y juegos de palabras para disfrutarlos con delectación. El estanque de carpas amarillas como trasunto de la vida, de quienes somos sus espectadores las cuatro estaciones del año; de quienes posan su mirada serena en los momentos mágicos de la existencia. Tankas y haikus de verbo tamizado, sutiles, que demuestran un profundo conocimiento de la herramienta, el lenguaje, para tocar el corazón del lector como si lo saludara naturalmente por la calle. Destaco de entre todos un texto llamado 'A veces me desmayo', que traspasa el género para convertirse en poesía teatral. Y es que en este estanque de carpas amarillas hay un torrente de sensibilidad que sin duda nunca se detendrá. Refrán: De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco.