martes, 9 de noviembre de 2021

El gran apagón mental

En todas las conversaciones se está colando el asunto del gran apagón. Desde la teoría de la conspiración ha saltado este rumor, que pretende convertirse en noticia a golpe de click y del boca a boca. Como ya sucediera con el papel higiénico durante los momentos más duros de la pandemia, en las grandes superficies –y Cáceres no es una excepción- se están agotando todos los elementos del kit de supervivencia básico. Infiernillos, velas, linternas e incluso placas fotovoltaicas pequeñas se están agotando y son objeto de deseo. El gran apagón no deja de ser algo propio del ámbito de la especulación que se ha colado en los medios de comunicación, saltándose a la torera cualquier código periodístico mínimo de control de calidad. Los medios, en especial los audiovisuales, deberíamos hacer examen de conciencia, porque estamos dando visos de veracidad a un mero rumor infundado.

Me alegro, porque algunas empresas están haciendo caja a cuentas del gran apagón, pero eso no quita para que haga una lectura algo más profunda. Efectivamente, creo que el gran apagón se ha producido ya. Es un apagón mental, en nuestra sesera. Con la vacuna no nos han inyectado un microchip, sino algo todavía peor: miedo. Como una pandemia de estas características era improbable, el hecho de que haya sucedido nos lleva a pensar que otra catástrofe puede ocurrir en cualquier momento. Y ahí entran los ‘conspiranoicos’ inyectándonos miedos a mansalva. Con pavor en el cuerpo no se puede pensar. Quieren que no lo hagamos. De hecho, barajan quitar la filosofía de la enseñanza media. Eso equivale prácticamente a tratarnos como borregos y a manejarnos a su antojo. No nos quieren despiertos ni críticos. Tener en casa velas, linternas y comida por si falla la electricidad es simplemente muestra de sentido común y es normal tenerlas a mano. De ahí a la que se ha formado hay un abismo que a muchos les interesa que crucemos… muertos de miedo. Refrán: La verdad, permanece, la mentira, perece.