martes, 9 de octubre de 2018

Arde Sintra

Cuando he leído este fin de semana que el fuego devoraba la sierra de Sintra (Portugal) no he podido más que sentir un estremecimiento. Con un balance de 18 personas heridas leves y cientos de evacuados, no cabe duda de que ha sido un incendio de grandes dimensiones, en este verano que no parece acabar nunca. Y mi corazón se ha conmovido porque no hace mucho tiempo estaba allí, conociendo los espectaculares recursos naturales y patrimoniales de la zona, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Parece mentira que tan cerca de Extremadura se encuentren espacios tan llenos de historia y tan hermosos. Sintra no se conoce ni se disfruta en un día. Son necesarias varias jornadas para comprenderla en su totalidad. Tiene lugares que parecen sacados de cuentos de hadas, como el Palacio da Pena, residencia de la familia real portuguesa durante el siglo XIX. Su colorido, su arquitectura romántica y el excelente estado de conservación de las estancias sorprenden al viajero. Además, la simbología esotérica de sus jardines y fachadas siempre me intrigó. Destaco una ventana consagrada al Tritón como alegoría de la creación del mundo, que es de estilo manuelino. No deja indiferente.

En Sintra hay otro espacio que merece más de una visita: la Quinta da Regaleira. Adquirida por Antonio Augusto Carvalho Monteiro a los barones de Regaleira en 1892, parece totalmente un castillo de la bruja de Walt Disney. A todo el que le atraiga lo que esté relacionado con la masonería encontrará en el palacio y su espectacular jardín-laberinto el verdadero paraíso. Pocas veces he disfrutado tanto como cuando recorrí su pozo iniciático desde arriba hacia abajo y llegué a la Rosa de los Vientos. El lago de la cascada, al que se accede por unas grutas es otro de los lugares llenos de encanto y misterio.

Ahora que este incendio parece controlado, respiro tranquilo porque ese rico patrimonio, tan cerca y tan lejos, sigue intacto. Refrán: Fuego sin humo puede haber; pero humo sin fuego no puede ser.