martes, 2 de noviembre de 2021

El calamar y su doble juego

El Colegio Nazaret de Cáceres no recomienda los disfraces relacionados con la serie El Juego del Calamar y se abre un profundo debate en la sociedad. De entrada, celebrar Halloween me parece una soberana horterada. Prefiero mil veces a don Juan Tenorio, con su convidado de piedra y su verbo florido, al ‘truco o trato’ estadounidense que propone elegir entre una dualidad banal y trasnochada. Donde esté un buen ‘calbote’ de castañas con los amigos que se quiten las liturgias yanquis. 

Una vez sentadas las bases sobre lo que pienso de esta fiesta importada quisiera analizar esta recomendación realizada por los docentes. Me parece fantástica. Deberíamos escuchar a los profesores y su magisterio. Yo iría más allá: recomendaría por lo general no vestirse de mamarracho. Es una falta de respeto a los difuntos y un sindios. No he visto El Juego del Calamar. No me gusta la violencia. ¿Han visto ustedes Anillos de Oro o Segunda Enseñanza, escritas por Ana Diosdado? Eso son series: amor, intriga y lección moral. Sí, moral. No sé por qué le tenemos repelús a esa palabra. Lección de vida. A lo mejor me tildan de retrógrado, pero los rombos que la televisión pública ponía cuando emitía cualquier película eran muy útiles. Para millennials: Era una calificación orientativa que se colocaba al comienzo de la serie. Yo no vi en su momento Hombre rico, hombre pobre, ni Dallas. Tenían dos rombos. Ahora esas series comparadas con cualquiera de la actualidad serían aptas hasta para los niños de pecho.

Hemos hecho las cosas muy mal. Los infantes están a un golpe de ratón de toda la maldad humana, que se proyecta a diario en las pantallas o pulula por internet. Con la personalidad sin moldear se les puede hacer mucho daño. El Juego del Calamar solo es un ejemplo más de violencia gratuita. No discuto sus valores audiovisuales, pero creo que los docentes del Colegio Nazaret han estado acertados y comedidos. La responsabilidad es de los adultos, claro está. Ni las tabletas ni las series educan, eso es cuestión exclusiva de los progenitores.