miércoles, 24 de marzo de 2021

Somos experimentos andantes

La semana pasada, mi mujer, que es personal sanitario, comprobó qué lote de la vacuna AstraZeneca le habían administrado. Pues bien, era el famoso y sospechoso ABV5300. No pueden ustedes imaginarse la inquietud, el miedo, la incertidumbre y desazón que esta situación genera en un ser humano y quienes le rodean. Después vienen las lágrimas y un pellizco sordo que se te agarra al estómago como una tenia. Su situación no es distinta a la de otros 13.000 extremeños, pero eso no consuela. Tampoco te quita el pesar que las autoridades salgan en tromba a defender las bondades de la farmacéutica con estudios y comprobaciones. Estamos inmersos en una guerra de las mentiras donde nada de lo que se dice tiene valor al día siguiente. Dijeron que el covid era una gripe, que apenas habría víctimas, que las mascarillas no eran necesarias, que todo estaremos vacunados en verano… Al final tienen que desdecirse, porque la realidad es como una bofetada en nuestras narices. Estamos en territorio ignoto. No me creo ya nada de nadie. Tienen nuestro bien más preciado, la salud, en sus manos y nos tratan como verdaderos experimentos andantes.

Sospecho que en medio de esta crisis sanitaria y económica hay quienes se están enriqueciendo de forma escandalosa. Sucede en todas las guerras y conflictos. Mientras la mayoría las pasamos canutas, otros se encienden puros con billetes de quinientos. No se me va de la cabeza que este sindios de las vacunas no es más que el trasunto de una guerra de precios y que hay mucho de propaganda en todo ello. No entiendo de medicina, ni de virologías, ni de pandemias. Solo sé que el ser humano que más quiero en este mundo tiene que ponerse en unas semanas la segunda dosis de AstraZeneca, confiando a ciegas en los avances de la ciencia, que, estoy seguro, van en la dirección correcta. Los políticos no, a su bola, con sus peleas de adolescentes, y mercadeando votos y escaños.