miércoles, 27 de marzo de 2024

Modelo de examen

La Uex ha escogido textos de El Periódico Extremadura para confeccionar una prueba tipo dirigida a aquellos que quieren superar la Ebau. Confieso que si me pusieran ahora ese examen con mi propio texto probablemente no lo aprobaría.

Pilar Galán, escritora y docente que ilustra estas páginas con artículos certeros, en su extrema generosidad, me llamó la semana pasada por teléfono para advertirme de un hecho relevante: Han elegido textos de ambos para confeccionar un modelo de examen de la prueba de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (Ebau) y los han colgado en internet para que los aspirantes a universitarios los analicen. Ante este hecho no sé si inquietarme o alegrarme. Por un lado, que escojan textos de El Periódico Extremadura para un examen es indicativo de la importancia que aún tiene la prensa escrita, al menos en el ámbito universitario. 

Todos tenemos en nuestro corazoncito una pizca de vanidad y, si soy sincero, no puedo ocultar que enorgullece ese hecho. El artículo se llama Posología literaria y cuenta mis impresiones sobre un libro de Luis Landero allá sobre 2021. La tesis es que, al igual que sucede en el mundo de la farmacopea, el consumo de buena literatura debe ir acompañado de unas indicaciones sobre cuándo y cómo hacerlo para que se asimile mejor por el lector.

Me da miedo que los jóvenes bachilleres me cojan tirria. Van a ser muchos los que lean esa reflexión y contesten a las preguntas en los tres bloques que establece: Comunicación Escrita, Conocimiento de la Lengua y Educación Literaria. Experimento cierto sonrojo cuando hacen preguntas sobre las palabras que empleé, como ‘osado’, ‘lacerante’, ‘diseccionar’ o ‘posología’, o proponen hacer un análisis sintáctico sobre una oración que nació en la redacción de la calle Doctor Marañón: «En un mundo en el que los adolescentes alardean de solo leer el twitter, esta posología literaria podría hacer incluso que ganáramos algún lector».

martes, 19 de marzo de 2024

Manolo García, el tábano social

 Manolo García, el tábano social

Recuerdo la frase del poeta Gabriel Celaya que decía aquello de «tomar partido hasta mancharse». El caso del músico Manolo García, que pasó este fin de semana por Cáceres, es paradigmático en este sentido. No voy a glosar su concierto, que ya se ha hecho con acierto. Pondré la lupa en sus meditadas palabras entre una canción y otra, en las que rezuma un mensaje repleto de autenticidad.

Lo primero que destaca es a quién iba dedicado el recital: a la Asociación por la Defensa de la Naturaleza de Extremadura (Adenex) y a los pequeños y medianos agricultores. Añade que lo viene haciendo siempre así. Es fiel a su palabra. Recuerdo hace años un concierto en el hípico de Cáceres donde hizo esa misma dedicatoria y en el que sacó una pancarta contra la refinería. Aquello le granjeó no pocas enemistades con el poder político. El sábado, desde las primeras canciones, refrendó su apoyo a las movilizaciones de los agricultores, que forman parte del primer eslabón de la cadena vital del ser humano.

La vocación ecologista de Manolo García es una de sus improntas y, de hecho, continuó lanzando soflamas en este sentido. Lo primero que hizo fue alabar «lo bien que vivimos los extremeños», gracias a una naturaleza bien conservada como en ningún otro lugar de Europa. Sospecho que a Manolo García le encantaría vivir aquí. Después, dio consejos sobre las llamadas energías verdes o alternativas. Fue especialmente insistente en el lugar de ubicación de las placas fotovoltaicas. Afirma que tienen que colocarse en las medianas de las autopistas y en lugares ya perdidos desde el punto de vista conservacionista, «como los polígonos industriales», pero no en los tejados de las casas de los hermosos pueblos extremeños. Y también le dio un repaso a la energía eólica: los molinos no deben instalarse en tierra firme, sino en el mar, donde no suponen un quebranto ni estético ni natural. Ay, Manolo, nunca te tomes vacaciones de ti mismo. Eres como decía Sócrates, el tábano social, el que recuerda a cada momento nuestros errores y nos pone frente a ellos como un espejo, el que denuncia las injusticias y plantea las preguntas que nos incomodan a todos. Finalmente, de soslayo, se refirió al problema territorial: «solo sé que solos no somos nada y que juntos se logran más cosas, como me sucede con mis músicos». Genio y figura. Y eso que estaba cojo y griposo.

martes, 12 de marzo de 2024

Violencia cotidiana

https://www.elperiodicoextremadura.com/opinion/2024/03/12/violencia-cotidiana-99316308.html

Cada vez soy testigo de más casos de violencia cotidiana. Me refiero a los excesos verbales con el prójimo, a la mala ‘milk’ que muchos ciudadanos destilan en su día a día con sus semejantes, a la incomprensión de los vecinos y al mal conducirse por la vida. 

Estamos poseídos por un extraño resorte que salta a las primeras de cambio. Hace unos meses, muy temprano, iba por la calle y una mujer que iba por mi acera incomprensiblemente me dio un golpe con la mochila que llevaba al pasar con rabia por mi lado. “¡Iba por mi derecha!”, me espetó. Después escuché un improperio contra mi persona. Si a las ocho de la mañana ya estamos como un volcán no quiero pensar qué sucederá a las diez de la noche.

Continúo. En la cola para pagar en una conocida firma de ropa, la dependienta al ver que están todos muy pegados en la cola, de forma amable, me comenta que me separe de la clienta que tenía delante de mí. Me explica que están dando datos sensibles, como número de teléfono y pines y que lo mejor es separarse. Le contesto que tiene razón y doy unos pasos más atrás. La clienta que tengo a mis espaldas se da por aludida y le habla de malas formas aduciendo que no para de repetir lo mismo. La dependienta le contesta con educación y tratando de templar gaitas y la señora se enerva cada vez más. ¿Ya no recordamos los tiempos del covid en los que había que guardar distancias de seguridad? No hemos aprendido nada.

Y sigo. En la cola del banco, esperando a que abran, un señor mayor actualiza su cartilla acompañado de su perrito en la puerta, en la calle. Una clienta que estaba en la cola le afea que el perro le está molestando. El minichucho no se acercó ni unos metros, pero ella lo percibió como una amenaza. Es cierto que los animales de compañía no pueden ir a determinados sitios, pero creo que tenemos poco aguante. Somos muy tolerantes para determinadas cosas y para otras sacamos la garrota inmisericorde.

Recuerdo que cuando era pequeño había una asignatura que se llamaba Urbanidad en la que te enseñaban a ponerte en el lugar el otro y a tratarlo con exquisita educación. Y no digamos si nos referimos a las enseñanzas de Jesús de Nazareth de amar al prójimo como a sí mismo. Espero que esta Cuaresma nos haga reflexionar a todos.


martes, 5 de marzo de 2024

Íbamos a ser mejores...

Durante la pandemia repetimos un mantra que rezaba que de aquel trance «íbamos a salir mejores». Nada más lejos de la realidad. El alto nivel de egoísmo y violencia se palpa hasta en la cola del pan. Tenemos a flor de piel la contestación desairada y el feo al vecino. Aquello de que «el infierno son los otros» de Sarte está en plena vigencia. Lo malo es que, mientras repetíamos esa fe en la bonhomía universal, abrigábamos la sospecha de que a nuestras espaldas algo se estaba cociendo. En cualquier situación de crisis mientras unos las 'pasan canutas' otros se hacen millonarios. Desgraciadamente, estas suposiciones se están confirmando.

El caso Koldo revela que, supuestamente, mientras hacíamos mascarillas con trapos y gomas y muchos agonizaban en los hospitales, a razón de mil muertos al día, otros, en la sombra, hacían business de la forma más abyecta, traficando con nuestra salud. Aprovecharon la situación para llevárselo calentito. No sé si han reparado en lo parecidos que son el caso ERE en Andalucía y el caso Koldo. Tras lograr un supuesto bien común, la paz social en el primer caso y el abastecimiento de un artículo clave para la salud en el segundo, unas personas sin apenas formación aprovechan una falla en el sistema para enriquecerse. Arriba de la pirámide, los que mandan miran hacia otro lado. Abajo, los mandados, se llenan los bolsillos con comisiones y sueldos que no deberían percibir. El dinero canta mucho. ¿No se extrañaban los notarios de que se adquiera a nombre de una menor de edad un inmueble en Benidorm por 115.000 euros sin constituir hipoteca? ¿Los enriquecimientos patrimoniales fruto de las mordidas no se detectaban en Hacienda? A los ciudadanos de a pie, a los curritos, se nos pone la lupa en cuanto que nos salimos un poco de la normalidad y se nos hace una ‘paralela’ en un santiamén. También hay otra coincidencia entre el Caso ERE y el Koldo. Un chófer, en el primero, y un guardaespaldas en el otro, eran los que movían el cotarro y se llevaban las mordidas.

Por último, me preocupan los escenarios donde se fraguan estas componendas. Existe una querencia a las marisquerías brutal. No sé qué tiene eso de pelar la gamba y de chuperretear centollos y patas rusas que vuelve locos a estos listos. El dinero, además, no se emplea en adquisición de libros o asistir a espectáculos culturales. Se han comprado más una treintena de Lamborghini y apartamentos en zonas costeras. Una horterada. En fin, la pandemia no nos ha hecho mejores, nos ha lanzado a la cabeza el agua helada de una jarra de realidad que abochorna.

martes, 27 de febrero de 2024

Atardecer en Valdecañas

Todo está tan adaptado a la naturaleza que es la propia naturaleza la que acaba invadiendo la obra del hombre

Con el sol despidiéndose por el horizonte, la playa artificial de Valdecañas se llena de una luz anaranjada, tenue, que besa la superficie del agua. En la arena, los jabalíes han dejado sus huellas por toda esa orilla que en verano se llena de risas de niños y conversaciones intrascendentes. Se escucha el canto de varias especies de pájaros a la vez y es imposible distinguir de cuál. ¿Serán palomas torcazas o mirlos?

 Al fondo, los chalés que se quedaron a medio construir, unos más acabados que otros, pero todos afectados por la desolación de estar a medio camino. Recorro el perímetro de la playa artificial mientras en la lejanía la luz se filtra por unas nubes que hace un rato descargaron su agua salvífica a los campos cacereños. El embalse, separado por un malecón de la playa artificial, tiene el agua encrespada, que muestra un color de gema antigua, de joya olvidada en el tocador de la abuela. Es un espacio lleno de belleza, de esa que es difícil de atrapar con las palabras. El viento dobla los juncos de la ribera en un intento de tumbar la tarde definitivamente.

La banda sonora de Valdecañas es un continuo trino de pájaros, solo roto por el casi imperceptible sonido de los carros de golf que atraviesan la geografía de la isla artificial en busca de hoyos, en un paisaje dominado por el color verde.

En el restaurante del hotel Vincci, Ribereño, se ha colado un pájaro y, aunque hace viento, abren las puertas y lo persiguen con una sonrisa y leves aspavientos para que se vaya. Es una coguta a la que ya le han puesto nombre: Rascapichu. Todos los días se cuela para saludar a los clientes, e imagino que picotear alguna miga de pan caída en el suelo. Los pájaros no saben de sentencias judiciales. Al final, en Valdecañas, todo está tan adaptado a la naturaleza que es la propia naturaleza la que acaba invadiendo la obra del hombre. No voy a entrar en disquisiciones sobre el equilibrio entre desarrollo y ecosistema. Solo sé que dar marcha atrás a todo ese complejo sería una locura de esfuerzo y un coste monumental sin sentido. Entiendo que, quienes puedan, paguen un dineral por tener allí su lugar para la desconexión de la urbe y la conexión con Gaia. Me gustaría que este impás en el que está Valdecañas se resolviera bien y en total armonía con la naturaleza.

martes, 20 de febrero de 2024

Almendros y uves en el cielo

Un sabio me preguntaba cada vez que yo tenía una duda sobre algo muy obvio: «¿La grulla es un pájaro grande o pequeño?». No hacía falta contestarla. La pregunta tenía implícita la respuesta. 

Estos días en la fuente de la Nacivera, que se encuentra en la cañada real de ovejas merinas de Navas del Madroño, he visto el paso de las grullas hacia espacios más cálidos. Es muy curiosa la formación en letra uve de estas aves que emiten trompeteos característicos y sonoros. Avisan sin duda, del cambio de estación, en este sindiós en el que se ha vuelto el clima. La mañana era luminosa y calurosa en pleno febrero y me pregunté por los inexorables ciclos del mundo, por los antepasados que han ido a beber de la Nacivera, una fuente natural, de agua no potable, a la que acuden cientos de personas a llenar sus garrafas.

Pienso en el inevitable paso de las estaciones en la vida. Lo hacía después en la Fiesta del Almendro en Flor de Garrovillas, en un paraje Gallito a rebosar de romeros dispuestos a celebrar los albores de una primavera que se adelanta cada año.

Este año los almendros tiñeron de blanco y rosa la zona justo en pleno Carnaval. Las lluvias de la semana anterior hicieron caer la mayoría de los pétalos. Fue la de este año una fiesta sin flores. Sin embargo, los garrovillanos se cobijaban bajo los almendros ancestrales, en una liturgia atávica, en la que la hermandad y la fraternidad entre clanes es la nota predominante. Son almendros viejos, de poco fruto y de vistosas flores. En este tiempo en el que llevamos siempre una cámara de fotos en nuestro móvil son innumerables las que se hacen los grupos junto a este árbol de la familia de las rosáceas. Después de la fiesta uno llega a casa y se da cuenta de que esa misma foto o parecida ya se la hizo un familiar hace años. Es un cartón ajado, con la imagen desvanecida en el que reconoces a los abuelos. Ese fantasma te habla sin palabras de los tiempos pasados, siempre los mismos, siempre distintos. Y el dolor por los que ya no están en esa fotografía se te clava en el corazón.

Muchas veces mirando al cielo pienso oteando grullas, elanios o cernícalos, miro las nubes, siempre las mismas y siempre distintas como el río de Heráclito. No dejo de pensar en que cuando no estemos las aves volverán a sus cuarteles de invierno, y cirros y cúmulos volarán sobre las cabezas de otros que no seremos nosotros.

martes, 6 de febrero de 2024

Plasencia y Sevilla 'too much gay'

Estamos acostumbrados actualmente a una sobreexposición informativa que para algunos ya se ha convertido en adictiva y que nos convierte cada día en seres humanos más desgraciados, en una caricatura muy simple de lo que éramos cuando no había redes sociales y solo existían medios de comunicación tradicionales. Al final, todo se reduce a encasillarnos y etiquetarnos con estereotipos como ‘facha’, ‘progre’, ‘feminazi'… Ya todos somos meras etiquetas. Esta suministración de información se asemeja mucho a la que realizan los traficantes de droga.  

¿Quiénes son los que generan esas noticias que buscan enervarte nada más leer el periódico? Pues en gran parte son los que pagamos con nuestros impuestos para que nos hagan la vida mejor, pero que, en realidad, lo que hacen es crearnos más conflictos inventados por ellos. Para salvar el expediente a veces se ocupan de cuestiones que realmente nos atañen, pero desengáñense, es sólo un paripé. Al circo mediático actual se suma una legión de influenciadores en redes sociales y en televisión que ganan dinero cabreándonos y de fastidiándonos la jornada con informaciones descontextualizadas, mientras los ciudadanos, todos los días, abrimos el teléfono en busca inconscientemente de nuestra dosis de amarillismo informativo.

Necesitamos un cambio general. Los medios tradicionales debemos apartarnos de estas informaciones que solo nos producen alteración de las pulsaciones y hacer un periodismo que explique la realidad antes de someterla a un juicio sumarísimo.

Es lo que ha sucedo con la promoción turística del Ayuntamiento de Plasencia de su Martes Mayor en Fitur. El ayuntamiento Ha contratado a El Gato con Jotas para hacer un videoclip y una canción que pronto se ha convertido en viral por levantar la polémica. Para muchos la interpretación es «demasiado gay». Yo de eso no entiendo, pero sí de que en una feria en la que participan cientos de estands, Plasencia y su mercado tradicional han tenido mayor difusión que muchas ciudades con presupuestos promocionales delirantes. Eso se llama inteligencia. Hasta un tertuliano televisivo como Gonzalo Miró argumenta que lo único que le transmite el vídeo es que en Plasencia se lo pasan muy bien. Lo mismo ha pasado con el cartel de la Semana Santa de Sevilla, también para algunos con un Cristo Resucitado afeminado, cuando el artista solo ha empleado como modelo a su hijo. Tenemos que abandonar polarizaciones y mirar la realidad con ojos más inocentes. Y esa es una asignatura pendiente de los medios de comunicación actuales, abducidos por la perversa esclavitud del like y el click.

martes, 30 de enero de 2024

Extremadura, extraordinaria en Fitur

La comunidad autónoma dejó un buen sabor de boca en la pasada Fitur, con una apuesta arriesgada y moderna

Cada año la presencia de Extremadura en la Feria Internacional del Turismo (Fitur) sigue sumando enteros. Todas las administraciones han incorporado a lo largo del tiempo novedades para difundir las excelencias de una tierra que quiere convertir el turismo sostenible en uno de sus motores de desarrollo. Este año han destacado, a mi parecer, las actuaciones en vivo.

Comenzó Fitur fuerte con el Gato con jotas cantando las excelencias del Martes Mayor de Plasencia en directo y montando el taco en el estand regional, al que se acercaban de otras comunidades a ver qué estaba pasando allí. Su videoclip disruptivo y arriesgado se hizo viral al instante. También guardo un excelente recuerdo de Cristina Hoyos bailando a sus 78 años en el estand extremeño. Otra interesante incorporación han sido las mesas redondas, cortas e interesantes. No ha cambiado la maratoniana programación de presentaciones sin fin, pero la omnipresencia de directores generales y consejeros en el estrado se ha aligerado, cosa que sin duda sus gargantas han agradecido. 

Recuerdo a un incombustible y vehemente Francisco Martín, el anterior director general, desgañitado al final de la feria cada año. Vaya mi recuerdo para él, un apasionado de su tierra y del turismo. Ha mejorado también el espacio para los profesionales de la información, más amplio. Además, hemos estado bien atendidos en todos los aspectos, lo que es de agradecer. 

Victoria Bazaga y Anabel Domínguez, consejera y directora general actuales, han estado siempre al quite, pero dando protagonismo a alcaldes y territorios, solo apareciendo en el estrado cuando era imprescindible. Este año el toro ha sido protagonista en varias de las presentaciones. Moraleja, Coria y Garrovillas de Alconétar han puesto en valor sus recursos y celebraciones en las que los morlacos son protagonistas. Victorino Martín hijo ha participado en dos presentaciones y sin duda eso es sintomático del papel que el toro tiene en la oferta de Extremadura. La brevísima visita de Alberto Núñez Feijoo al estand ha sido también un espaldarazo al trabajo realizado. La foto se la hizo en el mirador de Cabezabellosa. Repitió variadas veces el eslogan de este año: ‘Extremadura, extraordinaria’. Fue una visita fugaz, pero sin duda, cualquier apoyo a esta tierra, venga de donde venga, es bienvenido.

martes, 23 de enero de 2024

Extremadura, un 'extra' en Fitur

 Extremadura, un ‘extra’ en Fitur

Nuestra región es un verdadero reservorio de experiencias fuera de lo habitual que para comprenderlas en su correcta dimensión hay que vivirlas in situ, y que no obedecen al viejo trueque de ‘sol por dinero’

Si no me salen mal las cuentas la que comienza mañana será la Feria Internacional del Turismo (Fitur) número 30 que cubriré para el Periódico Extremadura. 


En estas tres décadas el turismo y la forma de promocionarlo han cambiado mucho. Lo que sí permanece incólume es la belleza de Extremadura. Con el tiempo he aprendido a amarla, visitando sus rincones más recónditos y asistiendo de testigo a sus tradiciones dignas de estudio antropológico. Por eso, esta campaña ‘Extremadura extraordinaria’ me parece realmente acertada. Nuestra región es un verdadero reservorio de experiencias fuera de lo habitual que para comprenderlas en su correcta dimensión hay que vivirlas in situ, y que no obedecen al viejo trueque de ‘sol por dinero’. Como tampoco estuvo mal aquel primigenio eslogan ‘Extremadura, naturalmente’. Cada administración sumó un peldaño más a la difusión de una tierra que ya no es esa «gran desconocida». Ese tópico es historia y ha sido gracias al trabajo de todos.

En treinta años anécdotas de cobertura informativa en Fitur hay muchas. Algunas sucedieron dentro del recinto de Ifema y otras fuera del horario promocional. Recuerdo aquellos primeros tiempos de cenas nocturnas, de degustaciones opíparas y de participantes que empalmaban noche con día. Sus ojeras les delataban. Recuerdo aquellas fiestas que organizaban países como Brasil, que convertían las discotecas en verdaderos sambódromos.

 Hubo momentos en los que la oferta regional se dispersaba por todo Ifema y las ciudades más potentes iban por su cuenta. También recuerdo la presentación de la isla de Valdecañas o de Las Edades del Hombre, así como los distintos pareceres que despierta el estand de Extremadura. Ustedes no lo saben pero los profesionales de la información trabajamos como piojos en costura en unas cabinas minúsculas en las que la actividad es frenética durante jornadas maratonianas. Al final Fitur es también un gran escaparate para que los políticos tengan sus minutos de gloria en la capital de España y puedan sacar pecho. Pero, que sepan que lo importante no sucede en la sala de prensa, sino en la zona de encuentros de los profesionales. Ahí está la madre del cordero. De sus resultados dependerá el año turístico y los flujos de viajeros. Como siempre lo importante es algo donde no se suele poner el foco. 

lunes, 15 de enero de 2024

La memoria activa de la Transición

El periodista cacereño José Julián Barriga analiza este periodo de la historia de España en su reciente libro ‘En defensa de la Transición. Memorias de un testigo afortunado’, Premio Internacional Sial Pigmalión de Pensamiento y Ensayo

La Transición española fue una hazaña histórica que permitió la reconciliación nacional en un momento crítico de zozobra y cambios en el país. José Julián Barriga Bravo (1943, Santiago del Campo e hijo adoptivo de Garrovillas de Alconétar) fue testigo directo de un periodo que ahora se invoca con fruición para solucionar el sindios en el que se ha convertido la política nacional. Tras seis décadas de periodismo activo en distintos frentes, acaba de publicar ‘En defensa de la Transición. Memorias de un testigo afortunado’, Premio Internacional Sial Pigmalión de Pensamiento y Ensayo, que mañana se presenta en el Espacio Uex del Instituto de Lenguas Extranjeras de Cáceres. 

Aunque no soy amigo de dar consejos, recomiendo este acto con ahínco, porque en la lúcida cabeza de José Julián cabe toda la historia reciente de España, como ya demostró en la presentación en el Corral de Comedias de Garrovillas. Además, sabe trufar de anécdotas su discurso, para hacerlo ameno. Asegura que informar en la época franquista era una «frustración continua», ya que, aunque los periodistas tenían los datos, no podían contar la realidad tal como la percibían. Como botón de muestra, explica que al comienzo de su actividad como periodista dos guardias civiles de paisano interrogaron a su padre sobre él, entonces un aprendiz que resultaba incómodo para el poder. No era para menos, pues entonces era de los pocos periodistas que estaban acreditados para informar sobre Francisco Franco. Conoció el final de la dictadura, a su juicio, propiciado por el miedo al choque de las dos Españas, la emergente clase media y el descrédito del régimen. Después, con la llegada de la democracia, Adolfo Suárez encarnó una gran esperanza para la sociedad, en medio de los constantes atentados de ETA. El periodista cacereño, primer director de los Servicios Informativos de la Presidencia del Gobierno, relata la tremenda soledad del estadista en la toma de decisiones y cómo abandonó la presidencia tras perder la confianza del rey Juan Carlos.

El libro y el testimonio de este veterano son vitales para poder entender el pifostio en el que nos encontramos ahora, ya que la Transición se quedó corta al no poder solucionar el sempiterno problema territorial. Y de aquellos polvos tenemos estos lodos. Afortunadamente, desde entonces hay una paz social razonable, las relaciones con la iglesia se han reconducido, y los militares han abandonado veleidades golpistas. Si quieren enterarse de nuestra historia por boca de alguien que realmente «estuvo allí», acudan a la presentación o lean el libro. No se enteren por terceros de algo que fue clave para nuestras vidas. Para experiencias vicarias y fake news está internet.

martes, 9 de enero de 2024

El gélido día después

El dolor que rezuman los telediarios es real. Esas tragedias suceden cada día en nuestro mundo, ese que creemos perfecto, donde solo algunos tenemos acceso al calor y la comida

Pasaron la noche más buena del año y las celebraciones de la Nochevieja. El calor de los fogones ya se disipó. Atrás quedan las ocurrencias de los cuñados, los ojos húmedos por el reencuentro con los lejanos y las sillas vacías de una mesa cuyos comensales menguan y crecen con el paso del tiempo. El portal de Belén preside los salones con su musgo mortecino y sus figuras de barro, que contemplaron varias generaciones con ilusión. El Niño Jesús aguarda en el Belén los rezos de abuelos y nietos antes de que se vayan a dormir. Es una liturgia conocida que puede engañarnos y convencernos de que todo está en orden, pero no es así.

Hace frío en este mundo, mucho frío. Mientras nuestras cabezas se preocupan de asuntos banales como la hipoteca, el coche o si se nos ralentiza el móvil, la tragedia nos amenaza. La estampa poética helada se transforma en una realidad que corta como un cuchillo, que hace daño en cuanto que cualquier ser humano en cualquiera de las guerras de este mundo no tiene un jergón donde recostarse, en cuanto un niño pasa hambre o conoce la dura realidad de las bombas y la muerte. Sí, afuera, pero no muy lejos, hay una desolación enorme que atenaza familias en forma de guerra, persecución política, desigualdad, migración o falta de recursos. 

El dolor que rezuman los telediarios es real. No se trata de atrezo, de impostura o de una fábula. Esa tragedia sucede cada día en nuestro mundo, ese que creemos perfecto, aquí, donde algunos tenemos calor y comida. No lo dudemos, hay niños que en un segundo se han convertido en adultos por mor de un misil, un bombardeo o una emboscada. Hay niños que crecen en la cultura de la venganza para repetir un patrón de odio por los siglos de los siglos. En sus ojos se concreta toda frialdad humana y el máximo dolor posible.

Vivimos días extraños, de anomia, de destrucción sin sentido. Todo parece resquebrajarse en un planeta Tierra que no cuidamos y estamos convirtiendo en un estercolero. No hay luces, no hay referentes, ni guías, solo este tremendo frío que nos rodea y nos congela el pensamiento para que no podamos ser críticos con quienes fomentan este desastre. Ya no nos salva ni la poesía. Aun así, a pesar de todo, hay quienes te desean en estos días una feliz Navidad y próspero 2024. 

Elegía al último mantecado

Están ahí, incólumes, como supervivientes de una odisea. Han soportado los envites de niños, abuelos, cuñados, visitas imprevistas, y amigos que solo vuelven por Navidad al gorroneo ritual y habitual. En la mesa del salón de todos los hogares extremeños se ha ido reponiendo cada día una apetitosa bandeja con mantecados, bombones, roscos de vino (denostados injustamente), frutas escarchadas y turrón en todos sus formatos y presentaciones imaginables. El domingo pasado fue su último día de gloria. Ahora en la mente de todos están presentes los remordimientos por los excesos de estos días de fiesta y encuentros, en los que la ‘bandejina’ de dulces ha sido el frontispicio con el que se recordaba que eran jornadas de fraternidad y agasajos. Diariamente, las abuelas y los cabezas de familia se ocuparon con fruición de que estuviera llena, que fuera un trasunto de copiosidad real o fingida. Lo importante es que presidiera la estancia.

Ese interés por instalar un cuerno de la abundancia en el salón de casa bien puede tener su origen en otras Navidades, las de nuestros abuelos, en las que no había apenas unas peladillas incomestibles, turrón del duro y los roscones estaban más secos que la mojama. Tenían unas frutas escarchadas rojas y verdes que daban grima y estaban espolvoreados con unas harinas resecas que tiraban para atrás. Ahora, en el mundo globalizado, los conservantes y las manos de los maestros obradores han conseguido que ese último trozo de roscón, esos bombones o ese mantecado aguante impertérrito en el ángulo oscuro de la mesa del salón, diciendo «¡Cómeme!». Entonces en tu cabeza se activa un falso sentimiento de aversión hacia ese héroe de la resistencia navideña, justificándote a ti mismo de no comerlo en aras a esas supercherías del colesterol y la línea. A veces, si te descuidas, el mantecado aguanta hasta principios de febrero. Y si te lo comes está igual de bueno que el primigenio del 24 de diciembre, y te traerá recuerdos de cuando los Reyes Magos no traían lo que pedías, pero no importaba, y todo era armonía y misterio. Ahora los Reyes Magos nos inundan la casa con ordenadores, videojuegos y otras zarandajas de la realidad virtual y la inteligencia artificial, pero nunca se podrán igualar al sabor de ese mantecado último y postrero, que sabe a gloria, a recuerdos de esos tiempos que nos parecen mejores por culpa de este polvorón final con aromas a vida eterna.