martes, 27 de junio de 2023

Remontadas empresariales

Este jueves 29 de junio celebraremos la 28 edición de los Premios Empresario Extremeño del Año, y por añadidura nuestro centenario, en una ceremonia-espectáculo en el Castillo de la Arguijuela. Cuando pienso en el ganador del máximo galardón, Luis García-Torremocha, se me viene a la cabeza un término deportivo, pero perfectamente aplicable al mundo de los negocios: remontada. Tras un incendio en su factoría de reciclado de componentes electrónicos, no solo consigue volverla a poner en marcha en tiempo récord, sino que además la dota de las últimas tecnologías. Si pensamos, por ejemplo, en Bombones Valcorchero, otro ganador, también el término es apropiado. Sus fundadores estaban en edad de jubilación, en plena pandemia, con un producto bueno, pero no actualizado. Su hija decide ponerse al frente de la empresa, renovar por completo la gama y abrir nuevos mercados.


Si pienso en el doctor Florencio Monje Gil sucede tres cuartos de lo mismo: profesor en la facultad, clínica propia, escritor… No necesita más complicaciones y diseña un videojuego para enseñar sus técnicas a doctores de todo el mundo a través del móvil. De Manuel García Barra qué decir… Su vida es una remontada constante a través de distintos contratiempos, con un incendio incluido. O Cambio Energético, que empezó en un sector donde no había tradición y se convirtieron en líderes nacionales. Remontada: Superarse ante la adversidad hasta darle la vuelta a la tortilla. Ése es el espíritu que nos debe mover cada día. Remontadas extremeñas las hay históricas: la del Liverpool contra el AC Milán, en la Final de la UEFA Champions League de 2005. Rafa Benítez algo dijo a sus jugadores que les motivó a dar la vuelta al resultado de forma épica. Es lo que estamos logrando nosotros día a día en nuestra edición digital. Remontada. Sí, ese es nuestro espíritu desde hace cien años.

martes, 13 de junio de 2023

Las desgracias de 'El Millonario'

Un ‘sintecho’ de paso por Cáceres me refiere un periplo vital increíble de subida y bajada a los infiernos

Por las calles de nuestras ciudades deambulan historias que merecen, al menos, ser escuchadas y que te dejan siempre la sombra de la duda sobre su certidumbre. Es lo que me pasó el sábado, en la plaza Mayor de Cáceres, cuando un ‘sintecho’ se me acercó para pedirme un euro. Hasta ahí nada que no se salga de lo habitual. Sin embargo, el hombre comenzó a contarme su periplo vital, una existencia marcada por la desgracia que le había llevado a pedir por las calles. La limosna iba destinada, según su relato, a comprarse un capote. Dijo llamarse Jorge ‘El Millonario’ y que era hermano de Roberto Antolín ‘El Millonario’, nombre artístico del novillero Óscar Roberto Yangüez González. Con la adquisición de esa herramienta taurina quería triunfar en un difícil mundo donde su hermano tuvo relativo éxito. Repito que la veracidad del relato es muy compleja de comprobar, aunque bien es cierto que era coherente y sólido.

Tuvo una vida complicada en la que el consumo de drogas lo había arrastrado hasta los estratos más bajos de la realidad. Incluso llega a referir cómo fue a casa del actor porno Nacho Vidal a realizar el rito del ‘sapo bufo’, que costó la vida a uno de sus practicantes. Habló de lo que había pagado por la experiencia y describió el chalé del realizador de películas para adultos, que fue exonerado de toda culpa en aquel luctuoso suceso. ‘El Millonario’ llevaba todas sus pertenencias en una bolsa y me pidió que le indicase dónde estaba la estación de autobuses, porque le habían dicho que allí se podía dormir. Su padre, fallecido recientemente, era poseedor de miles de olivos y vides. En su testamento había dejado establecido que su hijo se casaba perdería todo derecho a la herencia. Decía que quería tomar un bus hacía Ciudad Real. ¿Verdad o fabulación? ¿Veleidad de un ‘sintecho’ o triste realidad? Nunca lo sabremos. Sin embargo, ‘El millonario’ vaga de ciudad en ciudad en busca de un sueño imposible. Y pasó por Cáceres.

martes, 6 de junio de 2023

Vuelva usted mañana... digital

Hace algo más de un mes realicé ante la administración un trámite que habitualmente hago de forma presencial. Los amables funcionarios locales que me suelen atender me habían recomendado hacerlo por internet. Me explican que las competencias las tiene asumidas ya el Estado y que en la comunidad autónoma ya solo se realiza el examen formal de las solicitudes. Añaden que se evitan desplazamientos y colas. Me convencen.

Acabo dándome de alta en el sistema de firma digital, que no es moco de pavo. Pago las tasas correspondientes. En eso nunca hay problemas y todo está clarísimo. Cuando entro en la web del ministerio es un galimatías del quince. Hay hasta unas instrucciones en PDF que son más largas que un día sin pan. Me tiro toda la mañana haciendo los trámites. Al final recibo un email automático diciendo que todo está correcto. Pero cuando entro en el expediente on line me aparece un mensaje inescrutable. Escribo a un correo del ministerio y me derivan de un departamento a otro. Al final recibo un mensaje en el que se me ruega con cierto tonillo sarcástico «que la próxima solicitud siga las indicaciones», ya que había indexado un pdf donde no correspondía y el expediente estaba por revisar. ¿No es normal que no sepa hacer un trabajo que no es el mío? ¿Qué hacen entonces los sin duda eficientes funcionarios?

Recibo otros correos electrónicos que no entiendo. Me han dado de alta en unas plataformas de nombres extrañísimos. Al final me indican que escriba al organismo regional para me lo aclaren todo, con quienes hacía el trámite presencial. Vuelta a la casilla de salida. Me explican que ahora la administración tiene 6 meses para resolver el expediente. Esta es una nueva versión del ‘vuelva usted mañana’ que ya describiera Larra en el siglo XIX. No dudo de la diligencia de los trabajadores públicos, pero esto de internet para todo y para todos se está convirtiendo en un problema morrocotudo.