martes, 25 de octubre de 2011

La víbora del cajero

Hace unos días un vecino de Llodio (Alava) se dio un susto morrocotudo cuando al retirar su dinero de un cajero automático le salió una víbora que enseñaba los dientes y hacía el ademán de morderle. Pensaba que era una exageración, pero no, la serpiente es real. Al menos está en Youtube saliendo de la ranura de 'Recogida de billetes'. De hecho, en el vídeo un testigo comenta: "cómo están los bancos hoy en día que hasta te ponen una víbora para que no cojas el dinero". El vecino, perplejo ante la transacción económica, hace chanza con el caso y simula la voz del cajero diciendo: "Su dinero, gracias". Ah, la banca ya no sabe qué hacer para fomentar el ahorro. La medida me parece muy efectiva porque la pícara viborilla hace gala de una mala leche que ni las cobras del Africa profunda. El afectado no tuvo miedo y, a pesar de las artes disuasorias del reptil, sacó su dinero sin un mordisco. Claro, los propietarios de los bancos y miembros de los consejos de administración saben que se juegan sus astronómicas pensiones de jubilación y ponen todas las trabas posibles para que la pasta se quede en casa. De momento, no parece que la víbora haya tenido un mal final porque fue trasladada a una entidad protectora de animales. Por cierto que fue ayudada por el encargado de la oficina, quien tuvo que activar un mecanismo desde dentro para liberarla. Recuerdo cuando ibas al banco y te ponían la alfombra roja, la música y te daban con alegría la hipoteca, las letras del coche todo en uno y créditos que se estiraban hasta el infinito. Con la crisis las cosas han cambiado. Ahora te echan a la cara la bicha mala. Muy pronto lo de la víbora en los cajeros va a ser lo de menos. Refrán: Ahorra, ahorrador, que ya vendrá el derrochador".

martes, 18 de octubre de 2011

Miles de ciudadanos ya sienten el pellizco

Cinco millones de españoles sienten un pellizco en el estómago permanente. Es el que provoca el vivir instalado en la incertidumbre del paro. Y el resto de ciudadanos también sentimos como ese pellizco nos alcanza, nos rodea vigilante, nos roza y nos pone a tiro de piedra del miedo y de la desesperanza más absoluta. Millones de ciudadanos con un pellizco en el estómago, acumulando noches sin dormir pensando en la hipoteca, en la vuelta al cole, en la ortodoncia del niño o planteándose seriamente si es buen momento para tenerlos por culpa de políticos ineptos y empresarios inhábiles.
El pellizco se hace más fuerte cuando sabemos de los enchufismos de familiares a uno y otro lado del espectro político. Es muy triste el que hayan hecho del "y tú más" el principal argumento en los casos de nepotismo que se están desvelando ahora, pero no solo en el terruño, sino en todo el mundo.
Y continúa haciéndose el pellizco más intenso a la vez que se te pone cara de bobo cuando lees que a directivos de una caja de ahorros les jubilan por una cantidad tan astronómica que el juez los llama a capítulo. Finiquitos multimillonarios que nos ponen en la pista sobre quiénes se han llevado el dinero que falta en esta crisis, ante la pasividad de todos, entre ellos del Banco de España. Los políticos, mientras, viviendo en sus hoteles y derrochando en chóferes y traductores, discutiendo banalidades. Los ciudadanos, todos, con un terrible pellizco en el estómago y la mosca del paro zumbando detrás de la oreja. Refrán: Cuando dudo de mi existencia, me pellizco.

martes, 11 de octubre de 2011

Análisis sosegado de la boda de la duquesa

Celebro que una señora de 85 años demuestre más fuerza vital que una adolescente. Me alegra que la ciencia médica le salvara la vida y pueda haber cumplido su deseo de casarse con un señor 25 años más joven. Sin embargo, quiero analizar con sosiego y sin apasionamiento la boda de sainete en Sevilla de la duquesa de Alba. Me pesa mucho la continua alabanza a la propietaria de la mayor extensión de olivos del país y perceptora por tanto de millonarias ayudas. En pleno siglo XXI la nobleza, la sangre azul y esas costumbres medievales no tienen sentido. El pueblo llano, los sufridores de la crisis, lejos de mantenerse al margen de este acontecimiento trasnochado, jalea y apoya a una absentista, a la dueña por excelencia, a quien la fortuna le ha venido dada por derechos de sangre. Doña Cayetana tiene encima la Medalla de Andalucía, justificada en los trabajos de conservación de su inmenso patrimonio. Estaría bueno que encima eso tuviéramos que hacerlo los demás y a nuestro cargo. Me duele tanto peloteo con la nobleza más rancia en unos momentos tan complicados para el resto de los españoles. A todos nos hace mucha gracia el baile rumbero que se marcó la anciana a las puertas de su palacio. Más circo para un pueblo que ahora ya se ha quedado casi sin pan. Los señoritos cortijeros de siempre nos siguen tratando como imbéciles, mientras acumulan patrimonio sin parar. De fondo en este enlace entre noble y plebeyo, el ruido de sables de sus hijos, que piden la herencia de su madre en vida como cocodrilos que reclaman su particular y legítimo trozo de carnaza. Que les aproveche. Refrán: Cada uno de nosotros encierra en sí todos los siglos.