martes, 30 de mayo de 2023

Racistas... o algo peor

 Racistas… o algo peor

La violencia -el gran problema subyacente- se está enseñando a los niños como solución ante la adversidad

Los insultos al jugador del Real Madrid Vinicius se han convertido en un asunto de estado, con repercusiones internacionales. Quizá llego tarde al debate, pero creo que es una pena que tenga que ser el fútbol el que nos coloque ante un espejo en el que no nos gusta reconocernos. Hace años fui a un partido de escasa relevancia. No era un derbi, no se jugaban nada los equipos. Sin embargo, puede escuchar a honrados padres de familia, trabajadores intachables y prohombres de la patria volcar todas sus frustraciones vitales en forma de gritos y palabras malsonantes a los que vestían el calzón corto en el campo. Al día siguiente seguro que volvían a sus afanes y labores como ciudadanos ejemplares... Sí, al día siguiente... Durante los 90 minutos del encuentro son verdaderos energúmenos. Sí, claro está, no todos, pero subsumidos en la masa se vertían los peores sentimientos humanos. Ah, la masa, ahí está el secreto. A ‘la peña’ se le va la olla. Pero ‘la peña’ somos todos y cada uno de nosotros.


Esos mismos padres de familia son los que cuando sus hijos e hijas juegan en categorías infantiles los jalean y les recriminan a gritos que no han empleado la fuerza necesaria ante el adversario o que el resultado no ha colmado las expectativas que tenían depositadas en ellos. La violencia –el gran problema que subyace en todo eso- se está enseñando desde muy pequeños a los niños como forma de solución de cualquier adversidad. Es un problema generalizado. No se trata de un señor o señora que en la grada haya vociferado algo inapropiado. Seamos sinceros: no somos racistas, somos algo peor. Por supuesto, me sumo a la condena de estos comportamientos inclasificables con Vinicius y con cualquier jugador en los terrenos de juego. Son racistas sin paliativos, pero también hay microrracismos en nuestro día a día, con vecinos y ciudadanos a los que prejuzgamos sin piedad. También eso tenemos que hacérnoslo mirar.