martes, 1 de diciembre de 2015

Ferreira, el roble del Pinajarro

Conocí a Juan Ramón Ferreira cuando era alcalde de Hervás, hace ya casi veinte años. Fue mi cicerone su correligionario Ventura Duarte , quien hizo las fotos de aquella entrevista con motivo de las fiestas de verano. Al entrar en el despacho me dijo: "Ojo, que este es un 'pata negra', que viene de la UGT". En la mesa, la foto en blanco y negro autografiada de un Felipe González sin canas que enviaba saludos al alcalde. Recuerdo aquel aspecto sólido del edil, convencido del potencial de la madera de los bosques de robles y castaños locales. Para él el Pinajarro era la 'Selva Negra' extremeña. No en vano era maestro industrial, especializado en dar forma a ese material. Por entonces despuntaba una discreta industria del mueble en el Ambroz. Ferreira, hijo de agricultor y militante socialista de base, pertenece a esa primera estirpe de políticos demócratas que llegaron a puestos de decisión con muchas ganas de cambiar la sociedad desde la base y a través del diálogo. Algunos lo consiguieron y a otros la tozuda realidad dejó sus nobles aspiraciones en solo deseos. Juan Ramón, quizá por sus convicciones asentadas y la tranquilidad que transmitía, hizo carrera política y acabó de presidente de la Asamblea, siendo vicepresidente hasta que la enfermedad pudo con él. Sus cercanos lo definen como un 'hombre bueno', en el machadiano sentido de la frase. Por supuesto que después de toda una vida en política tendría los colmillos muy retorcidos y afilados, pero siempre me transmitió que detrás de él estaba la sana intención de hacer más habitable la sociedad extremeña. Adiós, Juan Ramón, adiós al noble roble extremeño del Pinajarro. Refrán: A la mar madera, y huesos a la tierra