La mentira tiene las patas cortas pero su puñalada es muy
honda y quema como un tizón ardiente. La mentira crece en los páramos
encendidos por el calcinante fuego de la envidia. La falsedad es la moneda de
cambio con la que los pobres de espíritu esperan enriquecerse. La trola hace
daño al honesto y sepulta al trolero en un lodazal de inquina. La falta de
respeto a la verdad que ahora impera es un acicate que mueve a periodistas y
escritores a trabajar cada día con más entusiasmo.
Los bulos son dardos lanzados por la cerbatana del rencoroso
con la esperanza de dar en el centro de la diana de su odio. La media verdad es
un nonato de nuestra ansiedad por castigar a nuestros enemigos. El maledicente
se ahoga en el dolor con el absurdo anhelo de que al final se impondrán sus
embustes.
El fake nace de la miseria moral y se extiende a golpe de
ignorancia por el mundo virtual. Si Joseph Goebbels hubiera nacido ahora sería
el hombre más feliz del mundo. A base de repetir verdades éstas se están
convirtiendo en las nuevas mentiras globalizadas.
Cada día me desayuno un buen plato de mediasverdades para
bajar mi colesterol desinformativo. La verdad cercenada no es más que el
triunfo de un mentiroso astuto. El mundo del embustero es lo más parecido a la
realidad virtual, pero siempre llega un momento en el que la autenticidad
impera. Al menos eso nos consuela a los que buscamos la verdad. Los
perseguidores de ésta levamos la linterna del conocimiento en la mano en medio
de la más absoluta oscuridad.
Me preocupa este mundo hecho a la medida de los falsarios en
el que los triunfadores son los magos de las apariencias. Y como se sabe estas
suelen ser engañosas.
Seguimos viviendo en la burbuja, en esa matrix a la que
alimentamos a base de las miserias de lo incierto. De nosotros depende cambiar
las tornas y hacer de nuestra vida un espacio auténtico y verdadero. Refrán: La
mentira y la verdad no pueden vivir en paz.