viernes, 14 de septiembre de 2012

Pasión y toros



Ha pasado el fin de semana grande de las fiestas patronales con los toros como elemento totémico de las mismas. La devoción por cualquier santo como san Lorenzo o san Roque ha sido una excusa considerada suficiente para ponerse ante vaquillas y morlacos 'al estilo tradicional', es decir, sin tener a veces ni idea de toreo, a cuerpo gentil. Y no disuaden las muertes, los traumatismos, la tragedia que acompaña a esta liturgia, que respeto profundamente. Y, como la respeto, entiendo que sólo debería estar reservada para expertos y no para mozos llenos de alcohol hasta las trancas. Las fiestas con toros son un auténtico quebradero de cabeza para los consistorios: seguros, compra de animales, veterinarios, contratación de ambulancias y uvis móviles... Pero los ediles saben que los toros forman parte de la idiosincrasia popular y que sin ellos las fiestas no serían igual. Lo que pasa es que de la risa es fácil pasar a la hecatombe. ¡Cuántas familias marcadas por estos días que pretenden ser de alegría! Los teletipos han dado testimonio de desafortunados lances por todo el territorio nacional. Sangre derramada por aficionados que a veces sólo ocupa un pequeño trozo de papel impreso o unos segundos en los telediarios. En ocasiones se ven niños cerca de los toros. ¿Qué pinta un menor de edad en esas circunstancias? ¿En nombre de qué tradición puede un padre llevar a sus niños a ese espectáculo? Que conste que respeto los encierros taurinos tradicionales, pero a veces pienso que se pone tanta pasión en ellos que no vemos el peligro que albergan. Refrán: Llamar al toro desde la barrera, eso lo hace cualquiera.

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