sábado, 6 de enero de 2007

EMOCIÓN Y EDUCACIÓN SUBIDO A UN AUTOBÚS

De nuevo me toca escribir tras una jornada sin periódico. Por eso pienso que esta columna es de alto riesgo , por la responsabilidad que conlleva ante lectores deseosos de una frase ingeniosa o de un tema visto desde una nueva perspectiva. Lo que sí es peligroso es viajar a Sevilla en el autobús de línea. Estos días tengo que hacerlo y, la verdad, es que se me hace tedioso. Los nuevos tramos de autovías no han ayudado nada a reducir tiempos, porque para en muchas localidades para recoger viajeros. También sucede que en estos días tienen que poner más autobuses de lo habitual, con conductores noveles en la ruta, que dudan, e incluso han tenido que parar para orientarse. Otro añadido de peligrosidad es la soldadesca que sale en masa de los cuarteles. Recuerdo que en Zafra el autobús paró para que tomáramos un bocadillo y hubo un incidente con el camarero de la estación de autobuses. Los soldados, al parecer, se fueron sin pagar alguna vianda y hubo un pequeño conato de pelea.

--Si no os calláis tendré que llamar a la policía y entonces no podremos salir de la estación, dijo el conductor dirigiéndose a los soldados.

Yo suelo ir escuchando música en el mp3, porque ya la concordia entre viajeros se ha perdido y normalmente ni contestan cuando se les pregunta por su destino. En Mérida, antes de llegar, coincidí con Aimara , una chica peruana. Iba a hacer miles de kilómetros y aún así me trató con una educación que yo ya creía desaparecida. Refrán: La educación es proporcional a tu trayecto emocional.

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