martes, 12 de julio de 2011

Pinto, el maquis

La última vez que hablé con Pinto , el maquis de 94 años fallecido la semana pasada en Plasencia, sentí que ante todo estaba con una persona coherente consigo misma. Consideraciones políticas al margen, Gerardo Antón , verdadero nombre de Pinto, fue alguien que luchó contra la dictadura de Franco con lo que tenía más a mano: su escopeta de matar conejos. Este pastor de Aceituna se echó al monte y protagonizó una de las peripecias vitales más apasionantes de la guerra civil, recogida por el profesor Julián Chaves , en diversos trabajos. Mientras Pinto me contaba su versión de la guerra, lucía un gorro de paja y sus encías desdentadas mascaban rodajas de limón. Se recorrió España andando. Huyó a Francia. Fue perseguido por la temible policía secreta de Salazar en Portugal. Burlaba los controles en los trenes con argucias dignas de películas de Hollywood y participó en escaramuzas muy célebres. Casi siempre llevaba una gorra --traspasada por una bala-- y una corbata negra. En un tiempo en el que simplemente ser sospechoso significaba quedarse sin cartilla de racionamiento, él le plantó cara al dictador con astucia y armas rudimentarias. ¿Qué sería vivir en el monte escondiéndose o poniéndose enfermo sin posibilidad de medicinas? Ahora es muy fácil hacer chistes de Franco , pero hay que recordar que en aquella época ser enlace de los maquis se castigaba con la tortura y la muerte. Las libertades que ahora disfrutamos se deben en parte al arrojo de estas personas que vivían tal como pensaban. Ahora es muy fácil jugar a ser libertario de salón. Personas como Pinto son las que realmente merecen la pena porque hicieron en su momento lo que había que hacer. Refrán: El que no tiene corazón no va a la guerra

martes, 5 de julio de 2011

Tiempo de rebajas

Este fin de semana de rebajas de julio ha sido de locura. He acudido a los templos de la moda y he vuelvo siempre de ellos con la misma mala leche y la misma merma de dinero en el bolsillo. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: pero no "atacar naves en llamas más allá de Orión", como dice el monólogo final de Blade Runner , sino chicas probándose la ropa en una tienda del Eroski ante mis ojos, bajándose los pantalones, y después ponerse rápidamente el vestido que querían saber si les quedaba bien. El ansia por consumir estos productos rebajados es tal que se cometen actos que en otras circunstancias serían impensables. No he visto nada que pueda ruborizarme ni escandalizar a nadie, pero creo que la visión es significativa. También me apena de la fiebre consumista el que la ropa que no interesa se tire al suelo o se deje desordenada. En el mundo hay millones de personas que cubren sus vergüenzas con apenas un taparrabos. Es una falta de respeto hacia ellos no valorar la ropa en su importancia. Lo que para unos es simplemente un aderezo estético, en otra parte de este desigual planeta azul es la diferencia entre vivir o morir de frío. Al día siguiente, Carrefour abierto. El despiporre. Parece mentira que no tengamos momentos en el año para comprar el bañador, la camiseta, las zapatillas de la playa y todas esas cosas que nos parecen imprescindibles, pero que no lo son. No estoy contra la reactivación de la economía, pero sí contra esta actitud de rebaño ovejero que a veces todos adoptamos y de la que no me salvo yo tampoco. Refrán: Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. (Blade Runner)