martes, 26 de septiembre de 2023

¡Grandi, Cruz, mu grandi!

 ¡Grandi, Cruz, mu grandi!

Con Cruz Díaz se va un grande la cultura extremeña y uno de los últimos escritores en castúo


Tan discretamente como vivió se nos fue la semana pasada Cruz Díaz Marcos, uno de los pequeños gigantes de la poesía en extremeño. Si ya de por sí escribir poesía es en la actualidad minoritario, hacerlo en castúo es una osadía al alcance solo de unos pocos románticos. Me ha dolido especialmente porque conozco su amor por las hablas extremeñas, en concreto de la de Garrovillas de Alconétar, localidad en la que impartió conferencias y tocó el acordeón con esa destreza que solo él tenía. Este gran escritor y miembro de la Coral Cauriense tenía en sangre lo extremeño, siempre desde un punto de vista inclusivo e integrador. Viajó por toda la geografía regional ensalzando lo nuestro, recitando sus poemas y dejando su música en casas de cultura y colegios.

Natural de Casillas de Coria y funcionario del Ayuntamiento de Pescueza, los inicios de su carrera poética están muy vinculados a El Periódico Extremadura, donde publicó sus primeros textos. También en La Crónica de Coria colaboró mensualmente y con una gran acogida entre los lectores. Sus trabajos aparecen en innumerables antologías de la poesía extremeña y sus libros tienen siempre un poso de ternura, amor a la tierra y exaltación sensorial, en especial Los instantes vividos, cuya lectura es más que recomendable. Debería ser obligatoria para los estudiantes extremeños.


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Ya cada vez quedan menos seres humanos como Cruz, tan transparentes, a los que se le podía ver la bondad de su alma con solo mirarlo a los ojos. La defensa del castúo sobrevive en pequeños colectivos como el Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura, pero queda más como una añoranza utópica que como una reivindicación política real. Con Cruz se va un grande de la cultura extremeña en todas sus manifestaciones y un buen escritor en el machadiano sentido de la palabra. ¡Grandi, Cruz, mu grandi!

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martes, 19 de septiembre de 2023

Un misterio, dos caras distintas

 Un misterio, dos caras distintas

Mientras que en el congreso mexicano se presentaban unas momias falsas como presuntos cadáveres de extraterrestres, la NASA admitía la realidad ovni en su esperado informe

La semana pasada, con apenas un día de diferencia entre ambas comparecencias públicas, uno de los misterios clave del ser humano mostró sus dos caras contrapuestas. Me refiero al enigma de los ovnis, que ahora se empeñan los más puristas en llamar UAPs.  

Por un lado, nada menos que en el congreso de México, se presentaban con todos los honores unos presuntos cadáveres de extraterrestres que no eran más que una pantomima de momias falsas. Solo la solemnidad del lugar daba una leve pátina de credibilidad al empeño de un investigador local, Jaime Maussan, en darnos gato por liebre, como ya trató hace años con otra momia. 

Por otro lado, en el cuartel general de la NASA en Washington DC, se presentaban los datos y evidencias recabadas sobre este fenómeno que, desde hace décadas, por no decir desde los albores del ser humano, nos sigue sorprendiendo a todos. En la actualidad, los ovnis constituyen un problema aeronáutico y de seguridad que afecta a todos los países de este planeta. La gran novedad es que por fin la NASA admite en rueda de prensa la realidad de los avistamientos. Literalmente, el informe presentado reconoce que el fenómeno UAP «es uno de los mayores misterios del planeta», aunque no señala la hipótesis extraterrestre como la única explicación, aunque no la descarta.

Quiero recordar que este misterio, en Extremadura, tiene un especial ejemplo en el caso del extraterrestre de la base de Talavera la Real. La madrugada del 12 de noviembre de 1976, tres soldados descargaron sus armas contra un ser verdoso de tres metros que levitaba. El principal testigo del caso, el pacense José Manuel Trejo, aún sigue arrastrando las consecuencias del encuentro. El enigma continúa, pero no es ninguna broma, se lo aseguro.

lunes, 11 de septiembre de 2023

Aplausos al cielo

El 8-S me acordé de los muchísimos trabajadores que a lo largo de un siglo han pasado por El Periódico Extremadura, muchos de ellos con una labor discreta, prudente y callada



He asistido a lo largo de estos 32 años de ejercicio profesional a muchos Días de Extremadura. Claro está, nunca con tanta emoción ni orgullo como en este último. Quisiera resaltar que no había escuchado tantos aplausos improvisados a los reconocidos con los galardones del 8-S. En las gradas del Teatro Romano de Mérida se aplaudió a rabiar y se hizo de corazón, especialmente cuando salía en la pantalla alguna imagen de El Periódico Extremadura o se le citaba. No era una clap orquestada artificialmente la que daba palmas. Ni siquiera los aplausos correspondían solo a los trabajadores que nos habíamos desplazado allí. El hemiciclo lo hacía por completo, con fuerza, agradecimiento, sinceridad y orientaba sus manos hacia donde estábamos los curritos, algunos por cierto, trabajando in situ. En esos momentos me acordé de los muchísimos trabajadores que a lo largo de un siglo han pasado por la casa, aportando, cada uno en su momento, el esfuerzo para llegar a estos cien años que no son meta, sino solo un hito en una carrera que apunta más lejos. Ojalá esos aplausos se hayan oído en el cielo donde ahora tantos profesionales de la casa descansan del trajín informativo.

Eso sí, si hubiera habido un ‘aplausómetro’, la palma se la hubiera llevado la Unidad de Oncohematología del Materno de Badajoz. Entre el público no solo había padres de niños que han superado la enfermedad, sino también aquellos que no pudieron hacerlo. Fíjense qué nivel de agradecimiento. El pasado viernes sentimos el calor de toda una región. Después vendrá el día a día. Los medios de comunicación debemos ser «incómodos», como dijo la presidenta María Guardiola y seguiremos siendo molestos para el poder como el tábano de Sócrates y criticados como él. Aún así, ahora sabemos que el esfuerzo merece la pena con creces.

martes, 5 de septiembre de 2023

Gala, en la tarde infinita




Gala, estoy persuadido de que nos ves por un diminuto pliegue del espacio-tiempo. Y que con tu eterna curiosidad felina contemplas a los viandantes de la calle Oaxaca ajenos al tráfago, a las urracas graznando mientras construyen sus nidos y cómo el último sol del atardecer parece que incendia las ventanas de los edificios. Ahora, Gala, estás en la tarde eterna, en la que el sol no se llega a poner nunca. Sospecho que echas de menos a tu inseparable y molesto Dalí, robándote el pienso del cuenco mientras huye veloz hacia la cocina con una sonrisa mezcla de delectación y pillería. Sí, Gala, tú nos ves desde un aleph borgiano, en el otro lado de este plano de la existencia. Desde allí contemplas el podio desde el que señoreabas el barrio y veías a los niños señalándote camino de la escuela gritando: «¡Mira, mamá, la terraza de los gatos!».

Siento que nos espías tendiendo la ropa allí donde en tu vida terrenal te pasaste los días dormitando y escudriñando horizontes. Como ves, Ana me sigue riñendo por no saber poner las pinzas en el pliegue en el que no deja marca. Dalí te busca con la mirada y no comprende tu ausencia en el rascador, al que no se atreve a subir. Allí está la pelota de los moños que has conservado durante 12 años en los que nunca bufaste a nadie. Ay, Gala, me dijeron que los gatos eran seres psicopompos. Es verdad. Has guiado nuestras almas sobre caminos de comprensión infinita al mundo animal, sobre el respeto a la vida, por pequeña que sea. Tú me has inspirado mucho más que textos literarios o periodísticos. Me has enseñado que es posible vivir en máxima armonía con el mundo, solo contemplando las flores, las nubes que se nos escapan, los ciclos de la tierra, en definitiva, las cosas que verdaderamente tienen importancia.