martes, 20 de marzo de 2007

EL CACEREÑO Y LOS 7 PECADOS CAPITALES

Releer el libro de Fernando Díaz-Plaja El español y los 7 pecados capitales siempre es una delicia, porque a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación no ha dejado de tener vigencia. Aunque el catecismo de Ripalda sea para algunos un incunable y la idea de pecado haya desaparecido de la sociedad, no es menos cierto que la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza no dejan de ser malos ejemplos a seguir, aunque no se sea creyente. Además, en esta sociedad cacereña pueden transportarse muchas de las situaciones de ese libro.

La soberbia parece que es el pecado más extendido entre los españoles. Los cacereños no estamos a la zaga. ¿Quieren que ponga ejemplos? Solo hay que alzar la cabeza o fijarse en los protocolos de muchos actos públicos, en los puestos de honor de los banquetes y en la parafernalia que se masca en recepciones oficiales. Aunque creo que la envidia como tristeza por el bien ajeno es uno de los pecados más habituales en el día a día. En esta ciudad es muy dificil encontrar a alguien que se alegre de los éxitos de los demás. Seguro que en la mente del lector ya están surgiendo algunos paralelismos. Los del mundo de la cultura son especialmente sangrantes. Recuerdo un pasaje del libro en el que un rey le ofrecía a un vasallo un regalo, con la condición de que a otro vasallo le daría el doble. El súbdito pidió que le sacaran un ojo y le quitaran una pierna. ¿Para qué? Pues para que a su envidiado colega le dejaran ciego y sin poder andar. Refrán: No me seas pecador y ama a tu deudor.