viernes, 16 de abril de 2010

Coplas de don Guido

Mañana se celebra el 79 aniversario de la proclamación de la república española. Esta efeméride –que reivindico sin tapujos-- me trae a la cabeza la figura de un gran poeta republicano y un hombre bueno como fue Antonio Machado. Durante la Semana Santa en Sevilla he podido comprobar la vigencia de su poema Coplas por la muerte de don Guido', un retrato de la hipocresía de una aristocracia venida a menos y en decadencia. Muchas décadas después el fariseísmo no ha dejado de estar en nuestras vidas. Tanta cofradía, tanto tipo con un cirio en la mano, tanta exaltación mística pública y nos quedamos en eso, en una manifestación externa que no cala en el alma ni una pizca.
Si todos los que son hermanos de una cofradía hicieran una vida diaria como manda el Evangelio se acabarían muchos de los problemas de la sociedad: corrupción, maltrato, envidia, mentira...
He oído a los capillitas sevillanos hablando de sus experiencias cofrades y en cada frase había varias blasfemias y palabras malsonantes. Bajo la gomina del pelo y la chaqueta azul no se esconde más que un gran vacío vital. Hay también quienes viven esos días con recogimiento espiritual, pero son los menos y no van por las calles dándose 'golpes en el pecho'.
Lo cierto es que somos --y yo me incluyo-- en muchas ocasiones como don Guido: vivimos la vida sin preocuparnos por nuestros hermanos. Pensamos que un acto de contrición en el último minuto va a salvarnos de las llamas de Pedro Botero. Craso error. Refrán: ¡Ay, cuánto trueno vestido de nazareno!.