martes, 23 de febrero de 2010

Peregrinos

No sé dónde estarán ahora Víctor y Genoveva . Quizá ya andarán por Casar de Cáceres o más al norte cuando se publiquen estas líneas. Nos abordaron el pasado domingo, mientras caía una fina lluvia en la cacereña calle Muñoz Chaves. Decían que les habían robado el dinero, el móvil y todo lo que tenían en una riñonera. Eran peregrinos del Camino de Santiago. Aunque él era gallego y ella andaluza, habían partido andando desde Utrera. Ya habían estado en Zafra y Villafranca. Nos contaron su periplo. Nos enseñaron el parte de denuncia del robo. Era festivo. Sin bancos, sin comercios apenas. Sin paraguas. Sin posibilidad de llamar a un familiar para que envíe dinero. Su historia, además, era creíble. No tenían dinero para pagar el albergue donde estaban y buscaban otro de peregrinos en el que resguardarse de la lluvia y poder tomar fuerzas. Estaban vestidos con ropa de montaña, anoraks y zapatillas de deporte. Muchas veces cuando me abordan por la calle suelo ser reticente con algunas de estas historias fabulosas, pero en ese caso les orientamos y ayudamos para encontrar refugio.

¿Cuántas veces hemos estado solos en el largo y tortuoso camino de la vida? ¿Cuántas veces real o metafóricamente la lluvia o el dolor nos han calado hasta los huesos? ¿Y cuántas veces nos hubiera gustado que alguien al lado nos dijera solamente "pasa y entra que la tarde está cayendo"? Deseo fervientemente que estos peregrinos y todos los que lo somos en la vida lleguemos a nuestro destino. Más grandes, más generosos, más humanos por dentro y por fuera. Refrán: El buen vino resucita al peregrino.