martes, 20 de octubre de 2009

La definición de pareja y sus derivados

Dice Joaquín Sabina que "amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño". La afirmación desgraciadamente cada día resulta más acertada. La pareja y sus derivados se ha desvirtuado tanto que parece ahora cualquier cosa menos la entrega desinteresada que se supone.

No quiero ponerme moralista y menos con este tipo de asuntos de los que, por mi soltería, soy ajeno. Pero una pareja no son dos personas que guardan las formas por mantener un contrato social llamado matrimonio. Dos personas que se aman, por lógica, han de superar los egoísmos personales para entregarse uno al otro.

Una pareja no son seis días de sopa fría y un sábado de filete por obligación. Dos amantes, por encima de todo, no son una entente comercial con vistas a engordar una cuenta corriente, ni una sarta de mentiras para tapar la boca a los vecinos cotillas. Ni tampoco una pareja es una imagen de marca para vender colonias o ropa interior. Ni un matrimonio está formado por un ser subordinado al otro sin más misión que la decorativa. Una pareja es un balancín en pleno equilibrio inestable en el que cada uno ayuda al otro en sus ascensos y hace más livianas las caídas. Dos personas que se aman se entregan cada día al beso más sincero y generoso. Una pareja es absolutamente todo lo contrario a lo que cada día la televisión nos mete por los ojos. Y todavía no entiendo por qué lo imitamos y a quién le interesa este desastre. Refrán : Dos que duermen en el mismo colchón, son de la misma condición.