martes, 16 de mayo de 2023

La voz de Lana Tryhub

 La voz de Lana Tryhub

«Nos pueden arrebatar muchas cosas, pero no la elección de nuestra actitud personal ante las adversidades», dijo la refugiada ucraniana
En la pasada entrega del Premio Europeo Carlos V se vivió un momento de pellizco emocional. Durante la entrega del galardón que concede la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste hubo una intervención especial, la de Lana Tryhub, una refugiada ucraniana en Extremadura que subió al estrado a sacudirnos nuestras conciencias con sus palabras. A sus 34 años ha tenido en muy poco tiempo que cambiar de país, aprender un idioma de forma vertiginosa y buscarse la vida como decimos aquí. Música y subdirectora de un centro cultural en su país y madre de dos hijas, una madrugada les despertó el sonido de un avión y supieron que la guerra había estallado. Solo pensar que eso puede suceder a cualquiera de nosotros me da escalofríos y no sé cómo reaccionaría. Ella lo ha hecho con valor y coraje. Las atentas miradas del premiado, el secretario general de la ONU, António Guterres, y del propio monarca Felipe VI, revelan lo conmovedor de lo que Lana contaba desde Cuacos de Yuste al mundo. La jornada se convirtió en un alegato contra la guerra, esa gran estupidez que ciega a los mandatarios y los vuelve codiciosos de territorios y recursos naturales sin importarles un pimiento las vidas humanas.
Lana, tras un duro periplo vital en el exilio, conoció a un productor musical y volvió a tener esperanzas gracias a la música. Comprendió que en un país extranjero también se puede hacer lo que se ama. Los azares del destino la llevaron a Badajoz. Allí conoció a Pedro Monthy, presidente de Músicos Sin Fronteras, y le ofreció la oportunidad de cantar con ellos y de realizarse como intérprete. Ahora estudia para homologar sus diplomas universitarios. «Nos pueden arrebatar muchas cosas, pero no la elección de nuestra actitud personal ante las adversidades», concluyó. Sin duda, la música la ha salvado de un destino incierto. Sin ella, ya lo dijo Nietzsche, la vida sería un error.