martes, 3 de abril de 2012

Devoción

Comienza la Semana Santa en una región que tiene tres de Interés Turístico Regional y una Internacional. Las iglesias se abarrotan de fieles, perfectos con sus chaquetas cruzadas azules y su pelo engominado. Ante las imágenes de su devoción se escapará alguna lágrima, tanto de jóvenes como de adultos. Frente a un Cristo yacente, en la ciudad monumental vieja, los corazones se encogerán en silencio. Los empalaos llenarán la madrugada de penitencia y dolor antiguo en La Vera. Las calles se poblarán de trajes nuevos, de encuentros fraternos que son preludio de una primavera que llegó sin el prólogo de las lluvias del invierno, tan esperadas. Ahora salen los santos a las calles y el agua de los cielos parece que se remueve. A veces me pregunto si realmente hay una relación causa-efecto en todo esto. En estos momentos de crisis --creyentes y escépticos-- todos requerimos una Virgen o una Venus a la que rezar, un Cristo con quien indentificarnos en este viacrucis general. Necesitamos sentir hermanos a nuestro lado y no sabernos solos ante la calamidad que nos circunda. Lo que siento es que esta explosión de devoción en ocasiones sea tan sólo una muestra externa y puntual. Porque durante el año las iglesias siguen estando en algunos casos vacías. La Fe no parece haber calado en una juventud más preocupada por el 'botellón' del fin de semana y por su 'no-futuro' que en cuestiones espirituales. Al menos, durante esta semana, habrá una aproximación a una dimensión trascendente, cercana al amor al prójimo. Esperemos que cunda, que creo que nos hace falta a todos. Refrán: Dios se fija en las manos puras, no en las llenas.