martes, 19 de diciembre de 2023

Como si no hubiera un mañana

Estamos inmersos en la cultura de comer a ‘jinchapelleju’ en medio de un mundo inmerso en guerras y hambre

Después, tras varios años lastrados por la pandemia, hemos vuelto a las comidas y cenas de Navidad, bien con los amigos o bien con la empresa, elija el lector en cuál lo pasa mejor. Cáceres el pasado fin de semana, desde el viernes, se convirtió en un gran showcooking en el que los restaurantes y bares colgaban el cartel de 'completo'. Estamos inmersos en la cultura de comer a ‘jinchapelleju’ bajo el lema de «en casa del pobre antes reventar que sobre». Yo me pregunto dónde está la tan cacareada crisis económica. Y hacemos este ritual de la ingesta sin conocimiento en medio de un mundo convulso, sumergido en dos grandes guerras que nos tocan relativamente de cerca. 

¿Es ético este ritual del jamón ibérico y los langostinos cuando en Oriente Medio practican el ojo por ojo? ¿Tiene sentido comer hasta la náusea cuando en Ucrania viven bajo el bombardeo indiscriminado de una superpotencia? ¿Tenemos la conciencia tranquila cuando cambiamos de armario cada temporada mientras nuestras playas se llenan de migrantes en busca de un futuro mejor jugándose el cuello? Personalmente, creo que no, que habría que poner cierta mesura en estos hábitos opuestos a la concepción primigenia de la Navidad o a la fraternidad humana. Veo las tiendas a reventar, en una especie de vorágine consumista de artículos que en unos días acabarán arrinconados en los trasteros. Siento enormemente que nos hayamos creado necesidades vanas y efímeras para sostener una economía nada igualitaria ni justa. Me da pena la explotación a la que se someten muchos empleados contratados temporalmente estos días, sabiendo que sus contratos acabarán en breve y que solo añadirán una prórroga a su miseria.


miércoles, 13 de diciembre de 2023

Camaradería con un pitarra

En un mundo en el que las técnicas de marketing están a la orden del día, en el que todo está pensado y medido para vender, se agradecen gestos de camaradería y hermandad. Es lo que nos pasó el pasado viernes en las Jornadas Gastronómicas del Cerdo Ibérico en Montánchez. Con el pueblo a reventar, en el que no se podía dar un paso ni en la carpa ni en los soportales del ayuntamiento, estábamos degustando ese guiso caliente de cerdo, que supo a gloria en el llamado Puente de La Pura. En medio de esa delectación se nos había acabado el diminuto vasito de vino al que dan derecho los tiques. Bajo la estoa habilitada para la degustación, estábamos demasiado lejos para volver a la carpa a canjear los vales. En esto que nos oyeron unos comensales locales. «¿Os habéis quedado sin vino? Probad el de la zona». Y nos escanciaron a todos y cada uno de los que formábamos el grupo una ronda de vino pitarrero, pero exquisito. 


Afortunadamente, todavía quedan quienes están pendientes del otro, de los forasteros, de los invitados que llegan a un pueblo. Ese gesto de camaradería dice mucho del espíritu local. Nada de considerar al externo como extraño o intruso. Todo lo contrario, se trata de agasajarlo para que regrese en la próxima ocasión con más ganas de invertir y de pasarlo bien. Así es como se hacen grandes las fiestas. Por cierto, que hacía años que no iba a Montánchez a las Jornadas del Cerdo Ibérico y había ambientazo. La lluvia dio un respiro ese día y las colas para comprar tiques eran kilométricas, los expositores de las distintas marcas comerciales hicieron negocio y en la calle la charanga animó un día en el que gracias a la concordia de los montanchegos no hubo forasteros ni turistas. Es lo que tiene el cerdo ibérico como animal totémico de la sociedad extremeña. Tiene un poder de pegamento vital indiscutible. Y es que donde esté un buen jamón ibérico elaborado con mimo, en su punto de sal y bien cortado, que se quiten todos los demás placeres terrenales. Después está ese Castillo de Montánchez, cuya ascensión es una ruta recomendable y que merece una visita en cualquier momento del año. Montánchez tiene un encanto señorial que trasciende lo anecdótico para conferir al pueblo un aire noble, un recuerdo de tiempos pasados que enciende la imaginación del visitante y lo transporta a otras épocas. Bien por ese trago de vino, pequeño pero grande a la vez, que demuestra que el espíritu de concordia, el de la auténtica fraternidad humana, aún no se ha perdido para siempre en el algoritmo de Google.

martes, 5 de diciembre de 2023

Aubeck, un erudito en Badajoz

Este profesor de inglés afincado en la ciudad del Guadiana es uno de los mayores expertos mundiales en fenómenos aéreos anómalos

Quizá sea un dato anecdótico, pero lo cierto es que Chris Aubeck, uno de los mayores expertos mundiales en fenómenos aéreos inexplicables, ahora llamados UAPs (antes ovnis) vive actualmente en Badajoz. El dato lo hizo público durante una entrevista en el pódcast de conspiraciones Clave 45. Otra curiosidad es que la vocación de Aubeck se consolida tras ver un ovni en Talarrubias. 

El profesor de inglés (que también dio clases en Cáceres) es actualidad porque acaba de publicar un libro titulado ‘Platillos’ en el que curiosamente desmonta todo el folclore que se diseñó desde finales de los años cuarenta en torno a los mal llamados ‘platillos volantes’. Este erudito y ratón de hemeroteca ha dedicado su vida a recopilar avistamientos anteriores a 1947 y en este último trabajo demuestra que describir a los ovnis como discos es fruto de un poso cultural que tiene que ver con la cultura pulp y los cómics de los años 40 y 50, entre otras cosas.

Los periodistas en todo esto tenemos que entonar el mea culpa. La era moderna de los ovnis comenzó con el avistamiento del piloto Kennet Arnold el 24 de junio de 1947 sobre el monte Rainien. Curiosamente, el artículo original en el East Oregonian con el reporte de Bill Beguette no contenía esa descripción de ‘platillos volantes’. Sin embargo, en Associatte Press (AP) quisieron darle más gancho a la historia y editaron su texto con la frase «objetos brillantes parecidos a platillos». Más que nada para echar unas risas. Y la expresión ‘flying saucers’ se hizo viral, cuando, en realidad, los avistamientos con forma de plato invertido son minoritarios. Arnold negó durante toda su vida haber visto objetos voladores de esta forma y sí como «alas de murciélago». Sin embargo, esta ha sido la manera en la que hemos representado a las naves espaciales extraterrestres en el arte y la literatura. ‘Platillos’, el trabajo de este Aubeck es riguroso y espectacular, especialmente si te gusta la historia. Y recuerden que ese talentazo vive en Extremadura, en la ciudad del Guadiana.