martes, 6 de julio de 2010

Marea roja

Siempre pensé que el deporte era algo intrascendente. La verdad es que si el fútbol pudiera influir en aumentar el PIB o disminuir la inflación atraería más mi atención. Además, tengo la sospecha de que todos los campeonatos mundiales son una especie de anestésico general para problemas más graves como el paro o la crisis económica. Y en eso los medios de comunicación tenemos mucha culpa. Pero me ha sido imposible sustraerme al influjo de la ´marea roja´ y el sábado me sorprendí ataviado con una camiseta de la selección española recorriendo el Eroski para después irme a ver el partido en un bar en el barrio, algo que confieso no he hecho en mi vida. Me daba cierta vergüenza ir así, pero empecé a contar a los adultos que también estaban equipados y mentalmente me consolaba sabiendo que éramos legión.
El delirio fue tal en Nuevo Cáceres que había señores de edad provecta tocando la vuvuzela, las bocinas del coche, agitando banderas y rugiendo con cada incidencia del partido. El éxtasis llegó con la victoria y muchos fueron los que sacaron los vehículos para celebrarla. Por unas horas no había problemas, sólo san Iker Casillas y David Villa estaban en boca de todos como nuevos héroes y santos laicos contemporáneos.
Este miércoles teníamos prevista una reunión de vecinos para ver un problema recurrente con el ascensor. Me parece que la fecha no ha tenido en cuenta la ´marea roja´ y no habrá quorum. Pero no importará que el ascensor siga roto, sino que pasemos a disputar la final de Copa del Mundo de Fútbol. Eso sí que será vital para todos. No importa ir a la pata coja si mañana gana la Roja .