martes, 28 de julio de 2009

Mañana cumplo 40

La vida empieza a darme vértigo ahora que cumplo la cifra mágica de 40 años. No sé qué tiene esa fecha, que algunos consideran fatídica. Para mí abre una nueva etapa de plenitud y equilibrio con todo lo que me rodea. Parece que ahora empiezo a tomar las riendas y a serenar conductas nocturnas desenfrenadas más propias de la adolescencia. Creo que si estuviera viendo la película de mi vida sería el intermedio, con parada en el ambigú. Aunque sospecho que --a juzgar por la incipiente tripita-- llevo en el bar demasiado tiempo. Ahora toca ver cómo acaba el filme. De lo que estoy seguro es de que el protagonista, por malos que sean los tiempos que vengan, sale triunfante.
Cumplir 40 tiene sus ventajas. Debe tenerlas forzosamente. Comprendo mejor el mundo que me rodea y las miserias humanas. Vivo con intensidad las pequeñas cosas, me valoro más como individuo e intento mantener las dudas y parte de la inocencia primigenia, con no cierto esfuerzo. A los 40 todo se relativiza. Lo bueno se toma con reservas y lo negativo siempre se piensa que puede ser peor. Lo que es cierto es he perdido algunas ansiedades y cada día me reafirmo en que no volvería atrás por nada del mundo. El tiempo parece una suerte de abono que te va enriqueciendo. También te previene contra las emboscadas que da la vida.
El pelo blanco que empieza a poblar mis sienes es un auténtico "pelo de conejo" que me avisa de cuando el camino se tuerce. Hace veinte años que tengo veinte años y como Serrat siento la sangre en plena ebullición vital. Refrán: La mejor maestra es la experiencia, mientras tengas paciencia.