martes, 10 de marzo de 2020

Conexión extremeña de Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal nos ha dicho adiós la semana pasada y parece que con él se va una forma de entender la vida, la religión y la existencia humana. El sacerdote impulsor de la Teología de la Liberación protagonizó una de las imágenes más icónicas de los años ochenta, cuando al arrodillarse ante Juan Pablo II para recibirle en el aeropuerto de Managua, recibía una reprimenda histórica -con dedo inquisitorial incluido- que marcaba su camino fuera del sacerdocio. Afortunadamente, el sacramento del perdón ha sido ejercido con sabiduría por el papa Francisco, quien hace menos de un año lo rehabilitaba, a sus 95, en el ejercicio del presbiterado. La monumental bronca de Juan Pablo II fue porque Cardenal formó parte del Gobierno sandinista como ministro de Cultura (1979-1987) tras colaborar con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza.

Y aunque no lo crean, existe una conexión de Ernesto Cardenal con Extremadura. Dos de sus profesores, que le marcaron en su devenir revolucionario, fueron los extremeños Tomás Calvo Buezas, natural de Tornavacas, y Enrique Sánchez de Valadés, de Don Benito, que le dieron clase en el Seminario Internacional de Vocaciones Tardías de la Ceja, de Medellín (Antioquia).

No han gustado a la Iglesia los sacerdotes que alzan la voz contra los poderosos, aunque en Latinoamérica la situación sociopolítica empujara a ello. Tampoco creo que le gusten los curas poetas como Cardenal, que en varias ocasiones estuvo propuesto al premio Nobel. Famoso es su poema epitafio a Marilyn Monroe en el que denunciaba a todos los que la llevaron a su suicidio. Fiel a sus ideales libertarios, en sus últimos años se dedicó a denunciar los desmanes de Daniel Ortega, a quien señaló como dictador. Cardenal merece un hueco en la historia de la Literatura. Al menos, el poeta de la Teología de la Liberación ha muerto reconciliado con la Iglesia. Refrán: Humano es el errar y divino el perdonar.