martes, 29 de enero de 2008

LA CORTA VIDA DE LOS ELECTRODOMÉSTICOS

A veces tengo la sensación de que vivimos inmersos en grandes mentiras. Eso me sucede con las garantías de los electrodomésticos. Siempre que se estropea alguno ésta ha expirado hace poco tiempo. Parece como si los sesudos jefes de los departamentos de calidad pusieran una bomba de relojería en cada producto.
Hace unos días mi calentador de agua de casa se estropeó. Un manguito y el serpentín de la caldera estaban picados. La garantía --5 años-- había caducado hacía unos meses. Es curioso, porque ese calentador tiene una larga historia. Lo encargué a una empresa que por entonces había en el barrio. Me dijeron que me mandaban a un "comercial técnico". Este señor, al preguntarle por los sellos de calidad de su empresa, me dijo:
--Nuestra mayor garantía son los miles de clientes satisfechos.
Me instalaron el calentador, no sin tener una discusión con los señores del gas, que se quejaron de que no habían utilizado tuercas homologadas. Además, me pidieron 50 euros por un croquis obligatorio de la instalación que bien podía haber hecho mi sobrino.
Efectivamente, al día siguiente apareció un charco de agua. El "comercial técnico" vino a arreglármelo llave inglesa en mano. Pero ese manguito siempre ha estado goteando.
Por cierto, fui a protestar a la empresa y había desaparecido como por ensalmo. El calentador daba problemas de combustión. Llamé al móvil que tenía grabado en mi teléfono y se puso otro señor que ponía en duda la profesionalidad del "comercial técnico". Vaya lío. Refrán: ¡A mí la OMIC!