martes, 3 de marzo de 2015

Diálogo sobre las 50 sombras de 'mi rey'

Estaba el pasado domingo haciendo esas rutas anticolesterol camino del Carrefour para comprar más grasas polisaturadas cuando me encontré con un amigo que vestía el uniforme oficial de los que sobrepasamos el 200 de colesterol, o sea, el chandal. Tenía mala cara, como de 'jalamío' y me atreví a preguntarle por el origen de su malestar. --Ay, Juanjo, es que lo de las cincuenta sombras de Grey esas me está haciendo mucho daño... --Pero si es muy bueno que la gente lea, aunque sea un bestseller. --Ya, pero es que cuando lo leyó mi mujer se le despertó con virulencia la líbido femenina, que tenía adormilada hace años. Cerraba el libro sobre la mesita de noche, apagaba la luz, y yo me echaba a temblar, que ya no estoy para estos trotes, que con tres hijos ya he cumplido. --Bueno eso será pasajero, cuando acabe el libro se cansará... --Qué va Juanjo, si es que es una trilogía de unos libros gordos que sirven para calzar estanterías y con letra 'mu' finita, pero eso no es lo peor. Ahora en vez de Grey, que es el protagonista del libro, me llama 'mi rey', 'mi rey', vaya tela... --Un poco de vidilla matrimonial no viene mal, es la sal de la vida... --Sí, la sal, pero el otro día se fue al multicines a ver la película con una amiga y ahora me dice no sé qué de la habitación roja y de un contrato que tengo que firmar si quiero... ¡darle con la fusta! Madre mía, si yo no he cogido en mi vida ni un matamoscas. Que no me gusta pegar a nadie. Y dejé a mi amigo con sus cavilaciones hacia el Carrefour. Yo el libro no lo he leído y la película me parece un 'blandiporno' machista. Es lo que hay, 'mi rey'. Refrán: Mi marido es tamborilero; Dios me lo dio y así lo quiero.