viernes, 28 de agosto de 2009

martes, 25 de agosto de 2009

El toro es lo de menos

Hace ya algunos años que la peña ´Chapuzas´ me enseña los entresijos de los pueblos en fiestas. Uno se pasa el verano escribiendo de ello, pero hasta que no lo vive en directo no es consciente del trabajo y de los profundos lazos que se forjan entre los miembros de una peña. En Garrovillas de Alconétar los toros son expresión de una religión laica en la que los oficiantes son los amigos de toda la vida. A veces fue esa misma vida la que obligó a algunos a buscarse las habichuelas fuera del pueblo. Y por ello los toros se ansían como un momento mágico en el que la existencia se vive con la plenitud del reencuentro. En las fiestas todo es exagerado: se come hasta forzar los límites corporales. Se exalta la amistad y la concordia por encima de los problemas que conlleva pujar por un carro, montarlo y desmontarlo en la plaza, y organizar avituallamiento para una multitud, cada uno de su padre y de su madre. Y hablando de padres y madres: los adolescentes de hace veinte años ya han convertido el carro en una guardería. Algunos de los pequeños ´Chapuzas´ --que son legión-- ya vuelan solos. Muy pronto les dirán a sus progenitores que quieren ´hacer carro´ por su cuenta. Los que eligieron el difícil camino de la emigración regresan a sus ciudades con las pilas recargadas y colesterol por las nubes. Los que se quedan en el pueblo se pasarán el año ojeando las viejas fotos descoloridas de los 80, las digitales después y mandándose correos electrónicos. Y todos coincidirán en una cosa: Hay que ponerse a dieta urgentemente.

¿Y el toro? Bueno, lo del toro es otra historia, pero sin duda lo menos importante de todo. Refrán: Las fiestas garrovillanas hay que cogerlas con ganas.

martes, 18 de agosto de 2009

La mujer que no sabía decir te quiero

Nunca le había dicho te quiero y eso se había convertido en obsesión con el paso de los años. Desde que decidieron vivir juntos, después, al casarse, y tras tener hijos, nunca había salido de los labios de ella esa frase que tanto ansiaba por todos los medios.

Ella se iba antes que él a trabajar. Aún así, él se encontraba el desayuno perfectamente dispuesto en la cocina. Después, el cuarto de baño estaba listo para que se duchara, oliendo a limpio, como solo ella sabía dejar las cosas.

Su traje de diario estaba en el gabán, planchado y con la raya del pantalón milimétricamente situada. Y él se decía entre dientes: "¿Qué trabajo le costará decirlo?".

Entonces se marchaba a trabajar a la oficina y recogía un bocadillo envuelto en papel albal, con la mantequilla distribuida de tal forma que era imposible mancharse. Después él la llamaba al trabajo a media mañana.

--¿Cómo estás, amor?

Y ella le hablaba del tiempo, del cretino del jefe, pero sin ninguna palabra cariñosa.

Después, ya en casa, ella hacía la cena. Le preparaba un baño caliente, le frotaba la espalda, tendía la ropa y volvía a plancharle el traje que llevaría al día siguiente. Durante la velada él se perdía en sus ojos y trataba de averiguar en ellos algún destello que presagiara que iba a decirle la frase deseada.

--¿Pero por qué no me dices te quiero?, le dijo él ya con el gesto severo, visiblemente molesto.

Y ella le contestó que se había pasado el día gritándolo pero que no la había oído. Refrán: La comunicación con la pareja es la clave de una vida añeja .

lunes, 17 de agosto de 2009

Niños, bienvenidos al mundo

Siempre que se apaga una estrella se enciende una vela. Ahora que a mi alrededor no dejan de nacer niños, hijos de mis amigos, me paro a pensar sobre lo imbricadas que están la vida y la muerte y cómo bailan una vertiginosa danza a diario ante nosotros. Unos abandonan el mundo y esa metamorfosis para quedarnos desnudos, tan sólo en alma, es un esfuerzo tremendamente doloroso. Si hemos hecho bien los deberes estaremos acompañados de seres queridos en ese desvestirse del cuerpo que es nuestra despedida. De lo contrario estaremos rodeados, pero de buitres, en busca de una herencia. Suculenta o no, según los casos. Aquí se queda todo. Nuestros besos, nuestros amores y todo lo que hayamos sembrado. Todo el bien y todo el mal.
Cuando nace un niño la cosa es bien diferente. Los parabienes y la esperanza llenan las conversaciones. Niños esperados y deseados con fuerza son una luz encendida en las familias a pesar de sus trastadas, las malas notas o los disgustos que suelen dar.
Eso de que los niños traen un pan debajo del brazo es más discutible. Lo que sí es cierto es que disipan cualquier problema familiar, disuelven las rencillas y con su son
risa tonta hacen que hasta al más intransigente se le caiga la baba.
Y en ese vértigo, la vida. Los hospitales llenos de gentes que vienen y se van, los corazones llenos de esperanza por los nuevos hombres...Y repletos de dolor por los que se irremediablemente nos dejan. Hagamos de este mundo un espacio amable y habitable para las nuevas incorporaciones. Refrán: A tu hijo, buen nombre y oficio.

Estampas de una jornada en la piscina

Toda piscina que se precie tiene un tipo de más de cuarenta años dando el coñazo con una pistolita de agua, unos niños salpicando al personal lanzándose sin parar, un tripudo comiéndose un bocadillo de chorizo de más de un kilo y un socorrista dormitando en una tumbona tras unas gafas oscuras. También hay otros personajes, como el matrimonio que pasa olímpicamente de los niños mientras estos hacen saltos mortales y se parten la crisma ante sus ojos. Suele habitar esos lares un señor gordo al que todos miran diciendo "como se lance al agua vamos aviados...". Las más abnegadas madres tratan de sujetar a Johnatan, Jenifer y a Vanesa para que no se metan sin hacer la digestión, mientras que un adolescente se lanza haciendo la ´bomba´ para impresionar a alguna congénere con las hormonas igualmente revueltas.
Conozco las piscinas de Cáceres y municipios limítrofes y en todas tiene lugar ese ritual. A veces he contado en la del camping a casi un centenar de bañistas en el agua, lo que crea problemas de tráfico. Y después están los dichosos bichitos del césped que te pegan unos picotazos y no sabes bien cómo ponerte. Los más listos se traen sus tumbonas y leen unos libracos de esos de 600 páginas o más. No falta el grupo de soldados del cuartel, con sus cuerpos perfectos, haciendo corrillos y hablando de lo que harán cuando juren bandera. Esta es la estampa de un día de piscina con paella en el menú del día. Tenemos la felicidad al alcance de la mano. Refrán: Si te entra la calorina tírate de cabeza a la piscina.

domingo, 9 de agosto de 2009

NUBE DE ALEVINES DE ESCALAR

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Os dejo una selección de fotos de mi viaje a Barcelona. He aprendido mucha música en esa ciudad donde la cultura se respira a cada paso.