martes, 13 de diciembre de 2022

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Parece que el mundo se va a acabar y todos nos hemos lanzado al consumo compulsivo e irracional

Durante este ‘macropuente’ he recordado el álbum de Supertramp Crisis? What Crisis?. Las portadas de los discos eran auténticas obras de arte en aquellos tiempos. Este long play de 1975 lucía en su cubierta a un señor en bañador, bajo una sombrilla, en una tumbona, tomando un refresco en la azotea de un edificio. A su alrededor discurre un maremágnum de polución, suciedad y podredumbre. Él tiene cara de importarle todo un pimiento.

Algo así nos está sucediendo a todos en estos días previos a esta primera Navidad sin la omnipresencia del virus, que, ojo, todavía sigue pululando, aunque sin la cobertura mediática de hace un año. Nos están atemorizando con la guerra de Ucrania, la factura de la luz, la subida de precios salvaje, los alquileres desorbitados y las predicciones funestas del Banco Central Europeo, pero nosotros –y me incluyo- salimos a la calle como posesos a comer fuera, a gastar en nimiedades y a viajar. ¿Han visto cómo estaban los aeropuertos, los hoteles y las casas rurales estos días? Los restaurantes a rebosar de personal, como si no hubiera un mañana. Las calles con gente andando como piojos en costura, hipnotizados por las luces, que serán todo lo led que usted quiera, pero que gastan y que esa factura hay que pagarla entre todos.  Parece que el mundo se va a acabar y todos, sin apenas excepciones, nos hemos lanzado al consumo compulsivo e irracional. Lo cierto es que, narcotizados por estas ansias de gasto absurdo, no nos acordamos de la enorme crisis política que padecemos, de los líos jurídicos que tenemos encima, de las piruetas institucionales que se están perpetrando ante nuestros ojos. Deseo que estos días, además de acordarnos de zarandajas y regalos también tengamos un momento para pensar en quienes no llegan a fin de mes, sufren por alguna causa o están enfermos. Sólo de esta manera tendrá sentido aquello que pasó en un portal de Belén hace ya más de dos mil años.

martes, 29 de noviembre de 2022

Fútbol, la mejor anestesia mental

 Fútbol, la mejor anestesia mental

Los palcos de honor están repletos de sátrapas sentados en unas gradas erigidas a costa de muchas vidas humanas

A pesar de no tener ninguna afición futbolística estos días estoy seducido por el Mundial de Qatar. No sé si en eso tiene que ver que físicamente trabaje en la redacción junto a la sección de Deportes, pero me temo que no. Además, hay términos especializados futbolísticos que ya no entiendo. Tengo que ponerme al día. Por ejemplo, no sé muy bien que es un ‘carrilero’, un ‘palo corto’ o un ‘falso nueve’. Ni comprendo que se paguen esas cantidades astronómicas por fichar a un jugador. A pesar de todo eso, y porque que este mundial es más interesante informativamente por causas extradeportivas, he visto los partidos de nuestra selección .

Reconozco que caigo en la trampa, en el ruido de fondo periodístico inherente a un mundial de fútbol, casi tan ensordecedor como el de una vuvuzela. Es difícil no dejarse seducir por ese espejismo de sentirse el 'jugador número 12' de la Roja, de creerse en una distorsión cognitiva generalizada y pensar que estoy en el campo luchando por cada balón. El fútbol funciona como un lenitivo muy eficaz ante tanta guerra, tanta violencia en todos los ámbitos, tanto político nefasto, tanta inflación y tanto mangante suelto. Los palcos de honor están repletos de sátrapas y dictadores sentados en una gradas levantadas a base de la muerte de miles de obreros, pero no pasa nada. La anestesia futbolera adormece nuestras mentes.

Es curioso como un no aficionado al fútbol puede verse sustraído por veintidós tipos en pantalón corto que cobran millonadas dando patadas a un balón ante una masa enfebrecida. Personalmente, me merecen más respeto los investigadores, los currelas que se suben a andamios, los que se juegan el tipo cada día, madrugón tras madrugón, y no son portada de los medios de comunicación. Pero, imposible, la emoción de los goles, las rivalidades atávicas y las ganas de revivir el gol de Marcelino a Rusia o el Waka Waka de Shakira me pueden. Lo dicho, no me gusta el fútbol. Es el ‘pan y circo’ actual. Y bueno, si gana España, ya es el auténtico despiporre.

martes, 22 de noviembre de 2022

Robe, fin de gira a fuego lento

El artista placentino cerró su gira ante 16.000 personas con el cartel de ‘todo vendido’


Pocos artistas pueden hacer gala de haber completado una gira tan redonda, tan aplaudida y tan deseada como el placentino Robe Iniesta. Este fin de semana, ante 16.000 personas, ‘Mayéutica’ se despedía en el WiZink Center de Madrid con el cartel de ‘todo vendido’ y una expectación inusitada entre los amantes de la música de calidad.

Sí, entre tanta invasión de trap, reggaetón, y armonías guisadas por productores ávidos de ganancias inmediatas, un extremeño, un veterano de la música rock se ha reinventado –palabra muy de moda- para pasar página con Extremoduro y generar un lenguaje propio, con una superbanda de músicos extremeños. El éxito de Robe Iniesta se debe a un proyecto musical meditado, pensado y diseñado con talento extremeño. Ya quisieran muchas estrellas yanquis contar con el buen hacer de Lorenzo González (voz y guitarras), Woody Amores (guitarra solista) Carlitos Pérez (violín), Álvaro Rodríguez Barroso (teclados), David Lerman (bajo y vientos).

Robe es un caso único de talento natural rockero que con el tiempo se ha ido decantando hacía un sonido más sinfónico, con letras muy cuidadas y atmósferas como Mayéutica, su disco de 43 minutos sin pausas entre sus seis canciones. Otro de los grandes aciertos de este artista con mayúsculas es que ha sabido dar el relevo generacional a sus fans. En sus conciertos se ven padres con hijos disfrutando al unísono.

Siempre transgresor, tuvo palabras en el concierto de despedida en las que se entrevé una crítica política: «En esta ciudad hay una libertad de la ostia y tenemos que acabar a las once y media por cojones». Lo cierto es que hay Robe Iniesta para rato, que ahora se abre un paréntesis para la composición y el estudio de grabación. Y es extremeño, si fuera de cualquier otra comunidad tendría estatuas por las calles. Tenemos la suerte de tener un artista de dimensiones únicas, con sus luces y sombras, pero de primer nivel. Va siendo hora de sentirnos orgullosos de lo nuestro.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

El milagro de Albalá

La Feria de Albalá es un verdadero milagro. Mientras otros certámenes ganaderos languidecen o se estancan, este pequeño municipio de apenas 400 habitantes se ha convertido en un espacio de referencia para los que realmente quieren adquirir animales escogidos. Hace menos de un lustro que se convirtió en Feria Nacional, lo que no es moco de pavo, y este año ha incorporado el ovino a la exposición. Estuve este sábado pasado en Albalá y había más calidad y cantidad de charolés y limusín que en otras ferias que tienen rango internacional. Hablé con los ganaderos, que estaban, en la mayoría de los casos, contentos con su presencia. Los concursos morfológicos de animales domados tienen una gran vistosidad y las naves están muy bien acondicionadas para la exhibición y alimentación de las reses. Y lo que es más importante: se hizo negocio, algo que a estas alturas de la película y con la que está cayendo parece inaudito.

¿Cómo se ha conseguido esto? Sin duda la responsabilidad es de los ganaderos que eligen ir a Albalá en este momento, perfecto para la cubrición y venta de sementales. Pero no sería justo decir esto sin añadir que el empeño del consistorio, adecentando y acondicionando instalaciones, tiene mucho que ver en estos buenos resultados. Conocida es la bonhomía del alcalde Juan Rodríguez, que ha encontrado en vacas y caballos un motor de desarrollo local. Se desvive por su pueblo y al final eso se nota. 

A la Feria Nacional de Ganado de Albalá aún le queda mucho por crecer. La estabulación del ovino en los boxes de caballos de esta edición se ve provisional y quizá habría que robustecer el programa de jornadas técnicas con temas de actualidad candente del sector. Aún así la Feria de Albalá, sin folclore, sin jarana y artificios, es ya una de los mejores encuentros ganaderos de la región por la excelencia de sus animales. Nada más. Y nada menos.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Atentar contra el arte

El arte es lo más elevado del ser humano. Desde los bisontes de Altamira a la última obra de Banksy, la producción artística es uno de los rasgos definitorios de este homínido que aprendió a utilizar herramientas para cultivar la tierra, construir bienes y elevar el espíritu a través de la pintura, la escultura o la música. El atentado contra el cuadro de Los girasoles de Van Gogh perpetrado en la National Gallery de Londres es todo un símbolo de lo que la estupidez humana puede llegar a hacer en medio de esta anomia en la que vivimos. Al parecer, los activistas pretendían llamar la atención sobre la explotación de yacimientos de combustibles fósiles en Reino Unido.

Pienso en adjetivos para calificar la acción de estas dos chiquillas y se me agolpan en la mente sin que me atreva a plasmarlos en el texto. Hay que ser cateto, ignorante, indolente, insensible o directamente estúpido para cometer una acción de estas características. ¿Una acción ecologista contra unos girasoles? ¿Estamos locos? No creo que sean ecologistas esas dos gamberras. El ecologismo es un movimiento con mucha cabeza, que medita seriamente sus acciones reivindicativas y sabe poner el dedo en la llaga. Hay muchos espacios en los que reivindicar, el problema es cuando solo se piensa en la repercusión mediática. «¿Qué vale más? ¿El arte o la vida?», espetó una de las niñas al público. Ese no es el debate. Solo desde un ecologismo de salón se pueden plantear los problemas del Planeta en estos términos maniqueos e infantiles.

He visto en Ámsterdam uno de los siete cuadros de Los girasoles que el ‘loco del pelo rojo’ pintó en 1888. No es una de las pinturas que más me gusten de él, pero tiene ese poder hipnótico y totémico que ha seducido a millones de personas. ¿De verdad queremos acabar con eso? Estamos errando el tiro, sin duda. 

martes, 11 de octubre de 2022

Alaridos machistas

Las imágenes del Colegio Mayor Elías Ahuja tienen un indudable poder hipnótico, pero ello no debe impedir que deban ser calificadas como verdadera exhibición de la naturaleza humana más cavernaria. Me recuerdan mucho a las películas de la serie de El Planeta de los Simios donde el primate alfa lanza sus exabruptos en medio de la aprobación general de la masa a través de gritos guturales y movimientos espasmódicos. Es un triste trasunto de nuestra sociedad y nuestra política, plagada de machos alfa a los que todos jalean con expresiones borreguiles sin sentido crítico ninguno, en medio de la complacencia general.

Creía que este tipo de comportamientos ya había desaparecido bajo las múltiples campañas contra la violencia machista. Me equivocaba, crasamente. En esos reductos donde se forman las élites de nuestro país se maceran a fuego lento comportamientos machistas inaceptables a todas luces y, lo que es más grave, se perpetúan en nuestros jóvenes y futuros dirigentes. Sigo sin saber en qué parte del sistema educativo hemos fallado, no solo para que los muchachos tengan esa visión exclusivamente genital de la existencia. También es sorprendente que algunas de las chicas a las que iban dirigidas esos insultos y actitudes amenazantes las consideren una «tradición» o parte de un cortejo sexual.

Recuerdo que cuando estudiaba la carrera, mientras yo pasaba penurias , un compañero que vivía en uno de esos colegios mayores de élite no pegaba ni chapa. Solo venía a clase los viernes a fotocopiar los apuntes de la semana. Sabía que tendría trabajo a por enchufe familiar al acabar la carrera. Cuando le pregunté por qué no venía a clase me respondió que su colegio mayor era un hotel de cinco estrellas y que cómo iba a salir de allí con lo bien que estaba. Pues nada, ahora es un triunfador con un gran poder decisorio sobre nuestra sociedad. Refrán: Triste y sola, sola se queda Fonseca...

martes, 13 de septiembre de 2022

Manolo Sanlúcar, el filósofo

Su dedicación profesional a la guitarra y a aprender era de 24 horas al día y solo en esa entrega encontró la felicidad


La reciente desaparición de Manolo Sanlúcar (Manuel Muñoz Alcón) deja huérfanos a todos los que amamos con pasión la guitarra. En sus memorias este artista sanluqueño afirma: «De lo que pesa la guitarra, pesa muchísimo más un azadón del diez», refiriéndose a su condición de verdadero obrero de la composición. En el libro El alma compartida aseguraba haber tenido una vida casi perfecta, dedicándose por entero a este instrumento que a tantos nos cautiva y que tocamos a diario. Para Manolo Sanlúcar la dedicación profesional era de 24 horas al día y solo en esa entrega generosa encontró la felicidad.


No solo de flamenco vive el hombre. En julio de 2013 el Ballet Nacional de España abrió el Festival de Mérida con la reposición de Medea, con música de Manolo Sanlúcar, que también fue el autor de la sintonía de Canal Plus. Y no solo fue un guitarrista, pues su figura trasciende además como un verdadero filósofo. En la película documental Manolo Sanlúcar, el legado, se profundiza sobre éste y otros aspectos que dibujan al guitarrista como una persona consecuente con su arte y trabajador incansable, con un estilo de vida monacal y de consagración al instrumento. Efectivamente, Dios le dio un don maravilloso, pero supo aprovecharlo al máximo. Manolo Sanlúcar era una persona cultísima que se esforzó por equiparar al flamenco a cualquier otra disciplina científica. No lo entendió solo desde el ‘pellizco’ o los ‘sonidos negros’ lorquianos, sino que estudió tanto que llegó a publicar –autofinanciada- una enciclopedia sobre la guitarra flamenca. Fue docente y no ejerció el magisterio desde la autoridad, sino que trabajaba con sus alumnos en su propia casa en una suerte de ósmosis creativa en el que el aprendiz descubría y potenciaba un camino musical propio. Solo los verdaderamente grandes son así. Además, Paco de Lucía, la otra gran guitarra universal, fue su amigo. Lejos de los habituales celos del artisteo español, fue el padrino de su hijo. Se va un grande, pero queda la música, como decía Aute.

martes, 6 de septiembre de 2022

Lágrimas de sabio

 Lágrimas de sabio

Los seres humanos verdaderamente grandes no piensan en laureles en los grandes momentos, sino en sus seres queridos


Este jueves es el Día de Extremadura, la jornada de afirmación identitaria de los extremeños. Repasando las trayectorias de las Medallas de Extremadura que se entregarán mañana uno se da cuenta del gran salto que ha dado la región en los últimos años. He hablado con los receptores de este alto reconocimiento regional y el resultado de estas entrevistas se publicará el 8 de septiembre en un completo suplemento de el Periódico Extremadura. Pienso en Guadalupe Sabio, una pacense que se encuentra en el top ten de la investigación internacional, y rememoro su emoción cuando recordó a su madre durante la conversación. Solo los verdaderamente grandes son así. No pensaba en su gran responsabilidad, ni en las publicaciones científicas, ni en laureles investigadores, sólo en que ese gran día sus ojos buscarían entre las gradas del Teatro Romano a un ser querido que no estará.


En el suplemento también hay espacio para Eva González, que siendo niña emigró a Holanda, y se convirtió en una abogada de prestigio internacional. Me confiesa que habla la fala de San Martín de Trevejo en su círculo más íntimo. Eso es preservar las raíces. En un mundo globalizado ella ha podido tumbar, con paciencia infinita, una situación injusta que sufría un colectivo vulnerable, el de los emigrantes . También es para quitarse el sombrero es la trayectoria de Marco Antonio Sánchez Becerra que, lejos de arredrarse ante una enfermedad mortal, hizo de su testimonio un estandarte vital. Ya en el plano institucional están los reconocimientos a la ciudadanía de Don Benito-Villanueva por su impulso al proyecto de una nueva ciudad en común o el de la Federación Extremeña de Caza, que ha dado un vuelco total a la imagen del cazador. En conjunto estas medallas son para sentirnos orgullosos del rumbo por el que camina la región. Eso sí, sin olvidar las enormes carencias que persisten, pero la jornada del 8-S no es para lamentos. Para reivindicar está el resto del año.

martes, 30 de agosto de 2022

De repente, el último verano

Es bien sabido que el miedo es un arma empleada por los estados para el control social. Los medios de comunicación somos también responsables de la inyección de temor que se ha inoculado en la ciudadanía de forma sibilina. De un tiempo a esta parte se nos previene constantemente sobre la gran crisis económica del otoño y se nos impele a disfrutar de este verano, que será «el último» de cómo tenemos conceptuado los veranos, al igual que en la película de Mankiewicz. Seguro que estos avisos están basados en certezas y análisis de expertos, pero, no obstante, tengo algunas dudas sobre la intención final de tanta advertencia. Porque el miedo persigue la sumisión de la ciudadanía y no cuestionarse la realidad de forma objetiva.

Tras una pandemia que dura más de dos años, un volcán, una crisis económica, una climática y otra energética, una guerra en el corazón de Europa y la irrupción del virus del mono, los ciudadanos se han puesto en ‘modo alerta’ y no se sorprenderían si se produjera una invasión alienígena en este escenario donde la incertidumbre manda. El ser humano en esta situación de estrés reacciona de forma irracional, e inconscientemente trata de volver a lo que considera orden anterior o lo que los estados y gobiernos señalan como tal. La sumisión colectiva en aras de esa vuelta a la normalidad -¿les suena?- es el objetivo de los políticos, que encuentran en el miedo un instrumento para perpetuarse en cargos y poltronas.

El otoño nos lo pintan apocalíptico. Ojalá se equivoquen en sus predicciones los gurús. Solo espero que los medios de comunicación sigan cumpliendo esa función de tábano que pica al caballo de la sociedad para mantenerla alerta y crítica sobre lo que se avecina. Sin duda hay razones para estar prevenidos por lo que pueda venir, pero ojo sin sacar las cosas de quicio. Si nos insertamos en la negatividad no podremos salir de esta anomia que está siendo más larga que un día sin pan.

martes, 23 de agosto de 2022

Mitos y mitos: Elvis e Hilario

Todos tenemos nuestros mitos. Estaban ahí y, de pronto, se esfumaron, dejándonos huérfanos de algo, de un qué sé yo qué en lo hondo de nuestra alma. A veces, con el tiempo, fueron reducidos a un mero icono pop, como Ché Guevara, figura clave del siglo XX, que ahora es apenas la difuminada foto de Korda en la cabeza de nuestros jóvenes. Los mitos son una primera respuesta a lo cambiante de la nuestra existencia, sirven para explicarnos la puñetera realidad. Un 16 de agosto de 1977 se nos fue Elvis Presley. Se le paró el corazón y a los amantes de la música también. Poco más. Ese vozarrón, ese talento para el baile, esa forma de rasguear la guitarra y dar riñonadas asincopadas, se esfumó como una gaviota en la niebla. Los mitos son seres humanos únicos, irrepetibles, originales, con dones excepcionales. No hay duda que el de Tupelo (Misisipi) era el auténtico rey del rock. Lo que vino después de él han sido imitaciones y desarrollos más o menos acertados. También otro rasgo que caracteriza a los mitos es su lado oscuro. Es notoria la descomposición en que se convirtió la vida de Elvis en los últimos años: excesos de todo tipo le llevaron al sobrepeso físico y mental. Pero los mitos no son todos iguales. También un 16 de agosto (2006) fallecía Hilario Camacho. Mi mito y otro músico excepcional, personalísimo y con un talento prístino. La última banda con la que ensayó y con la que preparaba la gira que nunca pudo empezar era extremeña. Pero Hilario no compartió la misma cara del éxito que Elvis. Todo el mundo reconocía su valía, pero jamás las discográficas apostaron por él de forma clara. Estaba, como él decía, «en la cara B» de la vida. Antes los discos tenían cara A (el tema estrella) y cara B (una canción con menos recorrido). Ahora que Spotify lo peta explicar esto es como predicar en el desierto. En fin, que incluso entre mitos los hay de Primera División y de Regional Preferente. Eso sí, están vivos en nuestros corazones mientras escuchemos sus canciones.

martes, 12 de julio de 2022

No matarás

Hasta la pena de muerte ha sido calificada por el Papa Francisco de inadmisible

El principio de la inviolabilidad de la vida humana lleva varios días revoloteándome por la cabeza. El 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, la semana pasada, me ha traído recuerdos de aquel día. Yo estaba en esos momentos en la Sierra Norte de Sevilla, concretamente en la localidad de El Pedroso, cerca de Azuaga. Estaba en la piscina cuando se confirmaron los peores presagios y aquella tarde fue la primera y única vez que vi a mi padre participar en una manifestación. Todo fue excepcional entonces, cuando la izquierda abertzale vio cuestionados sus principios incluso desde dentro.

Nada justifica la ejecución sumarísima y unilateral de un ser humano. Ni los ideales políticos, ni el daño que nos haya infligido, ni una sentencia judicial. La semana pasada el atentado mortal en plena calle contra Shinzo Abe, carismático exprimer ministro de Japón también me ha llevado los demonios.

La doctrina moral católica se ha ido amoldando con el paso del tiempo y ha actualizado los tres supuestos excepcionales al no matarás: la legítima defensa, aún vigente; la guerra ‘justa’ (y estamos viendo que ninguna guerra lo es, en medio de un escenario mundial marcado por conflictos bélicos); y la pena de muerte, que el Papa Francisco ha calificado de inadmisible.

No puedo imaginar qué pasa por la cabeza del asesino cuando comete el crimen, ni cómo puede conciliar el sueño después. Lo cierto es que muchos asesinos callan tras cometer sus crímenes y solo cuando se ven acosados por la justicia los confiesan. Muchos no se arrepienten. Como es el caso del ‘multiasesino’ Charles Manson o de Mark Chapman, quien disparó con John Lennon, el músico que pedía siempre «Dar una oportunidad a la Paz». Lo hizo «por gloria personal», dijo en el juicio. Y es que la mente humana cuando baja a los infiernos es incomprensible a todas luces. 

martes, 5 de julio de 2022

Pepe Extremadura, adiós a un grande

«¡Hay qué ver cómo te pones cuando tomas Ciripolen!», decía el estribillo de una de sus canciones

La pérdida de un cantautor siempre es un hecho lamentable y mucho más cuando, como es el caso, fue un firme defensor del habla y la cultura extremeñas. Conocí a Pepe Extremadura (José Roncero) en mis primeros tiempos en el Periódico Extremadura. Entonces era un cantautor –nunca ‘cansautor’- que estaba en la cresta de la ola informativa y no era extraño verle en el bar La Giraldilla hablando con los redactores. El de Zarza la Mayor se había pasado media vida cantando en hoteles y Casas de Extremadura de Donostia poniendo música a los poemas de Gabriel y Galán, como recalcitrante defensor de lo extremeño. De padre portugués y madre extremeña, vivió la diáspora en primera persona y tenía unas facciones que le conferían un aspecto fiero. Nada más lejos de su carácter. Había cantado en aquellos momentos en los que hacerlo no era fácil pues había una férrea dictadura que trataba a los cantautores con desconfianza y mano dura. 

Pero poco después la foto de los cantautores se fue difuminando con la llegada de la democracia y fueron buscando nuevos mundos creativos alejados de la canción protesta. 

Pepe Extremadura estaba dotado de muy buena voz e instinto para los asuntos de actualidad. Recuerdo entonces sus temas ‘¡Cerrar Almaraz!’, el ‘Himno de Aldecentenera’ o la famosa canción del Ciripolen –presunto afrodisiaco extremeño procedente de la miel de las abejas- con su pegadizo estribillo: «¡Hay que ver cómo te pones cuando tomas Ciripolen!». Hincha del Athletic, sufrió una extraña agresión en 2008 por parte de tres desconocidos que le llevó al hospital con una clavícula rota. La Medalla de Extremadura en 2017 vino a reconocer merecidamente un trabajo ciclópeo por su tierra y sus gentes. No puedo decir que lo conociera a fondo, pero sí lo suficiente para saber era una excelente persona, un poco buscavidas, y un artista que no dejó de hacer canciones hasta el final de sus días. 

martes, 28 de junio de 2022

Noctógrafos

Las estrellas han sido el lenitivo que necesitaba para desconectar del mundo y reconectarme a mi mismo

No dejaremos huella. Somos polvo de estrellas. Este verso de Jorge Drexler resume lo fútil de la naturaleza humana. Y nunca me siento más insignificante que cuando miro al cielo en una noche estrellada, una de tantas que nos regalan a diario los cielos extremeños. Por eso me he interesado por la fotografía nocturna, ese intento vano de registrar en una imagen no solo la belleza, sino también el misterio que se agazapa tras la bóveda celeste. 

La fotografía es pintar con luz y la fotografía nocturna es atrapar esa escasísima luz que fue generada hace millones de años y que llega suave a este rincón perdido de la galaxia. Cuando contemplo la Vía Láctea me hago la gran pregunta de si estamos solos en el Universo. La respuesta tiene una contestación fácil basada en la estadística: No. Este fin de semana, junto a un grupo de noctógrafos he aprendido a enfocar correctamente a la Vía Láctea y conseguir un resultado óptimo en la cámara. Capitaneados por el gran fotoperiodista extremeño Diego J. Casillas, en el Festival Estelar de Malpartida de Cáceres, hemos posado nuestros ojos a ese hipnótico batolito que conforman Los Barruecos. Tras una semana de trabajo informativo, las estrellas han sido ese lenitivo que necesitaba para desconectar del mundo y para conectarme conmigo mismo, ajustando como un reloj los ritmos de mi cuerpo y de mi alma. 

Los noctógrafos somos una especie de secta que se reúne en lugares de poder como Los Barruecos y que, con una linterna roja sobre la frente, invocamos las fuerzas telúricas y celestes al mismo tiempo para captar una imagen única. Es una suerte de autosanación gracias ese caos organizado que es el Universo. En la soledad de la madrugada junto a un puñado de compañeros noctógrafos tuve la suerte de fotografiar una estrella fugaz. Espero que sea el augurio de que el mundo va a mejorar a partir de hoy. 

martes, 21 de junio de 2022

Empresarios: gente de otra pasta

Veintisiete años, que se dice pronto. Mañana se entregan los Premios Empresario Extremeño del Año y aún me parece ayer cuando estábamos preparando la primera edición. Es una noche de relumbrón y también la culminación del trabajo de muchas personas, que desde hace meses añaden a sus tareas diarias en el Periódico Extremadura las derivadas de este acontecimiento. Estos galardones fueron los primeros y quizá por eso tienen todavía aún más valor. Después vinieron sucedáneos e imitaciones. Los Premios Empresario Extremeño han demostrado también una sorprendente capacidad de resiliencia. Como comprenderán hubo épocas mejores, peores y muy malas, pero estuvieron ahí como ‘termómetro’ del mundo de los negocios.

Conocer a los ganadores de estos casi treinta años de convocatoria me ha permitido hacerme una idea del perfil del empresario extremeño. Normalmente se trata de hombres hechos a sí mismos, que han superado adversidades mayúsculas (crisis, incendios, falta de apoyos, burocracia…) gracias a una voluntad firme de crear riqueza y empleo. El enriquecimiento propio y lícito no es su objetivo. Los empresarios que verdaderamente triunfan van detrás de un sueño. Fíjense en José Noriega, nuestro flamante ganador de este año. Hace treinta años se subió a un camión y ahora su flota de vehículos llega a los mil. Sigue enviando víveres a Ucrania, jugándose el tipo, y cuando hubo que dar la cara en momentos complicados la dio ante los medios de comunicación. Esa es la otra pasta de la que están hechos quienes tienen el reconocimiento en los Premios Empresario. No puedo olvidar que también hay entre los patronos quienes no realizan sus funciones con la ecuanimidad necesaria, pero hoy no toca mirarse en ese espejo, sino en el de quienes cada día construyen Extremadura desde el afán de convertirla en tierra de prosperidad.  

martes, 7 de junio de 2022

Robe, la banda y su sonido propio

Tener un sello personal no es fruto de un día o dos, sino de toda una vida y oficio haciendo canciones

Algunos críticos musicales relamidos de capital han evidenciado el abuso de Robe de los ritmos ternarios. Es posible que sea así, pero yo me quedo con su habilidad para componer con facilidad pasmosa verdaderos himnos y el haber logrado un sonido propio, inconfundible. Robe Iniesta suena a Robe y a nada más. Lograr eso después de un proyecto tan exitoso y reconocible como Extremoduro es una hazaña, y da igual que lo haga a ritmo de vals o de chachachá. En cuanto se oyen los primeros compases de sus canciones ya se identifica el sello del músico placentino. Eso no es fruto de un día ni dos, sino de toda una vida y oficio haciendo buenas canciones. 

Decían que Paganini tenía un pacto diabólico para desarrollar su habilidad con el violín. En este caso creo que lo que hay es sabiduría a la hora de rodearse de talentosos músicos y técnicos. El concierto del sábado en el hípico demostró que la banda extremeña es un acierto pleno. Tenemos músicos de primer nivel. ¡Cómo suena el Hammond con Álvaro Rodríguez al teclado! ¡Qué sutileza la de Carlitos Pérez con el violín! ¡Cómo aguanta el ritmo trepidante y los cambios de tiempo Alber Fuentes! ¿Qué instrumento no sabe tocar el eléctrico David Lerman? ¿Cómo llega Lorenzo González a las high notes con esos falsetes imposibles? ¿Tendrá Woody Amores un pacto mefistofélico para memorizar todos los solos que interpreta con su Les Paul? 

La gira Ahora es cuando ha comenzado en Cáceres e inicia un periplo nacional con el cartel de ‘agotadas’ en muchas plazas. Recordaré el concierto del sábado como el primero de la vuelta a la normalidad. Es un proyecto extremeño a la altura de cualquier show internacional. Debe alegrarnos que desde aquí se gesten trabajos de esta categoría. Si esto se hiciera en Madrid o Barcelona ya habría quienes lo alabarían hasta la extenuación autocomplaciente. Ha llegado el momento de hacerlo con lo nuestro. 

martes, 31 de mayo de 2022

Exaltación de los sentidos

 Exaltación de los sentidos

Tenemos auténticos tesoros en iglesias y ermitas de nuestros pueblos. Están todo el año esperando nuestra visita

Pocas veces una exposición ha despertado tanto mi curiosidad y mi interés como esta última edición de Las Edades del Hombre en Plasencia. Y en pocas ocasiones puedo decir que una muestra ha superado con creces las expectativas que me habría creado. No solo por la excelente organización, sino porque cada sala está pensada al milímetro . Solo decir que estuve dos horas y media recorriendo Las Edades del Hombre y se me hizo corto. 


El sistema de las audioguías que se te descargan en el móvil es muy cómodo, aunque quizá la duración de los audios es extensa. No se hace pesado el recorrido y hay esculturas, documentos, libros, planos, mapas, tablas y cuadros cuya valía artística e histórica se te revela a poco que los contemples. Las Edades del Hombre entra también por el olfato y el olor a cedro se ha manejado como elemento expositivo. Lo que más me gusta es que no hay obras estrella: todo tiene su razón de estar expuesto. Efectivamente, la firma del artista tiene su peso, pero junto a los trabajos de José de Mera, Luis de Morales, El Greco o Zurbarán, hay auténticas maravillas, muchas de autores anónimos. Así en la sala donde se encuentra un gran retablo y otras obras de Luis de Morales, con esas pinceladas que tocan el corazón, hay otras más modestas, como una huida a Egipto, anónima, que se encuentra habitualmente en la iglesia de Santa María de Garrovillas de Alconétar. La había echado en falta hacía unas semanas y este sábado fue una alegría verla en aquel sanctasanctórum del arte en que se ha convertido la catedral de Plasencia. Me fijé en la profusión de obras de pequeños municipios extremeños con las que se conforma la expo. Tenemos auténticos tesoros en las pequeñas iglesias y ermitas de nuestros pueblos extremeños. Están todo el año esperando nuestra visita, aunque durante unos meses haya la oportunidad de ver muchas unidas por un hilo conductor. Vayan a ver Transitus. No saldrán defraudados. 

martes, 24 de mayo de 2022

Llegaron de noche (como siempre)

Lucía Barrera vive todavía un calvario por no querer cambiar su versión sobre el asesinato a sangre fría que contempló en 1989

En estos momentos en los que el hedor de la guerra se ha generalizado y la muerte de las libertades está al orden del día, el tema de la defensa de la verdad tiene más vigencia que nunca. Nos lo recuerda una película muy reciente, Llegaron de noche, dirigida por Imanol Uribe, que cuenta el drama de Lucía Barrera de Cerna, una empleada de hogar cuyo único error fue ser testigo de la masacre de unos jesuitas en El Salvador. Se trata de uno de esos momentos oscuros de la historia del mundo donde todo se conjura para acabar con la voz inocente de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baro, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López, Joaquín López, Elba Ramos y Celina Ramos, la mayoría sacerdotes jesuitas o trabajadores de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Fue hace ya más de treinta años, pero no quiero olvidarme de ellos.

Lucía vivió –y vive- un auténtico calvario por saber la verdad y no querer cambiar su versión sobre el asesinato a sangre fría que contempló aquella madrugada de 1989. Los norteamericanos se la llevaron junto a su marido a EEUU y le perdonaron la vida. A cambio pretendían que no señalara al gobierno yanqui, que estaba detrás del crimen de unos profesores cuyo único pecado era defender los derechos de los desfavorecidos en un continente en el que se violan de forma sistemática con el beneplácito imperialista. Entonces el país estaba en una guerra civil en la que Ellacuría pedía diálogo entre Gobierno y guerrilla. La universidad de la que era rector se consideraba entonces como un «nido de comunistas». El batallón Atlacatl entrenado por la CIA se encargó de uno de los más cobardes crímenes de la historia. La Audiencia Nacional condenó en 2020 a más de 133 años de prisión por «cinco asesinatos terroristas» a Inocente Orlando Montano. Mi terrible sospecha es que quienes dieron la orden se fueron, como siempre, de rositas. 

martes, 17 de mayo de 2022

Geopolítica y 'chanelazo'

 Geopolítica y ‘chanelazo’


Eurovisión es un concurso de canciones en el que lo menos importante son los temas e intérpretes. Además, es la pesadilla para cualquier realizador. El programa parece un día sin pan, hay decenas de conexiones por satélite, infografías en directo, cada participante requiere de un concreto seguimiento de cámara y efectos, hay hasta fuegos de artificio reales… Sin embargo, el megaespectáculo se ha convertido, a mi juicio, en un ejercicio de geopolítica ante una audiencia planetaria.

Las votaciones de los países participantes no son en realidad fruto de un juicio sincero, sino que se mueven por oscuros intereses. Uno de ellos es la proximidad, los países cercanos se votan entre ellos. También hay una política de bloques, pues está claro que los países del Este tienen una especie de entente. Después hay un grupo que podríamos llamar el ‘top five’ (Italia, Francia, España, Alemania y Reino Unido), algo así como los ‘mírame y no me toques’ del certamen. Finalmente, hay un nuevo criterio, que ha sido el vencedor este año, el de la compasión, que ha dado el triunfo a Ucrania.

Es indudable la excelente interpretación de Chanel, con un show propio de Beyoncé o de Jennifer López, y su bronce más que merecido. Eso es indiscutible. La letra, personalmente, me parece un pestiño en jerga pandillera y creo que no aguanta un mínimo análisis. Siento que tengamos que ser abducidos por la música yanqui y lamento el tufo a amaño del Benidorm Fest que justificó la elección de la artista.

Hoy hay sombras de duda también sobre la votación internacional del pasado sábado. Y es que el voto telefónico, a 2 euros más IVA, significa muchísimo dinero a la organización. Lo dicho, la música es lo menos importante, lo que vale es el parné. Dinero y solo dinero. Nada de fraternidad, ni de naciones unidas por la cultura, aquí la pasta es la que manda. 

martes, 10 de mayo de 2022

La ciudad recobrada

Cada ciudad tiene su ritmo particular, un pulso propio, fruto de los afanes, trabajos y anhelos de sus moradores y sus visitantes. Cáceres tiene el suyo, del que cada principio de mayo forma parte un torrente de música, tolerancia, comercio y fraternidad que llena las calles de su núcleo histórico. Tras una travesía del desierto que ha durado dos años largos, en la que ha habido un invierno perpetuo y en la que muchos fenecieron, la ciudad, amada y amante a partes iguales, fue recobrada este fin de semana gracias a Womad. Cáceres ha sido recuperada para quienes la sienten dentro. Sus espacios, al ser empleados para el noble oficio de los artistas, renacieron para la vida y se reconocen para lo más noble del ser humano: la fraternidad.

Cáceres ha sido recuperada para quienes la sienten dentro. Sus espacios, al ser empleados para el noble oficio de los artistas, renacieron para la vida y se reconocen para lo más noble del ser humano: la fraternidad.

No quiere decir que en esta recuperación no haya quien se extralimite. He sufrido al ver cómo energúmenos y energúmenas mingitaban en lo más recóndito y bello de la urbe. He visto destapes de teta y trota en el barrio de Santiago que se me han clavado en el corazón. He confirmado que una gran parte de los asistentes a los conciertos les importa más la ingesta de alcohol que el sonido que salía de darbukas y panderos en la lejanía. Pero también cómo Cáceres se transustancia en ese destino perfecto para el beso de los amantes en medio del sarpullido delicado que es la primavera vívida y vivida en la ciudad, perfectamente limpia cada amanecer gracias al esfuerzo de sus trabajadores públicos.

Me quedo sin duda con la música de Lizraz en la plaza de San Jorge, con el buen rollo de Canzioniere Grecánico Salentino, con la animación improvisada de Los Pirulfos de Barbaño… Con tantas cosas que han vuelto y que nunca debieron irse, y que ahora son patrimonio no solo de la humanidad, sino de nuestros corazones. Y eso es la poesía. Refrán: ¿Cómo estaba la plaza? Abarrotáaaaaaaa (Dúo Sacapuntas).

martes, 26 de abril de 2022

Cuenta atrás para el centenario

 Cuenta atrás para el centenario

La prensa regional de este país es la que hace el periodismo más auténtico, el de las historias humanas y próximas

El pasado 1 de abril El Periódico Extremadura cumplió 99 años y la cuenta atrás hacia el centenario ha comenzado. Que cualquier empresa llegue a esa edad es motivo de alegría, pero que lo consiga un medio de comunicación escrito es una hazaña épica. No se hacen ustedes cargo de lo difícil y heroico que es el día a día de una empresa informativa. Estoy convencido de que la prensa regional de este país es la que hace el periodismo más auténtico, el de las historias humanas, próximas, el que se puede dar relevancia a lo «pequeño», que, a la postre, siempre resulta enorme bajo la lupa de nuestros redactores, siempre pegados al palpitar de nuestra tierra. Yo leo cada día periódicos «de provincias» con mucho más interés que los nacionales, abducidos por la política y el negocio deportivo.

Recuerdo que cuando llegué a El Periódico Extremadura reproducir un logotipo con calidad e insertarlo en un anuncio requería de un rudimentario proceso fotomecánico. El diario en estos últimos treinta años ha dado un salto de gigante que es achacable en exclusiva al esfuerzo de sus trabajadores y no solo desde el punto de vista tecnológico. La semana pasada lo comprobé en las mesas redondas de Futuribles, el encuentro de innovación. El Periódico Extremadura se convirtió en un generador propio de actualidad, en el altavoz donde empresarios y políticos acudían para radiografiar el mundo de las energías renovables, anunciar proyectos y defender sus ideas.

Y este diario volverá a ser protagonista esta semana con los VI Premios Turismo que se entregan en Guadalupe el jueves. Hace unos días uno de los galardonados me comentó que para él era un doble reconocimiento, porque detrás de esa decisión estaba el respaldo de los expertos de una empresa centenaria. En medio de este 2022 del fin de la pandemia y de la incierta guerra de Putin, El Periódico Extremadura sigue, gracias a sus gentes, con ganas de contárselo todo a sus lectores. Un milagro cotidiano.

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martes, 19 de abril de 2022

El Capricho de Cotrina, ahora


El reconocimiento docente de este milagro arquitectónico extremeño no se ha visto correspondido con el de otras autoridades

Fuera de los circuitos oficiales de turismo y como una rara avis se encuentra El Capricho de Cotrina, una construcción museo que desde Los Santos de Maimona nos recuerda que los genios nacen por generación espontánea. La descubrí desde las ventanillas del autobús que me trajo a Extremadura hace tres décadas y vi crecer su silueta cada vez que iba a Zafra. Esta Semana Santa visité este fruto del ingenio extremeño que recuerda a los edificios modernistas de Gaudí, sin que aparentemente su autor se inspirara en ellos. 

El Capricho de Cotrina es obra de Francisco González, un albañil que decidió darle a su hija el gusto de una casa de cuento con piscina, que pretende ser habitable. Mampostería de piedra caliza, mortero de cemento y ladrillo y millones de rústicas teselas de colores conforman sin duda una curiosidad que no hay que perderse. Si su exterior es sorprendente, el interior es algo único, lleno de sorpresas e inspiración en los elementos de la naturaleza. La construcción en sí oculta un gusano gigantesco. Desgraciadamente, el albañil sin estudios que lo diseñó nos dejó en 2016 y ahora es su hijo y su yerno quienes todos los fines de semana toman la paleta para seguir dando forma a este sueño arquitectónico. Expertos en arquitectura y arte corroboran con sus cartas y apoyos esta iniciativa que ha sido objeto de estudio en distintas universidades. Este reconocimiento docente no se ha visto correspondido con el de las autoridades extremeñas y bien que esto lo recalca Pilar González, su hija, cuando muestras las maravillas de El Capricho de Cotrina. Aún le queda mucho a la obra. Como sucede con la Sagrada Familia el proyecto sobrepasa cualquier cálculo humano y más si no se tienen ayudas. Ojalá que no haya que esperar a la siguiente generación para ver culminado este pequeño milagro extremeño en Los Santos de Maimona. 


martes, 29 de marzo de 2022

'Motomami', trampantojo musical

 ‘Motomami’, trampantojo musical

Hace unos días visité Romangordo, el pueblo de los trampantojos, de los guiños y los engaños visuales al espectador. Allí, frente a la residencia de ancianos hay una estatua de Rosario Cordero, presidenta de la Diputación de Cáceres, ante la que, confieso, sentí una profunda emoción. Y en Romangordo no solo hay murales realistas que conducen al equívoco. Recomiendo una visita a la Casa del Tío Cáscoles, hoy ecomuseo, en la que se encuentran perfectamente conservadas las estancias de una casa tradicional, aunque con una curiosa disposición que nos retrotrae al tiempo de nuestros abuelos. También hay un centro de interpretación muy singular, la Casa de los Aromas, perfecta para entender la flora y llena de propuestas para experimentar. Recomiendo encarecidamente la visita a ese pequeño milagro rural que es Romangordo.

Mi reflexión sobre los trampantojos se extiende más allá, al terreno musical. Hace pocos días ha visto la luz un esperado disco de la cantante Rosalía, Motomami, que ha despertado en mí sentimientos encontrados. Aplaudo la audacia de este trabajo, fruto de la investigación, y las múltiples referencias de la artista en su composición: desde la bulería al reguetón, pasando por géneros inclasificables. Pero el disco es una especie de carrera contrarreloj que pasa por distintos puertos como una gran montaña rusa de texturas, para mi gusto excesivamente autorreferenciales. Me preocupa su abuso del spanglish, imagino que consecuencia de su día a día en Miami. A veces eso hace ininteligibles sus letras. Motomami es un trampantojo musical que no deja indiferente, pero al que no hay que reverenciar obligatoriamente. Pensar de él que es una «mierda» es tan lícito como alabarlo. El ataque en redes sociales a Ramón García por expresar su opinión sobre el disco es desmesurado. Creo que con Motomami sucede lo del cuento de El traje nuevo del emperador. Nadie quiere destacar sus carencias para no parecer fuera de onda.

martes, 8 de marzo de 2022

Otra vez el campo inginado

Una pandemia y varias ediciones virtuales después volvieron los pasillos de Agroexpo a llenarse por fin de profesionales del campo. Y también, como en la última edición de 2019 se suceden las manifestaciones, los pitidos, los petardos y las protestas. Nada nuevo bajo el sol. Afortunadamente, no se han repetido las imágenes de violencia de aquella vez, con los manifestantes rompiendo las verjas de Feval en una batalla campal inédita hasta entonces en la historia del recinto.

Otra vez el campo. No es de extrañar: costes de producción que superan los ingresos, sequía, precios de los insumos desorbitados, incertidumbre por la nueva PAC… Desde que llegué a Extremadura periódicamente el agro ha estado en pie de guerra, de forma cíclica, como las estaciones, de forma que apenas recuerdo una campaña sin problemas. 

El campo parece que siempre está en crisis e indignado y la mayoría de las veces con razón. Siempre tengo la impresión que desde las altas esferas se utiliza la ‘estrategia del avestruz’, al más puro estilo Rajoy, de esperar a que llueva, o de difuminar los problemas con otros. Lo cierto es que los profesionales de la agricultura en la inauguración de Agroexpo demostraron que se puede reivindicar sin un ápice de violencia. Eso sí, también se puso negro sobre blanco la falta de unidad, pues no estaban todas las organizaciones agrarias al unísono. Quizá lo único reprochable es que creo que yerran el tiro dando la matraca en uno de los más importantes escaparates del sector primario del país, ahuyentando de la inauguración a autoridades y profesionales que prefirieron ir el segundo día de feria. El horizonte que se abre ahora es más incierto aún con un conflicto bélico a cuatro horas en avión que tendrá consecuencias en los mercados. Parece que los cuatro jinetes del apocalipsis van a pasar uno detrás del otro: la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte. 

martes, 1 de marzo de 2022

Seguimos tocando el fondo

Seguimos tocando el fondo

Mientras que Paco Ibáñez (87 años) cantaba en el Gran Teatro de Cáceres aquello de «Estamos tocando el fondo», último verso de La poesía es un arma cargada de futuro (Gabriel Celaya) caían las bombas sobre Ucrania. Ya me pasó lo mismo, en Madrid, cuando la Guerra del Golfo y se acompañaba de Rafael Alberti como recitador. 

Pasan los años, las décadas, sigue el cantor, y no aprendemos de la poesía ni de los avisos que los dictadores nos envían, por más que los periodistas alertemos. ¿Se acuerda alguien de Anna Politkovskaya periodista que fue asesinada cuando investigaba torturas en Chechenia? ¿Alguien ha reparado en Aleksandr Válterovich Litvinenko, oficial fugitivo del servicio secreto ruso, que se especializó en la investigación del crimen organizado y asesinado con Polonio? Y así una larga lista de ciudadanos silenciados con las más abyectas estratagemas.

¿Quieren saber quiénes son los héroes de esta guerra? Pues los miles de rusos que han sido encarcelados estos días por manifestarse contra el sátrapa del Kremlin de Moscú y los escasos periodistas que desde medios independientes se juegan el cuello literalmente en cada artículo. No se engañen, esta guerra no es de Rusia con Ucrania. Es la guerra de Putin y sus veleidades de antiguos imperios. No está loco. Tiene un plan para recobrar esplendores pasados y quiere pasar a la historia. Lo está consiguiendo como solo se consiguen estas cosas: con una dictadura en la que él decide quién puede ser millonario y quién no, sin libertades públicas, con toda la prensa subyugada y con un aparato de propaganda sucia en las redes sociales.

Veo las imágenes de los ciudadanos aterrorizados, los niños ateridos en el metro y vuelvo a ver el rostro de las guerras de los Balcanes. La única diferencia es que el mundo está ahora hiperconectado. La locura es la misma y nos ponemos de perfil. Seguimos tocando el fondo como decía el poeta. 

martes, 22 de febrero de 2022

El francotirador del lenguaje

 El francotirador del lenguaje

No puedo ser objetivo cuando hablo de Eugenio Fuentes, por eso estas líneas no suponen un análisis, ni una crítica de su último trabajo, sino unos apuntes rápidos de un lector sobre Perros mirando al cielo (Tusquets). Y mi falta de perspectiva con él se debe a que sé de su bonhomía, de su tenacidad cuando se pone ante el folio en blanco, de lo buen conversador que es y de cómo me ha convertido con el paso de los libros en fan de Ricardo Cupido, su celebérrimo detective.

No es Fuentes un escritor ‘noir’ al uso. No recurre a la casquería, ni a los detalles macabros para despertar el hambre de continuar leyendo. Es un experto dosificador de la información y un verdadero selector de las palabras adecuadas. Si el lenguaje es un arma para atrapar la realidad, Eugenio Fuentes lo maneja con la precisión de un francotirador.

Cuando abro una novela del escritor de Montehermoso lo hago con un folio en blanco donde apunto adjetivos y sustantivos de los desconozco su significado. Leer uno de sus libros es como hacer un Enriquezca su vocabulario de los que publicaba el Selecciones del Reader’s Digest y con los que en mi infancia me divertía.

Pero creo que su mayor virtud es la actualidad de sus trabajos y los temas que aborda. No voy a destripar el desenlace. Ricardo Cupido se enfrenta al asesinato de un médico en el momento de máxima efervescencia de la pandemia de la que aún no hemos salido. Por alguna razón está conectado con la muerte de una mujer cuya pareja trabaja en los molinos de Mistralia y que el detective no pudo esclarecer. Lo demás son hojas de buena literatura en la que, si no se es muy torpe, se pueden reconocer paisajes muy cercanos y pasar momentos excelentes. No este un artículo objetivo, pero tenemos en Extremadura a un escritor con mayúsculas que ya quisieran en otras latitudes. Como especie en extinción deberíamos protegerle y declarar sus textos Fiesta de Interés Literario.  

martes, 15 de febrero de 2022

Reivindicación de Enrique 'El Cojo'

El cacereño Enrique 'El Cojo' no es una mera anécdota en el mundo del baile, ni una rara avis, sino por derecho un gigante que se adelantó a su tiempo

El fallecimiento la semana pasada de Pascual González, alma mater de los Cantores de Híspalis y claro ejemplo de talento innato, me ha traído a la memoria otro gran personaje cacereño, lleno de duende y más conocido en Sevilla que en la propia ciudad donde nació. Me refiero a Enrique Jiménez Mendoza, de nombre artístico Enrique ‘El Cojo’, nacido en Cáceres el 31 de marzo de 1912 y fallecido en Sevilla en 1985. Este 2022 se cumplen, por tanto, 110 años de su nacimiento en la calle Moret, donde su padre trabajaba en un bar y donde ahora una placa recuerda este feliz acontecimiento. Pero poco más hay de este genio en la vida cultural cacereña. Con tan solo tres años, la familia de Enrique se fue a vivir a Sevilla. De adulto dirigió una famosísima academia de baile donde se formaron grandes estrellas como Lola Flores o Cristina Hoyos. Hasta la duquesa Cayetana de Alba tomó clases con él. Sus padres, Enrique Jiménez Ávalos y Julia Mendoza Espino, no veían con buenos ojos su tendencia bailaora. Por eso su vida es ejemplo de superación, ya que, a pesar de una notable discapacidad por culpa de un tumor, se convirtió en todo un maestro. De hecho, una alumna suya japonesa, Aichi Kasouwa, logró en los ochenta ganar un concurso de baile gracias a las enseñanzas de este cacereño que se apoyaba en su "pierna mala” para bailar. De él dicen que no era agraciado físicamente, pues era sordo, calvo, feo, gordo y bajito, pero la varita mágica del talento innato le había tocado y bien que la aprovechó. Por eso coincido con su biógrafo José Luis Ortiz Nuevo, en que el cacereño Enrique 'El Cojo' no es una mera anécdota en el mundo del baile, ni una rara avis, sino por derecho un gigante que se adelantó a su tiempo. Me apena que en no exista un espacio museístico, un premio artístico o tan siquiera algunos efectos personales del maestro en el Museo Pedrilla, por ejemplo. Fíjense si era cacereño que en su esquela reza como “nacido en Cáceres y amante de Sevilla”. Es lo que tienen los genios y los que se supersuperan: la sociedad nunca les llega a aceptar del todo.

martes, 8 de febrero de 2022

Democracia ultracocinada

 

El bochorno que todos los años nos suele acompañar a la participación de España en el famoso festival de la canción de Eurovisión ha comenzado antes de la cita en Turín. No es baladí la cuestión. Lo que se pone en tela de juicio es el ‘miajón’ de la democracia y la participación de la ciudadanía en una televisión que, por cierto, pagamos entre todos. No soy experto, sí un entusiasta de la música como motor de cambio de las cosas, y el Benidorm Fest destila un tufillo a tongo macerado a fuego lento que tira de espaldas.


No sé quiénes han sido las cabezas pensantes que han calculado que las tragaderas de los españoles son infinitas. Han cometido errores básicos de comunicación. Es normal que una organización o un gobierno tengan un candidato preferido. Lo habitual es dejar claro que se está con él y si se quiere revestir su elección con la pátina del apoyo popular, perfecto. Pero si los planes no salen como esperas hay que aceptar el resultado. Las redes sociales han cambiado para bien o para mal la presión que legítimamente ejerce la opinión pública. Ya no vale convocar una votación y si no me gusta lo que sale posicionarme en contra. Sobre el Benidorm Fest planean sombras de muchas dudas y eso nunca debe suceder cuando se trata de un ente público. Es lícito querer darle una vuelta de tuerca a la participación de España en Eurovisión, pero no todo vale. Hay que explicar muy bien el peso del jurado ‘profesional’ y por qué sus miembros están ahí. No debe haber ninguna conexión ni tangencial con ninguno de los participantes. Lo cierto es que Chanel (que contaba detrás con una potente productora y asesores) era la favorita del ente público. Lo mejor hubiera sido elegirla directamente y no revestirla de una democracia ultracocinada como las encuestas de Tezanos. RTVE se ha autogenerado un problema. Dicen que una mancha de mora con otra se quita. Creo que ni aunque Chanel gane Eurovisión se van a poder despojar del olor a podredumbre generado. Seguiremos lamentándonos un año más.

miércoles, 2 de febrero de 2022

La absurda muerte de René Robert

 La absurda muerte de René Robert

La muerte de René Robert me ha conmovido. No por la desaparición de quien inmortalizara en sus trabajos fotográficos a lo más granado del flamenco, como Paco de Lucía o Camarón, que también, sino por las circunstancias tan desgraciadas de su fallecimiento, tremendamente reveladoras de la inhumanidad que nos está caracterizando. René, de 85 años de edad, había salido a dar un paseo. Se desplomó en una calle del centro de París y permaneció allí, ante la mirada ignorante de los transeúntes, tirado en el suelo, sin nadie que lo auxiliara, hasta bien entrada la madrugada. A las seis y media de la mañana un ‘sintecho’ dio la voz de alarma y alertó a los servicios de emergencia. René había fallecido por hipotermia en una calle transitada, ante la desidia y la molicie de todos. El laureado reportero gráfico no recibió un auxilio que previsiblemente le habría salvado la vida. ¿A dónde hemos llegado?

Esta situación me recuerda a la sufrida por Javier Echeverría-Torres Sauquillo, hijo de la política Paca Sauquillo, gran defensora de las libertades públicas, quien fallecía en el metro, donde se encontraba completamente solo, sin poder hablar, enfermo y en estado de semi-inconsciencia. Los responsables de seguridad que debían auxiliarle lo sacaron a la superficie y lo abandonaron a la intemperie, donde murió. Fueron condenados. 

Ya dijo Sartre que «El infierno son los otros», pero es una concepción del mundo excesivamente egoísta. Parecía que la pandemia nos iba a volver más empáticos con los problemas de los demás, pero desengañémonos, no es así. Me atrevería a decir que todo lo contrario. Nuestros hermanos están colapsando por las calles y nos importa un pepino. No somos humanos, no me reconozco en el espejo en el que me miro a diario. Refrán: Cuando el villano está en el mulo, no conoce a Dios ni al mundo. 

martes, 25 de enero de 2022

Una Fitur distinta a todas

Los ecos de la Feria Internacional del Turismo (Fitur) ya resuenan lejanos, pero me gustaría reflexionar sobre lo novedoso de esta última entrega, sin duda distinta a todas. En primer lugar porque la anterior Fitur se celebró en mayo del año pasado, con lo que ha habido menos tiempo entre ediciones. Otro dato singular es que no recuerdo una inauguración en el estand de Extremadura con la visita de dos ministros de la talla de Reyes Maroto y Miquel Iceta, la presencia de algún secretario general y la participación del presidente extremeño en varias ruedas de prensa, cuando lo normal es que circunscriba solo al Día de Extremadura.

Tampoco ha sido normal el acceso a Ifema. Dos filas. Una para los que tengan el Pasaporte Europeo Covid y otra para los que acceden con pruebas PCR. El resultado es un cuello de botella, al que hay que sumar los lógicos controles de rayos X por la presencia de los Reyes de España. Se tardaron horas en acceder a los pabellones. Si de por sí hacerlo es un caos en una Fitur ‘normal’ este año ha sido de locura. Otro tema es que a los periodistas se les obliga a entrar a las diez de la mañana. La mayoría tienen que montar equipos de radio, vídeo o conectar por internet con sus periódicos. He visto a algunos compañeros haciendo conexiones en directo entrando por la puerta, sin todavía llegar a su set de retransmisión. Más novedades: 53 presentaciones profesionales en el estand extremeño. Creo que la cifra es récord. El pabellón por vez primera era abierto al cien por cien y eso le ha proporcionado un gran dinamismo. Muy bien.

Lo cierto es que me quito el sombrero ante los profesionales –de la información y del turismo- que tienen que trabajar como ‘piojos en costura’ y en condiciones muy adversas esos días. Todo sea porque a Extremadura se la conozca mejor. El objetivo merece la pena. 

martes, 18 de enero de 2022

Jaime Ostos, bailarín en Zafra

En la película Esencia de mujer hay una escena memorable que ha quedado para los anales del cine. Al Pacino es un veterano de guerra ciego que está a las puertas del suicidio. En un arrebato de melancolía de sus años mozos se pone a bailar el tango de Gardel Por una cabeza. A pesar de su ceguera, la compenetración con la jovencísima bailarina deja boquiabiertos a los presentes en el salón de baile. Algo así me sucedió con Jaime Ostos muchas veces en el Hotel Huerta Honda de Zafra. 

No voy a entrar en méritos taurinos, porque ni me corresponden ni estoy capacitado para ellos. Lo que sé es que Jaime Ostos, fallecido a los 90 años hace escasas fechas, era un experto bailarín que impresionaba a todos cuando con su mujer, la doctora Grajal, se arrancaba a mover el esqueleto. El maestro de Écija entraba en una suerte de trance. Sus músculos se tensaban. Sus manos se alzaban al aire con gracia, a la vez que las piernas iniciaban coreografías imposibles. Lo que más me sorprendía era su mirada, felina, acechante y sin perder un segundo a su pareja de baile. Aquello no era un baile, aquello era una mezcla de seducción y toreo del bueno. Muy pocos pueden presumir de saber bailar tangos. La pareja Ostos-Grajal era un binomio rítmico único en ese aspecto. 

Pero Jaime Ostos, según relata el maestro Antonio Burgos, era un hombre con un pundonor ciclópeo. Vivió de cerca la época de las ‘mordidas’ de los periodistas adeptos y adictos al régimen de Franco. Se creían intocables, pero Ostos, acostumbrado a cornadas de todo tipo, tuvo el valor de brindarle un toro al escribiente ‘sobrecogedor’: «Tengo el gusto de brindarle la muerte de este toro al trincón más grande y más sinvergüenza que hubo jamás en la crítica taurina. Si quiere usted dinero de los toreros, póngase el vestido, juéguese la vida delante de toro y deje de robarnos». Sin duda, era un valiente. De otro planeta. Del planeta Toros.

martes, 11 de enero de 2022

Fragilidad y esperanza humana


Si una cosa es cierta en el ser humano es su fragilidad. Lo contó el gran pintor napolitano Salvatore Rosa (1615–1673) en un cuadro culmen del barroco. Este discípulo de Ribera se vio afectado por una peste que asoló Nápoles, ciudad que rivalizaba con París por ser entonces capital del mundo. 

La pandemia de entonces acabó con su hijo, su hermano y una hermana. El profundo dolor le llevó a representar una imagen dantesca: La muerte-canina obliga a escribir a un recién nacido la dura frase «La concepción es un pecado, el nacimiento es dolor, la vida es trabajo, la muerte una necesidad». 

Sin embargo, ante la aplastante realidad que estamos viviendo no quiero caer en el derrotismo de Salvatore Rosa. El hombre es frágil, pero también crisol de muchas virtudes que muchos se empeñan en ocultar por oscuros intereses. La pandemia pone negro sobre blanco nuestro lado más solidario. No puedo dejar de acordarme de los profesionales de la sanidad de primera línea y mal remunerados que juegan el físico en los cribados masivos y en los centros de salud, a veces en condiciones laborales que dejan mucho que desear. Tampoco puedo olvidarme de los amigos y vecinos que se ofrecen a asistir a los infectados dejándoles víveres en los ascensores, haciéndoles la compra o simplemente animándolos en su convalecencia. 

Cuando se está enfermo la realidad cobra su verdadera dimensión. Lo que creíamos grandes problemas empequeñecen. La vanidad se deshace como un azucarillo. Lo que antes era una gran ofensa se trasforma en una bagatela y solo importa el amor en cualquiera de sus acepciones posibles. Lo malo es que pasará la pandemia y volveremos a nuestras miserias cotidianas. ¿O no? De nosotros depende subir nuestro nivel de conciencia planetaria a un estadio superior.