martes, 28 de abril de 2015

Bombones con la forma de tu ano

Lo increible no es que haya una empresa que se dedique a fabricar bombones con la forma de tu ano. Lo indicativo de lo enferma que está la sociedad es que eso tiene relativo éxito. Desde hace años una compañía británica se dedica a elaborar bombones de delicioso chocolate belga que son un relieve de tu esfínter anal exterior. La verdad es que esta cuestión me plantea varios dilemas acuciantes. He visto cómo hacen el molde. Un señor que va vestido de médico --pero que en realidad es un 'artista plástico'-- te toma la horma en una posición indecorosa, humillante y que recuerda una visita al ginecólogo o al proctólogo. Tanto hombres como mujeres se someten al ritual con tal de tener estos originales bombones. Y yo me pregunto: ¿Hay que hacerse el depilado perianal con láser para tomarse las medidas? Creo que sí, porque de lo contrario te debe salir un churro de bombón. E ir bien limpio a la prueba, claro. Otra pregunta. ¿Qué le dices a los invitados a los que obsequias con estas 'delicatesen'? "Toma un bombón y... ¡Adivina cómo lo hice!". Pero aún hay más. Estos 'artistas' --no creo que pueda llamárseles maestros chocolateros-- han creado una línea de 'merchandising' con camisetas, tazas y anillos donde los pliegues de los esfínteres son protagonistas. Por cierto que cinco cajas con tres unidades de estos especialísimos bombones valen unos 20 euros. Si quieres el recuerdo en bronce 200 y si lo quieres en plata más de 300. Yo creo que como tengo colon irritable me decantaré por el de plata. Hay cosas que solo deben conservarse en metales preciosos. Refrán: Al niño y al mulo, en el culo.

lunes, 20 de abril de 2015

Vuelven los trompos a las calles de Cáceres

Las peonzas han vuelto a las calles de Cáceres. Eso sí, mejoradas sus cualidades y características. Los trompos --como así los llamábamos en el colegio-- habían casi desaparecido del paisaje actual de la infancia, como los yoyós, el diávolo, los aros, las estampas de los futbolistas, las chapas, los bolindres o los cromos. Desgraciadamente, siempre hay un trasfondo comercial en todo esto, pero prefiero estos juegos tradicionales a las consabidas consolas de videojuegos en las que la participación del niño es nula y se limita a ser un mero espectador de la máquina. Además, aunque los trompos se han disparado de precio --algunos valen 20 euros-- proporcionan mucha más diversión que el célebre 'Call of Duty'. Recuerdo que en mi infancia los trompos eran de madera y que las cuerdas para enroscarlos acababan en una moneda de veinticinco reales, esa que tenía un agujero. Decorábamos estas peonzas de madera con rotuladores para que, al girar, la mezcla de colores fuera más original. También recuerdo que al barrio llegaba un señor haciendo una demostración de trompos y yoyós, con una furgoneta al lado para venderlos después. Aunque pueda parecer una involución, el regreso de los trompos me resulta simpático, porque es una vuelta a la inocencia, en un mundo en el que la infancia --territorio bendito-- dura cada vez menos a golpe de televisión, tablets y tecnología en la que los padres delegan la educación de los hijos. La verdad es que lo daría todo por quitarme la vergüenza y echarme una partida de trompos ahora mismo en la calle. Refrán: Al niño llorón, boca abajo y bofetón.

martes, 7 de abril de 2015

Simplemente respeto

Estos días de penitencia y mortificación de la carne los he pasado en mi Sevilla natal, donde es imposible estar ajeno a sus desfiles procesionales. No soy lo que se dice un 'capillita', pero me es imposible obviar la belleza de esta manifestación de cultura, devoción y folclore que es la Semana Santa sevillana. Y educado en el respeto contemplo los pasos, que son a partes iguales obras de arte incalculable y crisol de la devoción de miles de personas. En Sevilla el arte barroco, lejos de amojamarse en los templos y ser consumido por la lenta pátina negra del humo de las velas, se saca democráticamente a la calle, para el acceso de todos... de todos los que quieren verlo y disfrutar con él, claro. Viene esto a cuento porque contemplando el paso de misterio de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle en una céntrica calle hispalense, un grupo de gamberros comenzó a hacer burlas y a molestar desde la terraza de un edificio. Es curioso, porque el paso representa a Jesús coronado de espinas mientras un soldado romano, dos sayones y un sanedrita se burlan de El. No es justificación, pero hay que aclarar que era un grupo de francófonos, imagino que orgullosos del laicismo y de la 'grandeur' de su patria. Los hermanos nazarenos son miles. Y en las calles hay miles de personas contemplando --en silencio-- las procesiones. Sí, esos silencios que solo entienden los sevillanos. Ante la burla se contestó a los niñatos con la más absoluta quietud. Aquello surtió efecto y se aburrieron al rato. Solo quiero decir que me siento feliz de haber sido educado en el respeto a todo tipo de manifestaciones religiosas y culturales. La tolerancia abre las puertas que cierra la intransigencia. Refrán: El respeto al derecho ajeno es la paz.