martes, 7 de abril de 2015

Simplemente respeto

Estos días de penitencia y mortificación de la carne los he pasado en mi Sevilla natal, donde es imposible estar ajeno a sus desfiles procesionales. No soy lo que se dice un 'capillita', pero me es imposible obviar la belleza de esta manifestación de cultura, devoción y folclore que es la Semana Santa sevillana. Y educado en el respeto contemplo los pasos, que son a partes iguales obras de arte incalculable y crisol de la devoción de miles de personas. En Sevilla el arte barroco, lejos de amojamarse en los templos y ser consumido por la lenta pátina negra del humo de las velas, se saca democráticamente a la calle, para el acceso de todos... de todos los que quieren verlo y disfrutar con él, claro. Viene esto a cuento porque contemplando el paso de misterio de la Coronación de Espinas de la Hermandad del Valle en una céntrica calle hispalense, un grupo de gamberros comenzó a hacer burlas y a molestar desde la terraza de un edificio. Es curioso, porque el paso representa a Jesús coronado de espinas mientras un soldado romano, dos sayones y un sanedrita se burlan de El. No es justificación, pero hay que aclarar que era un grupo de francófonos, imagino que orgullosos del laicismo y de la 'grandeur' de su patria. Los hermanos nazarenos son miles. Y en las calles hay miles de personas contemplando --en silencio-- las procesiones. Sí, esos silencios que solo entienden los sevillanos. Ante la burla se contestó a los niñatos con la más absoluta quietud. Aquello surtió efecto y se aburrieron al rato. Solo quiero decir que me siento feliz de haber sido educado en el respeto a todo tipo de manifestaciones religiosas y culturales. La tolerancia abre las puertas que cierra la intransigencia. Refrán: El respeto al derecho ajeno es la paz.

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