martes, 23 de octubre de 2012

Dos hombres, dos mujeres que se aman


Dos hombres paseando por Cánovas. Van de la mano bajo la lluvia intermitente. Sábado por la mañana, en esa ambigua hora que mezcla a los madrugadores y a los últimos de la fiesta del viernes. Dos chicos. Uno pelirrojo, con camisa blanca y traje de chaqueta. Otro, moreno, rapado, con gafas de sol de espejo y bolso negro. Llegan a la cuesta de la calle san Antón junto al Gran Teatro y un beso fugaz une sus labios tras una mirada cómplice. Miran después a un lado y a otro para comprobar quiénes han sido los testigos del estallido de pasión. La vida pasa por su lado, sin detenerse apenas. La gente va raptada por sus prisas y sus compras de sábado sin percatarse del ósculo a hurtadillas. Un abrazo más bajo una chaqueta que hace las veces de paraguas. Nada importa. Solo el amor. El que sean dos hombres es tan solo una anécdota en las otoñales ya calles de Cáceres.



A la noche, prácticamente en la misma zona, junto al Tambo de Alfonso IX, dos mujeres sentadas contándose confidencias al oído. Algunas risas se escapan de unas bocas que se buscan ansiosas entre las sombras. Otra escalinata para sentarse y vuelve el milagro del amor a rondar cerca. Dos mujeres. Tan solo eso, entre la niebla de una existencia que no entiende de convencionalismos sociales. Furtivas ante el trajín ritual del ir al 'botellón' que pasa ante ellas. Miedo en sus miradas que se topan con la mía. Vuelven a lo suyo, a la suave liturgia del cariño. Son solo eso, dos seres que se aman. Nada de extrañar. Amor: Todo un peligro cuando se cae bajo su hechizo, sean quien seas. Refrán: Donde hay querer, todo se hace bien.