miércoles, 27 de marzo de 2013

Comer con Pocoyó


A veces me pregunto cómo nos alimentaron nuestros padres cuando fuimos bebés sin la ayuda de Pocoyó , Calamardo , Bob Esponja , Patricio , Dora la Exploradora y unos pingüinos cuyo nombre no recuerdo y que me resultan muy antipáticos. En mi época no había nada de eso. Bueno, cuando nací en casa no había televisión, así que probablemente aprendí a comer sin la ayuda de ningún personaje de dibujo animado que me distrajera para engullir la comida sin berrear, dar golpes en la mesa o tirar de los pelos a mis progenitores. Veo que se avecina una generación que solo come cuando Doraemon lo manda. He visto a padres cayéndosele los lagrimones como pestiños dando gracias a la Factoría Disney, mientras besan el plasma con fruición por proporcionarle unos minutos de tranquilidad a la hora de la comida. Los psicólogos son claros ante esta situación: es un error comer con la tele encendida porque los niños realizan una especie de chantaje emocional y se acostumbran a ese chalaneo con los padres. Pero nada. Conozco a padres que no prestarían su 'blackberry' a su mejor amigo, pero cuando se trata de invocar al osito Winnie de Pooh la ceden gustosamente al niño. Después acaba sumergida en puré de lentejas o en el fondo del acuario. Ahora hay unas 'tablets' con un programa de un gatito que repite lo que le preguntas y puedes acariciarle o darle patadas. Los niños se quedan fascinados con esa magia electrónica y los padres durante unos minutos solo tienen que llevar la cuchara a la boca del infante. A mí me hacían lo del avioncito. Ahora viene una generación que venera a Bob Esponja . Ellos nos sacarán de la crisis. Espero. Refrán: Come niño y crecerás, bebe viejo y vivirás