martes, 21 de septiembre de 2010

Suegro rico, suegro pobre

Mi amigo --del que les conté la semana pasada que se acababa de separar-- tiene una curiosa teoría sobre los suegros. La verdad es que el quebrantamiento de su pareja comenzó por ahí, por la familia política. Tenía un suegro pobre, muy pobre, que se ataba los pantalones con cuerda, iba siempre desaliñado y sucio, con una boina calada hasta las cejas y tenía casi 90 años. La mano le temblaba mucho y caminaba siempre renqueante. Y este Parkinson le causaba problemas al miccionar.

--María , tienes que decirle a tu padre que tenga cuidado cuando vaya al baño, que lo deja todo perdido...

Porque el hombre dejaba todo lleno de gotitas por culpa de sus temblores. Y ese baño con lavabo de mármol Travertino rosa, con pomos de cristal de Swarovski, que costó un riñón y parte del otro parecía un cuadro hecho con aerógrafo por un borracho, tras la visita del suegro al WC.

Pero el destino, siempre burlón, quiso que el abuelo tuviera suerte en el juego y ganara una primitiva con muchos miles de euros. Y todo cambió.

--Ay, María, ¡qué bien me cae tu padre! ¡Es que es un cacho pan! ¿El baño? No te preocupes. ¡Si hasta parece que las gotitas de pipí hacen juego con los azulejos! ¡Mi suegro es Andy Warhol !

Hemos hecho una sociedad que primero mira la cuenta corriente y después el corazón. Y eso nos carcome el alma cada día. Qué error. La cosa le salió mal a mi amigo, el separado, que a partir de ese doble rasero, vio cómo su matrimonio empezó a hacer aguas. Y al final no tuvo fuerzas para achicar tanta hipocresía en su vida. Refrán: Dinero de suegro, dinero de pleito.