martes, 25 de mayo de 2010

Obsceno

Obsceno es algo torpe y ofensivo a las elementales normas del pudor. No estoy hablando de la desnudez o de las películas pornográficas. Me estoy refiriendo a la obscenidad de los tremendamente ricos que se ha puesto de moda en televisión. La riqueza, la opulencia no es impúdica en sí misma, pero cuando se hace recreándose en la estupidez mientras hay más de cuatro millones de españoles en el paro me parece que debería estar prohibida. Porque sin duda nuestra actual desgracia general proviene del enriquecimiento de unos pocos que viven en sus mansiones rodeados de lacayos con librea. Igual que durante un tiempo no podía verse un seno femenino en la televisión, ahora debería estar prohibido que los plutócratas se muestren en todo su esplendor de bobería y estupidez. Hay fortunas que se han logrado con el esfuerzo personal, pero generalmente la que se muestran en los realitys son herencia y fruto de las rentas. Los señoritos de ahora se llenaron los bolsillos con el boom inmobiliario y ahora, con la economía arruinada se mofan de todos los que se han quedado sin empleo, y se regodean en sus absurdas vida de compras y gimnasio de lujo. Me da vergüenza vivir en un país que enaltece a los ricachones sin mérito propio y reduce los presupuestos de cultura e investigación. Compadezco a los científicos que se pasan el día con sus análisis o buscando legajos en viejos archivos. Deberíamos taparnos los ojos, o sacárnoslos, ante tanta obscenidad reinante. Refrán: La obscenidad de la riqueza se corresponde con la obscenidad de la pobreza que con ella se produce.

domingo, 23 de mayo de 2010

LA REPRODUCCIÓN DEL PEZ CEBRA





La reproducción del pez cebra es bastante fácil, a pesar de tratarse de un pez ovíparo. Hacen falta cuatro elementos:

Un acuario de cría. (Un aquabox de 20 litros)
Un termo pequeño de 50 watios
Un filtro de 50 litros.
Unas 200 bolas de cristal de las que utilizan los niños.

Se elige una hembra con el vientre bien abultado y lleno de huevos y dos machos. Se llena el acuario de desove de bolas y de agua del acuario de origen hasta la mitad. Se colocan filtro y termostato (27 grados). Se echan los peces y al día siguiente los verás enzarzados en una especie de lucha. Cuando paren mira y fondo y descúbrelo lleno de huevos. Añade azul de metileno o un antihongos para que no se te llenen de podredumbre. A los tres días tendrás un montón de alevines.

Os dejo fotos con el proceso.

martes, 18 de mayo de 2010

Hospital

Los pitidos lejanos de las máquinas conectadas a los cuerpos son los grillos en la noche del hospital. Allí cada habitación es una particular historia con su nombre, sus apellidos y su número de la Seguridad Social. Unas más urgentes que otras. No todas son tristes. Las hay plenamente felices, como el nacimiento de un hijo. La vida y la muerte se dan la mano en un ir y venir de batas verdes, de familiares que buscan un médico para resolver una duda, de amigos que en el hospital se han reencontrado, unidos por la enfermedad de un ser querido.
Cada jornada tiene algo de reto. Incluso hay pacientes a quienes les ha tocado aprender a andar por tercera vez en su vida. Y el paisaje para volver a nacer un día cualquiera está lleno de otros seres humanos, de enfermeras que quitan hierro a la adversidad, de personas pendientes de que el nuevo amanecer al mundo sea rápido, de familiares que ven en cada leve progreso un acontecimiento mundial. No estamos solos en la adversidad. Ni cuando venimos al mundo, ni cuando el cuerpo pasa la ITV en una clínica, ni cuando desaparecemos del todo. Hay enfermos que mejoran con el contacto de sus semejantes, de sus amigos, aunque a veces sea una pesadez tanta visita. La noche en un hospital tiene mucho de rumor de olas amigas. El amanecer parece que nunca llega, pero uno cierra los ojos y se da cuenta de que está rodeado de congéneres que se esfuerzan para que el sufrimiento sea sólo una anécdota en la vida. A veces la firmeza del mundo puede conseguirse sólo con un poco de arena. Refrán: La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural.

jueves, 13 de mayo de 2010

Te encuentro cada día

Te encuentro cada día, Federico , en los poemas de mi adolescencia que releo continuamente. Te recobro cada vez que la luna, navaja en la lejanía, me persigue los pasos. Estás presente, poeta, cada vez que celebro la amistad con un vaso de vino; en la alegría de la gente, en el perfil alado que dibuja la sonrisa de quienes amo. Te hallo, Federiquillo mío, en tus obras de teatro, en los ribetes azules de la tarde que se va, en la pregunta del niño y en la excusa del adulto. Estás conmigo, granadino y fuerte, cuando escucho tus poemas musicados en el viejo tocadiscos. No te has ido porque todavía hay quienes por ti levantan muros contra la intolerancia. No desapareciste porque hay siempre voces de lucha en el Albaicín. No te han callado ni volcando toda la tierra del mundo sobre tus huesos. Estás cada día en el diván, junto al piano, te me apareces vívido y ´machihembrío´, como eras tú. Te encuentran cada día miles de lectores que se estremecen con tus poemas, canciones y obras de teatro. Porque el mundo entero es Víznar, Alfacar o cualquier fosa común de la vergüenza humana. Porque la flor verde de la muerte ya abrió seguramente con sus dedos tu triste calavera. Todos somos tú y nos hemos sentido excluidos entre el trasiego del tráfico o el vértigo de la vida. O nos han insultado por ser sencillamente nosotros mismos. Y me da igual lo que diga Ian Gibson , la Fundación García Lorca y todo lo que es simplemente política. Federico García Lorca, aunque nunca encuentren tu cuerpo estás cada día con todos los que amamos la vida. Refrán: Como no me he preocupado de nacer no me preocupo de morir .

martes, 4 de mayo de 2010

El corredor de fondo

Miró hacia atrás y no vio a nadie. Hacía ya una hora que atravesaba aquel arenal sin toparse con ningún compañero de prueba. Había hecho calor toda la tarde. Y ahora por sus piernas subía ya el relente de la noche. Estaba destemplado, sudoroso y solo. Más solo que nunca. Recordó en esos momentos las palabras de su entrenador: "No te pares por nada. ¡Tú, adelante!". Y bebió el último trago de su bebida isotónica. Tiró la botella de plástico al suelo y escuchó cómo rodaba por el pedregal. Pero ni siquiera volvió la mirada.
Reconfortado por el líquido subió un poco la velocidad de su carrera y hasta llegó a delirar, imaginando que iba el primero. El sudor se le había metido en la ingle: cada vez que sus pantorrillas chocaban con ella experimentaba un escozor agudo. Cada paso era un suplicio. Sus pezones sangraban por el roce con la camiseta. La carrera estaba resultando un viacrucis, un auténtico tormento.
Ya no sabía por qué corría, ni el nombre de su entrenador, ni el de su esponsor, ni si la carrera era el maratón o la marcha. Sólo que tenía que seguir corriendo, sintiendo cómo las piedras le taladraban las plantas de los pies. Sus ojos miraban un punto fijo en el horizonte mientras las luces del día se apagaban. Unas marcas de pintura azul le guiaban los pasos. Y él sólo pensaba en seguir sin perder el ritmo, buscando dentro de su cuerpo las pocas fuerzas que le quedaban. Entonces vio la meta y ni siquiera se alegró. Estaban ya desmontando el podium de los ganadores. Habían llegado todos hace horas. Era el último. Pasó por la meta y su cuerpo se desplomó ante las estrellas de la madrugada insomne. Refrán: El que nace para maceta del corredor no pasa