martes, 7 de febrero de 2012

¿Nadie se dio cuenta?

¿Realmente nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando? Y en ese 'nadie' me incluyo a mí, a los periodistas, ciudadanos y todos los 'gurús' e intérpretes de la realidad. Precisamente, los periodistas tenemos mucha culpa de que el espejismo nacional haya durado tanto tiempo, como explica Antonio Muñoz Molina en un artículo. Estamos atragantados de tanta realidad vacía, de tanta declaración insustancial, de tanto análisis superficial de los datos, de tanta sumisión a la jerarquía política, empresarial y social de turno que no hemos visto --la mayoría-- la que nos venía encima hasta que pasó la ola sobre nuestras cabezas. Una ola --un tsunami diría yo-- con forma de más de 5 millones de parados, de tragedias vitales, que nos ha engullido como la marea en luna llena. Nunca me planteé cómo era posible tanto dispendio, tanta inauguración a toda prisa, tanto gasto con 'pólvora del rey' en vez de poner el acento en la creación de empresas que hicieran productos que interesaran a alguien, más allá de ladrillos y botijos. Ponerse ahora a fabricar ordenadores o cohetes espaciales nos va a costar la vida a todos. No hemos sido rebeldes. El movimiento 15-M se me antoja ahora hasta infantil, el berrinche de quienes no tienen ya nada que perder. Y me asusta pensar en la que se nos viene encima este año bisiesto.

¿Vamos a seguir sumisos y callados? ¿Vamos a continuar consintiendo administraciones derrochonas, opacas y arbitrarias? ¿Permitiremos una educación que no recompensa el esfuerzo? Los ciudadanos no podemos seguir tolerando más que quienes están trabajando para nosotros, los políticos, se sigan cachondeando del pueblo en su cara. Refrán: La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho.