martes, 16 de abril de 2019

El milagro de Extregusta

Extregusta es un acontecimiento gastronómico, pero, visto lo visto este fin de semana, creo que sobrepasa esta dimensión para convertirse en toda una experiencia social y hasta política. El Viernes de Dolores, por ejemplo, se podrían haber celebrado en la feria consejos de administración, plenos consistoriales, comités ejecutivos y, si me apuran, hasta concilios religiosos. Toda la ciudad estaba allí.

No sé qué factor de atracción tienen las casetas de feria para los cacereños. Es ponerlas en Cánovas, o en cualquier sitio, y ya tienes el éxito asegurado. Los habitantes de la ciudad vamos a ellas como las polillas a la luz, independientemente de lo que se despache en ellas. Si además el tiempo acompaña y se sirven tapas de calidad, como es el caso, el éxito está asegurado.

Cánovas se ha convertido este fin de semana en la dramatización de esa canción de los payasos de la tele que rezaba: «Hola don Pepito, hola don José». Todo el mundo se saludaba sonriendo, levantando ligeramente el brazo, asintiendo con la cabeza y preguntándose por los parientes, que es lo educado y formal en esta época primaveral que despunta. Y es que cuando por fin se celebra Extregusta, tras sus pertinentes aplazamientos por las inclemencias meteorológicas, es una bendición para todos los sentidos humanos conocidos.

Los cacereños nos ponemos nuestras mejores galas para asistir a esa liturgia de encontrarse con los amigos y parientes. Todo fue luz y bonanza en un paseo de Cánovas hasta los topes, en el que era difícil encontrar un hueco donde poner la tapa y la bebida, donde los bancos se han utilizado como improvisadas mesas de restaurante. Las incomodidades --los cubiertos y vasos de plástico y las apretura-- se pasan por alto cuando nos ponen por delante una buena tosta y vino de la tierra.

A mí me ha sobrado una de esas monedas acuñadas para pagar las viandas en Extregusta. La guardaré con fruición, deseando que el año que viene este milagro culinario y vital se vuelva a repetir. Refrán: Pan, vino y carne… crían buena sangre