martes, 17 de marzo de 2009

La metáfora de los gusanos de seda

Mis gusanos de seda han nacido por fin. Mereció la pena la espera de un año. Mis huevos --los de los gusanos, se entiende-- estaban ahí, en la caja de zapatos con los agujeros hechos en la tapa, en un rincón oscuro de la casa, durmiendo su sueño metamórfico. Y la verdad es que siempre, cuando se acerca el 19 de marzo, Día del Padre, sucede el milagro del despertar de los huevecillos.
Yo, que soy incrédulo por naturaleza, me sorprendo de que después de un año la vida pueda volver a brotar de esas minúsculas partículas negras. Lo malo es que como la primavera viene tan rara, con un marzo que ´mayea´, apenas hay moreras actualmente. En la ciudad casi ninguna.
Junto al periódico había dos moreras. Una ha sido talada en la calle de Alvaro López Núñez, imagino que por enfermedad o por peligro para los coches, porque era muy grande y las lluvias la habían desequilibrado peligrosamente. Otra apenas tiene hojas ahora. Los árboles tampoco son ajenos a esta locura climática y van a trasmano con los ciclos del mundo. Son las cosas del calentamiento global.
También he pensado en el origen del insulto "gusano". Está bien pensado, especialmente para alguna pequeña parte de la clase política e intelectualidad del país. A saber: Se pasan la vida haciendo el huevo. Les alimentamos desde que nacen a placer y no tienen que preocuparse de nada. Después por hacer el capullo se nos ablanda el corazón ya tienen asegurada la siguiente generación. Madre mía. ¡Pero qué bien viven los gusanos! Refrán: Si quieres medrar a placer haz el capullo por doquier .